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Germán caminaba solo por la calle Gambeta, del barrio Prado Norte, el pasado 18 de diciembre. Volvía de la feria y no llevaba su uniforme de policía porque era su día de franco. En sus 13 años en el servicio se acostumbró a convivir con el riesgo, pero nunca imaginó un Día Nacional del Policía tan atípico como ese que le tocó enfrentar.
Aquel domingo, sobre el mediodía, no había nadie más qué él transitando por esa calle. Germán, que es un nombre ficticio porque prefiere que no se publique el suyo, no es futbolero, pero recuerda que ese día había “un partido importante” que justificaba el panorama. De hecho, lo que se disputaba era la final del mundo.
La tragedia comenzó con el sonido de un motor que se acercaba. Eso le llamó la atención a Germán, que se dio vuelta y pudo ver a dos jóvenes que se acercaban en una moto. De un momento a otro, uno de ellos se bajó y le apuntó con un revólver. No llegó a mediar palabra, cuando fue interrumpido por su compañero desde la moto.
“Tirale. Tirale que este es policía”, exclamó el delincuente.
Ante el inminente disparo, Germán atinó a inclinarse hacia la izquierda y desde una distancia de dos metros del arma y del delincuente, recibió un disparo en el pecho. No cayó al piso, pero enseguida notó que le costaba respirar.
El oficial de 34 años asegura que su movimiento fue crucial para salvaguardar su “corazón o alguna arteria”, porque el disparo ingresó por la segunda costilla y la bala “quedó alojada entre la quinta y la sexta”.
Germán no lo pensó dos veces. Desde el piso y apoyado en su rodilla tomó su arma de reglamento, que la llevaba en su cintura, y le disparó en seis ocasiones a sus atacantes. No sabe si alguno de los tiros llegó a impactarlos, pero sí recuerda que le respondieron con la misma intensidad.
“Llevaba mi arma porque uno es policía las 24 horas del día, los 365 días del año, y mi accionar respondía a intentar salir de aquella situación”, declara.
Los delincuentes se retiraron luego del intercambio y Germán se vio rodeado por vecinos de la zona.
“Ahí tomé mi celular y llamé al 911 para que me asistieran. Luego me trasladaron al Hospital Policial en un móvil”, agrega.
Al centro asistencial llegó en estado grave, por lo que fue ingresado en cuidados intensivos. El diagnóstico evidenciaba tres costillas rotas y una perforación en la pleura del pulmón, que le provocó un sangrado interno. Lo entubaron y estuvo cinco días en el CTI. Luego pasó a una sala común, donde estuvo dos días más, y después volvió a su casa. Sigue de reposo, pero dice que no le gusta estar quieto y que está “deseando volver a trabajar.”
Según afirma, no teme al regreso, porque como oficial tiene claro que estar expuesto es algo normal. Es la primera vez que recibe un disparo, pero asegura que estuvo en otras circunstancias similares donde corría riesgo su vida.
“Además no fueron a matarme. Era una rapiña normal, solo que de espalda no vieron que era policía y recién ahí me reconocieron”, dice.
Sin embargo, no sale de su asombro al recordar que los delincuentes lo podían haber robado sin resistencia de su parte y eligieron dispararle.
“Está bravo que por ser lo que somos nos quieran matar, que lo prefieran antes de robarte. Porque a mí me pudieron decir ‘levanta las manos’ o ‘quédate quieto’ y listo”, señala.
En su balance no resalta que haya un aumento de los ataques a los policías, pero sí señala un violencia mayor por parte de los delincuentes.
“No son tan flexibles y dejan menos margen al error que antes ”, asegura el oficial.
La atacaron en punta de rieles y se recupera
Antes del caso de Germán, el último antecedente en el que un oficial había sido herido de bala por delincuentes, se había dado el pasado 31 de octubre, en Punta de Rieles. Allí, sobre las 5 de la madrugada, una mujer de 45 años recibió 4 disparos que le provocaron el traslado al Hospital Policial de urgencia y el ingreso a la sala de cuidados intensivos. A dos meses de lo ocurrido, la oficial se encuentra fuera de peligro, aunque continúa su recuperación por las secuelas del incidente. Según informaron fuentes allegadas a la víctima, se comienzan a descartar los primeros diagnósticos, en los que se manejaba una parálisis en todo su cuerpo o parcial. La víctima iba a trabajar el día del incidente uniformada, cuando tres jóvenes la abordaron y le robaron el arma de reglamento luego de los disparos.