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“El déficit en el 2021 fue de US$ 600 millones; la reforma de la seguridad social es inevitable”

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Alfredo Cabrera. Foto: Estefanía Leal.
Nota a Alfredo Cabrera, presidente del Banco de Prevision Social, Bps, en sus oficinas en Montevideo, ND 20220519, foto Estefania Leal - Archivo El Pais
Estefania Leal/Archivo El Pais

ENTREVISTA AL PRESIDENTE DEL BPS

Alfredo Cabrera dice que el organismo no es ineficaz, como señala que algunos piensan, pero al mismo tiempo reconoce que es necesario llevar adelante un plan de modernización para algunas áreas.

Alfredo Cabrera es desde octubre pasado el jerarca del BPS, tras la salida de Hugo Odizzio. Sostiene que la reforma de la seguridad social debe hacerse sí o sí; que esta debería ser una política de Estado y entonces contar con el apoyo de todos los partidos. Dice que el organismo no es ineficaz, como señala que algunos piensan, pero al mismo tiempo reconoce que es necesario llevar adelante un plan de modernización para algunas áreas.

-Hace siete meses que preside el Banco de Previsión Social ¿Con qué se ha encontrado en este tiempo?

-Con un organismo muy amplio, que tiene diversas competencias en todo el territorio nacional. También con una visión de la gente que a veces no es justa con el BPS.

-¿En qué sentido?

-Hay una apreciación en cuanto a que se trata de un organismo pesado y complicado. No digo que esto no sea así en algunos casos, pero también sostengo que se brinda un servicio a la población que en líneas generales es de buena calidad. Esto quedó demostrado con la pandemia, porque de un día para el otro el banco recibió una demanda excepcional y tuvo la capacidad de no dejar de pagar ninguna prestación a las personas que ya tenían contraídos sus derechos, y tampoco a aquellos beneficiarios de otros derechos que se crearon. La pandemia demostró que es un organismo que está vivo, que está bien, que tiene la capacidad de reinventarse y de salir adelante.

-Hoy en las oficinas de BPS uno puede ver a mucha menos gente que antes. A veces las cajas están vacías. ¿Cambió el comportamiento de los usuarios con la pandemia?

-Totalmente. Cambió la forma de hacer trámites. Hay más manejo de la herramienta online, pero también una gran cantidad de la población hoy va a las redes de cobranza, cosa que antes no sucedía tanto. Está claro que las viejas cajas de cobro, por ejemplo, ya no tienen sentido. Tenemos ocho operativas y la idea es hacer una reforma en el piso en que están, y esto va a implicar cerrar algunas de ellas; quizá queden dos. Pero tenemos que tener en cuenta que hay situaciones distintas: están las empresas que tramitan todo online, pero también están los pequeños pueblos del interior donde un funcionario del BPS va todos los meses a pagarle a dos o tres personas. Hay 11.000 usuarios en 280 pequeñas localidades a las que tenemos que ir y vamos.

-Señalaba recién que en el imaginario de mucha gente el BPS es un organismo, por decirlo de alguna manera, ineficaz. Esto quizá tenga que ver, también, con sus números. ¿Cuál es el déficit actual del banco?

-Esta es una pregunta que tiene distintas respuestas. El banco recibe dinero de impuestos, dinero directo de su caja y dinero de la caja del Estado. Si tomamos la totalidad de lo que se recibe por impuestos afectados, que son los siete puntos del IVA, más el IASS, más el sustitutivo del Cofis, tenemos que el banco en 2021 recibió más de US$ 2.000 millones. Como ese dinero, más lo que se recauda por contribuciones especiales de la seguridad social, no alcanza, también, para paliar su déficit, se recibe el dinero de Rentas Generales. En el último año Rentas Generales aportó una cifra cercana a los US$ 600 millones.

-¿Y este déficit viene creciendo?

-Sucede que se trata de vasos comunicantes. Durante la pandemia hubo menor recaudación de impuestos y por lo tanto mayor asistencia directa. Ahora, con la recuperación económica que se produjo en 2021, aumenta la recaudación por impuestos. Pero lo importante de todo esto es que el BPS tiene un déficit estructural que se va a mantener y según las previsiones a largo plazo, por un problema demográfico -la tasa de fecundidad de Uruguay es de 1,4-, vamos a tener cada vez menos activos para sostener a cada vez más pasivos.

-¿Qué pasa si no se lleva adelante la reforma de la seguridad social?

-La reforma es inevitable. Hay que solucionar este problema. Y creo que esto debería ser una política de Estado, que trascienda los partidos y los períodos de gobierno. Con este panorama, el consenso debería ser muy amplio, porque las soluciones que se adopten no van a tener efecto en este período de gobierno y quizá tampoco en el que viene. Esto es arreglar un problema para dentro de 10 o 20 años. Este no es un tema del presente, por eso a veces puede costar dimensionarlo, y tampoco es un problema de los jubilados, que tienen que estar bien tranquilos, porque los derechos del que ya se jubiló son intocables. Estamos hablando del futuro, de darle sustentabilidad al sistema para nuestros hijos. Es para los treintañeros, a los que están en actividad o están empezando a incorporarse.

-La posibilidad que se maneja es la de aumentar la edad de jubilación. Al mismo tiempo, a las personas de mayor edad es a las que más se les complica conseguir empleo. ¿Cómo ve esta realidad?

-Las propuestas que se han elevado a nivel de la comisión de expertos que fue conformada muestran una mirada integral del problema. El tema de la edad es uno de los asuntos, pero no es el único. Se quiere ir a un sistema más justo y que sea único, que no haya subsistemas con particularidades diferentes. Y se manejan posibilidades como la de generar jubilaciones parciales y que se pueda seguir trabajando. Hay variantes que se están analizando. Y hay que tener en cuenta que el promedio de la edad de jubilación en Uruguay no son los 60 años, que es lo que permite la ley, sino los 62 y medio. Es decir, el uruguayo ya trabaja más tiempo. Todo el sistema político se ha manifestado razonablemente en cuanto a que la reforma es necesaria y sería bueno poder hacerla ahora.

-Si la reforma se concreta, ¿cómo afectaría esta al funcionamiento interno del BPS?

-Sería un gran desafío porque nos implicaría un trabajo adicional. Es un desafío técnico y de recursos humanos. Cuando se hace una reforma de este tipo no es que el viejo sistema desaparece y todo empieza a funcionar con el nuevo. Van a haber personas que van a jubilarse habiendo aportado durante un tiempo para un sistema y otro tiempo para el otro. Los trabajadores que somos activos, que hemos aportado, vamos a pasar a aportar para otro sistema, por tanto al final de nuestra vida laboral vamos a tener, por dar un ejemplo, 20 años aportados de una forma y 10 aportados de otra. Esto es una complicación interna para el BPS -y también es una oportunidad para mejorar-, porque no es como comprar un televisor nuevo, que se enchufa y se saca el otro. Tendremos que hacer convivir durante mucho tiempo los dos sistemas. Esto implicará, por ejemplo, construir programas informáticos que permitan mantener el viejo sistema y al mismo tiempo sumar el nuevo.

-Desde la gestión del BPS, ¿se puede hacer algo para mejorar el problema del déficit o sin la reforma no hay nada que se pueda hacer?

-El presupuesto operativo del banco, en relación con su presupuesto global por las prestaciones, es insignificante. Si nosotros hacemos ahorros, en términos de cuantía estos no tienen ninguna validez. Hay, de todos modos, un valor conceptual, porque el dinero que manejamos es el de todos los uruguayos, pero con esto no vamos a bajar el déficit. No quita que cuidemos cada peso que nos entre. De hecho tenemos aprobado un plan estratégico que lo que busca es mejoras en la gestión.

-Las certificaciones médicas “truchas” han sido un problema para el banco. ¿Cómo está esa situación ahora?

-Hoy las certificaciones ya no la pueden hacer los médicos porque sí, tienen que pasar por un prestador para que tenga validez, así lo marca la última Rendición de Cuentas. Se dispara desde una institución y no desde un señor que tiene un recetario en la casa.

-Lógicamente crecieron las certificaciones médicas durante la pandemia...

-Sí, claro, ha sido una de las consecuencias del covid. En 2020, solo por el covid, el promedio mensual de certificaciones fue de 11.500. En 2021, de 33.900; y en 2022, con el pico que hubo entre enero y abril, 49.600. En los hechos en 2021 hubo 257.500 personas certificadas, y hay algunas que han estado certificadas más de un mes, aunque la particularidad con el covid es que las certificaciones son cortas. En abril de 2022 el 70% de las certificaciones no fue por covid. Ese mes hubo 12.253 beneficiarios por covid y en el mismo mes de 2021 fueron 70.119.

-¿Cómo afectó la pandemia a la recaudación del BPS? ¿Se han dado de baja muchas empresas?

-En realidad tenemos 6.400 empresas más. Si tomo el dato de marzo de 2020, cuando había 284.000, y lo comparo con abril de 2022, que había 290.400, en realidad hubo un incremento de más del 2%.

-¿Esto es porque hay más emprendimientos o porque algunos trabajadores que antes estaban registrados por sus empleadores ahora pasaron a tener unipersonales?

-Lo que puedo decir es el dato: de ese incremento de 2%, 1,5% es efectivamente por empresas unipersonales. Son 3.351 más. Otro dato es que la informalidad, durante la pandemia se redujo tres puntos porcentuales. Al comienzo de la pandemia la informalidad era de un 25%.

-¿A qué atribuye esto?

-Una de las hipótesis es que la pandemia sirvió para valorar la formalidad, por los beneficios a los que accedieron los que estaban dentro de ella. Me refiero a subsidios, seguros de desempleo total o parcial. Conviene la formalidad.

Identificación facial para cobrar desde el exterior

-Hay una serie de objetivos a cumplir para mejorar la gestión del BPS. ¿Cuáles son los aspectos más relevantes de este plan?

-Por ejemplo estamos por llamar a licitación para sumar un sistema de reconocimiento biométrico que sirva para agilizar el trámite de fe de vida que se hace en el exterior. Hoy le pedimos a los uruguayos que, para que puedan cobrar una jubilación en el exterior, vayan al consulado y realicen determinado trámite. Eso implica un retraso y un problema para quienes se encuentran alejados de los consulados. Con este cambio, la fe de vida se va a poder tramitar a través de una aplicación con la que el usuario podrá llevar a cabo un procedimiento de reconocimiento facial y podrá demostrar desde dónde está haciendo el trámite. Muchas veces no hay dimensión de esto, pero el BPS paga a uruguayos que viven en 34 países distintos. Por otro lado estamos trabajando para generar un registro único, porque no está bien que una oficina del Estado pida un documento que es emitido por otra oficina del Estado: queremos que si se precisa para un trámite una partida de defunción, que no sea la persona la que deba traerlo sino que esto se haga de manera automática. Obviamente queremos también mejorar el call center, porque tenemos un problema de volumen y las personas se quejan.

-¿Cuántas personas llaman por día al call center del BPS?

-No tenemos idea, porque justamente el problema que tenemos es que el sistema deja entrar hasta 20 personas en la línea. Al que llama y no entra, porque ya hay otros 20, lo perdemos. Otra cosa que nos desvela es poder instrumentar el Sistema Nacional de Certificaciones Médicas. Esto es muy ambicioso. Por ley los prestadores tienen plazo hasta fin de año para pasar todas las historias clínicas el sistema electrónico. Muchos lo han hecho ya, pero a muchos también les falta. Nosotros queremos a partir de este sistema que la certificación electrónica conste en la historia clínica, que podamos conocer al médico actuante y si es necesario interactuar con él. Queremos identificarlo.

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