INTERNA BLANCA
La interna del Partido Nacional ya tiene movimientos, llamados y negociaciones en torno a estas dos posibles candidatas para la próxima contienda electoral.
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En política hay un lema más viejo que el agujero del mate que es tal vez la tautología por excelencia: “El que se precipita, se precipita”. Una frase que encierra una verdad que nadie cuestiona pero que, por estos días, comenzó a circular de boca en boca en el Partido Nacional con más fuerza que otras veces. Porque las eventuales candidaturas -pese a que todavía no se asuma sin escrúpulos- empieza a ser un asunto que de a poco se instala en la agenda, probablemente algo antes de lo previsto por efecto, en parte, de la campaña en defensa de la Ley de Urgente Consideración que cerró a fines de marzo.
Los nombres no son una novedad. Menos que menos el primero de ellos, un candidato que ya es cantado entre los blancos. O sea, el del secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, referente -junto con Luis Lacalle Pou, su fundador- del sector Todos Hacia Adelante y que hoy es, según más de una encuesta que circula entre los blancos, la figura que pica solo entre las preferencias de los nacionalistas. Eso es así desde hace tiempo y, salvo alguna catástrofe, los dirigentes de todos los sectores asumen que, sea cual fuere el escenario dentro de dos años, será con su nombre compitiendo como favorito en las internas.
Pero en cuanto al resto de las figuras -puntualmente, dos de ellas-, aunque no constituyan una novedad en sí, lo son respecto a dos cosas: los movimientos y declaraciones públicas que empezaron a desencadenar en los últimos días, y el escenario histórico que van constituyendo, pues es la primera vez en el partido que hay dos mujeres políticas que buscan proyectarse como eventuales presidenciables.
Y de esto son bien conscientes las dos, que además observan con atención las mismas encuestas que posicionan a Delgado en primer lugar, porque luego -en estos sondeos bien iniciales- siguen ellas.
Hablamos, por supuesto, de la presidenta de la Comisión Departamental de Montevideo de los blancos, Laura Raffo, y de la vicepresidenta de la República, Beatriz Argimón. Dos figuras que, además, surgen desde cada una de las dos alas, conceptualizaciones o “sensibilidades” que mal o bien siguen separando al partido: el herrerismo y el wilsonismo, respectivamente.
La primera, se sabe, desembarcó en la política en 2020 cuando el presidente la anunció como candidata en nombre de toda la coalición multicolor para competir por la Intendencia con el Frente Amplio. Esa batalla terminó en derrota, pero con una acumulación electoral histórica para la oposición departamental: la más elevada en años, al llegar a un 40%, y perder nada más ni nada menos que con Carolina Cosse.
Desde entonces, como referente y líder de la bancada departamental blanca, empezó un largo proceso de trabajo en la capital, que la llevó a un período de alta exposición mediática al negociar -como una referencia por la oposición- el famoso préstamo BID con la gestión de Cosse. Fue algo que quedó por el camino porque Raffo no aceptó que la mayor parte del crédito se destinara a obras de limpieza en detrimento de saneamiento para algunos barrios, e incluso su postura se impuso a la del ministro colorado Adrián Peña, que desde la cartera de Ambiente pujó para que el préstamo se aprobara por estar en línea con sus objetivos estratégicos.
Todo lo que pasó allí -entre fines del año pasado y abril de este año- no fue un capítulo más en su vida política, según comentaron distintas fuentes nacionalistas. Sobre todo aquellas que, desde el herrerismo, buscan impulsar su nombre ya desde ahora. “Estas negociaciones fueron una prueba de fuego para ella, porque si la oposición hubiese dado a Cosse los votos, ella hubiera quedado en una posición muy incómoda”, dice a El País el diputado Juan Martín Rodríguez, que desde hace días decidió salir a la prensa a remarcar que los blancos no pueden “amputarse” la posibilidad de proyectar a Raffo como eventual presidenciable. Y esto pese a que hay otras voces, como la del presidente del Directorio del partido, Pablo Iturralde, o la de Delgado, que sostienen públicamente que no es tiempo de hablar ahora de candidaturas.
“Tuvo una actitud proactiva y la salvó con buena nota”, sigue de todos modos Rodríguez, sobre algo que la propia Raffo entendió enseguida: porque poco después de aquella experiencia, en entrevista con El País, reconoció que su nombre “suena” y que eso se debía a “ una reputación de trabajo”, lo cual ya la llevaba a ser “una líder dentro del partido”.
Tal es así que ya empezó a tener contactos con dirigentes blancos más allá de la frontera capitalina. ¿De dónde? De departamentos como Colonia, Soriano, Rivera, Durazno y Paysandú, y por parte -en algunos casos- de intendentes, pero también de ediles y líderes locales de distinta talla. ¿Para qué? Para empezar a sondear la posibilidad de tejer acuerdos a nivel nacional. Porque ese es el desafío de una mujer cuyo principal objetivo político hoy -y por el que tiene un compromiso explícito con el presidente- es “trabajar por Montevideo”, algo que repite para propios y extraños cuando se le pregunta por su meta electoral.
Y esa es una diferencia bien clara con la presidenta de la Asamblea General, quien desde su rol como vicepresidenta ha logrado una visibilidad que va más allá de la territorialidad montevideana.
Pero también a diferencia de Raffo, Argimón todavía no dio el paso de referirse directamente y en público al hecho de que su nombre esté en el radar, aunque es consciente del rédito mediático de haber integrado la exitosa fórmula presidencial que llevó a Lacalle a la Torre Ejecutiva, y de haber llevado luego adelante una agenda más allá de lo parlamentario, como reconocen desde su entorno.
Por lo pronto, quien ya fue la primera mujer en ser presidenta del Directorio nacionalista en 2018, tiene en agenda realizar una gira por todo el país, como adelantó al semanario Búsqueda días atrás. Una gira que no hará en soledad, pues sumará a dirigentes de todo el espectro de la coalición de gobierno, en el entendido de que hace bien “a todos los actores políticos estar en el territorio”.
El objetivo de Argimón es doble. Por un lado, ordenar la dispersión del wilsonismo -fenómeno inevitable que se dio a partir de la muerte de Jorge Larrañaga- desde un lugar de articulación y referencia política, tarea que no será fácil porque la conducción de esta ala del partido está disputada por varios dirigentes, algunos de los cuales no ven con buenos ojos los pasos que está dando Argimón, según supo El País. Y por el otro -esto es algo que la vicepresidenta repite en público- generar acciones que le den “vida propia” a todo el colectivo nacionalista, de tal manera de cumplir con un mandato de Lacalle: “Que el gobierno no se coma al partido”.
Por eso, y con la finalidad de captar jóvenes dirigentes -que profundicen la renovación generacional- entre otras cosas fundó meses atrás el grupo “Futuro Nacional”, proyecto en el que deposita grandes expectativas a mediano plazo.
Como sea, los movimientos de las dos ya está generando inquietud en más de uno. Algunos por lo del principio: porque entienden que corren el riesgo de precipitarse. Y otros porque ya piensan en la puja por las listas al Senado, que crece si se suman competidores. Todo lo cual no es extraño en un partido que históricamente ha tenido intensas disputas en su interna.
El perfil de las dos dirigentes
Vicepresidenta de la República
Es escribana y de vasta trayectoria política. Con 60 años, fue edila de Montevideo y directora de lo que entonces se llamaba Instituto Nacional del Menor en el gobierno de Luis Lacalle Herrera (1990-1995). Luego fue diputada por dos períodos y en 2018 asumió como presidenta del Directorio del Partido Nacional, la primera mujer en llegar a ese cargo.
Presidenta de la Departamental
Es economista y tiene 49 años. Su experiencia política es reciente. Dio el paso cuando Luis Lacalle Pou, siendo presidente electo, le propuso en febrero de 2020 ser candidata a la intendenta de Montevideo. Al perder las elecciones, que se hicieron en setiembre de ese año, asumió el cargo que tiene hoy, desde donde trabaja en el territorio y hace oposición a la gestión de Carolina Cosse.
Polémica por los tiempos
La otra polémica que atraviesa al Partido Nacional desde hace varias semanas es respecto a cuándo deben proclamarse las candidaturas. De un lado, son varios los que entienden que ahora no es momento por una infinidad de razones: por el mensaje que se le da a la ciudadanía -cuando es tiempo de gobernar y llevar adelante las reformas-, hasta por el éxito del propio candidato que se quiere proyectar antes de tiempo y puede arriesgarse así a un derrumbe prematuro. Pero del otro, están los que aseguran, como lo hace el diputado Juan Rodríguez, que las candidaturas son “producto de un trabajo que no empieza de un día para el otro”. “Esto es como armar un plantel de fútbol: el trabajo empieza en la pretemporada, cuando el director técnico ya piensa en los jugadores que tendrá”, razona el dirigente.