Con balance positivo sobre estrategia de Ripoll, Delgado enfrenta cuestionamientos sobre liderazgo en el PN

El excandidato de la coalición tuvo una reunión con su compañera de fórmula en la que analizaron el desempeño electoral y las causas de la derrota; los blancos analizan cómo organizar su nuevo equilibrio de fuerzas.

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Álvaro Delgado
Tras perder las elecciones del balotaje, Álvaro Delgado ya ha hecho algún análisis de lo ocurrido en la noche del domingo 24.
Foto: Ignacio Sánchez/Archivo El País.

Son días complicados para los blancos. Lo saben y lo demuestran a toda hora en los medios, en las redes sociales, en WhatsApp y en las conversaciones informales. Algunos todavía en caliente, y otros con la mente algo más fría, están en la búsqueda de las causas de la derrota, cuando no de chivos expiatorios a los que responsabilizar del fracaso electoral, que ni el más pesimista de los que estaban en el búnker de Bulevar Artigas en la noche del 24 imaginó que sería tan contundente ya a las 20.30 horas de ese domingo.

Con todo ese ruido de fondo, en el Partido Nacional comenzaron a formularse las necesarias preguntas sobre su futuro. O sea, básicamente, sobre quién debe conducir la fuerza política y ordenarla. (No hay dudas de que Luis Lacalle Pou es su líder, pero está la incógnita de si el mandatario querrá tomar las riendas una vez que deje el cargo, o elegirá resguardarse un tiempo prudente).

¿Álvaro Delgado será entonces su conductor? El País informó este miércoles que el excandidato a presidente ya se estaba proyectando como un probable “articulador” de la coalición republicana que ahora pasará a la oposición, y con ese fin tuvo reuniones y diálogos con los referentes del resto de los socios del actual oficialismo: Andrés Ojeda y Pedro Bordaberry por el Partido Colorado; Pablo Mieres por el Partido Independiente y Guido Manini Ríos por Cabildo Abierto, todo en la semana inmediata posterior a la derrota en el balotaje.

Allegados al excandidato indicaron que Delgado tiene como respaldo el apoyo “del 75% del Partido Nacional”, refiriéndose a los votos que recibió su precandidatura el 30 de junio. Y que mal o bien sigue siendo el principal referente activo del sector Aire Fresco, que el 27 de octubre obtuvo el apoyo de 215.699 ciudadanos, que se traduce en tres senadores -de nueve que tienen los blancos-, y 14 diputados -de 29 nacionalistas-. Y que el sector D Centro, con un senador y cuatro diputados, de alguna manera es “creación suya”.

Pero lo cierto es que esto que piensa Delgado no necesariamente es compartido en otros sectores de su partido, concretamente en filas de la lista 40. “Eso es lo que cree él. La elección terminó y lo que se viene es un liderazgo colectivo”, señaló un dirigente de este sector.

Alianza País, de hecho, es actualmente, en cantidad de votos, el sector más grande de los nacionalistas -227.485 uruguayos eligieron sus listas en las elecciones de octubre-, lo que les dio cuatro senadores -es el sector blanco con más presencia en la cámara alta-, aunque tiene nueve diputados, cinco menos que Aire Fresco.

Pero eso no quita que, además de no aceptar sin más la eventual nueva conducción de Delgado, no se entienda que se vienen nuevos tiempos para el Partido Nacional, que hoy tiene una nueva “realidad política interna”. Es decir: nuevos equilibrios.

Es un panorama que puede sintetizarse con este razonamiento extendido en la 40: “Tenemos que dialogar mucho y tener en cuenta que las hegemonías partidarias no dieron buenos resultados”.

Factores del fracaso

Desde afuera, el edificio que Delgado utilizó como sede luce prácticamente igual a como estaba hace una semana, cuando era su búnker. Todavía se ve su rostro sonriente en la fachada -aunque de noche ya no lo iluminan los focos-, con las tres hoy anacrónicas palabras del lema de campaña final: “El próximo presidente”.

Puertas adentros está todo desmantelado -el living de la entrada ya no está y alrededor hay cables sueltos desorganizados-, pero la sede funcionó como tal hasta esta misma semana, cuando albergó reuniones de Delgado y referentes de la coalición, y también al menos un mano a mano entre el excandidato y quien lo acompañó en la fórmula presidencial, la exsindicalista Valeria Ripoll.

Y en ese encuentro, según indicaron a El País fuentes al tanto de las conversaciones, el binomio nacionalista que funcionó desde el primer día de julio hasta el último domingo de noviembre hizo un primer balance del proceso electoral.

Lo primero que definieron es que, a su criterio, y al contrario de lo que creen analistas como la directora de Cifra, Mariana Pomiés, la estrategia de Ripoll no fue un problema. “El rol que tenía que cumplir, lo cumplió”, señalaron los informantes.

Esa conclusión se basa en el desempeño electoral de la coalición en Montevideo y Canelones, donde más centró su trabajo Ripoll en recorridas y actividades varias, y donde el oficialismo incluso creció unas décimas, como no lo logró en ningún otro departamento -ya que en el resto del país la coalición votó peor que el 27 de octubre.

“El problema lo tuvimos en el interior, sobre todo en los departamentos del norte”, donde la fuga de votos hacia el Frente Amplio fue notoria, valoraron fuentes del equipo de Delgado.

El Directorio sigue en silencio

Actualmente, el Honorable Directorio el Partido Nacional no tiene previsto sesionar. Varios dirigentes entienden que es en este espacio, que hoy en día es liderado por Macarena Rubio, uno de los ámbitos en donde comenzar a procesar la autocrítica. Sin embargo, su integración hoy no refleja la nueva distribución de fuerzas nacionalistas.

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