La ciudad de San Carlos tiene historia. Se fundó en 1763 y fue una de las primeras metrópolis que surgieron cuando Uruguay ni siquiera se llamaba así, sino que la habían bautizado como la Banda Oriental. Los españoles la construyeron para frenar el avance de los portugueses, pero hoy en día lo que la ciudad está intentando frenar es el avance del delito y de las adicciones. Esta ciudad emblemática de nuestro país ahora se conoce más por ser base de narcotraficantes.
Las personas que viven en San Carlos están cansadas de tanta inseguridad y lo que más añoran es volver a esos días en los que esta ciudad del interior era un punto turístico en el que residía solo gente trabajadora. Es que, entre los vecinos que transitan por las calles en la actualidad, también circulan adictos, e incluso personas muy deterioradas por la pasta base. Los vecinos de la zona los suelen llamar “zombies”.
Sin embargo, el Ministerio del Interior ideó una nueva estrategia para mejorar el estado de seguridad de San Carlos y frenar los delitos producto del enfrentamiento entre grupos criminales instalados en barrios periféricos de la ciudad, como Asturias, Rodríguez Barrios y Las Ranas. Se reforzó mucho el patrullaje, en conjunto con la Guardia Republicana, algo que no ha pasado desapercibido por ninguno de los vecinos que fueron consultados por El País.
A algunos, la presencia de los vehículos policiales les da mayor seguridad, pero otros dicen que ni eso cambia la situación de riesgo en que se vive. “Veo el esmero de la Policía en cerrar las bocas, pero no noto ningún cambio en la seguridad”, dice una vendedora de una panadería, ubicada en la plaza Artigas.
Lo que generó que San Carlos encabezara los titulares de las noticias policiales fue una seguidilla de enfrentamientos en 2018 y 2019 entre dos grupos de familias que se dedicaban al delito. Esta ciudad, que está a 35 minutos del puerto de Punta del Este, de repente fue escenario de homicidios, tiroteos y sangre derramada.
Lo que sucedió, tal como relata a El País Julio Pioli -el jefe de Policía de Maldonado-, es que algunas personas que eran ladronas y rapiñeras comenzaron a ver que la venta de drogas les daba mucho más dinero. Y, a partir de su pasaje por la cárcel, tuvieron contacto con los narcos de la ciudad de Maldonado y fueron adquiriendo sus técnicas. Es un fenómeno que sucedió en muchas ciudades y que queda en evidencia porque los primeros antecedentes de estos traficantes son hurto y receptación.
San Carlos, de todos modos, no es un “nodo” en la cadena del tráfico de estupefacientes a nivel nacional, apunta Pioli, pero sí es un punto estratégico por tener conexión con la ruta 39, hacia Minas, y la 9, que se dirige a la ciudad de Rocha y a los balnearios de ese departamento.
De día esta ciudad de Maldonado es una cosa y de noche es otra, cuentan los vecinos. Como en la mayoría de las ciudades del interior, San Carlos tiene una avenida comercial que luego deriva en la plaza principal, la Artigas, en donde hay una iglesia católica, bares y una tienda deportiva. En esas manzanas céntricas además está la seccional, un centro de salud y una escuela. Hay poco tránsito, predominan las motos y los peatones, y en un día de calor muchas personas salen a sentarse en la vereda.
Pero de noche es otra historia. Empiezan las picadas, las plazas se llenan de jóvenes que consumen alcohol y droga, y muchas personas ya mayores -según dicen los que viven ahí hace muchos años- temen salir a la calle. Una madre, vendedora de la tienda de ropa De otra dimensión, ubicada en la calle 18 de julio, indica que ella ya no deja que sus dos hijas adolescentes salgan de noche.
Todo el mundo sabe quiénes son los traficantes y dónde están las bocas. Eso genera que algunos vecinos no entiendan por qué la Policía no actúa más rápido, tal como resaltan tres de ellos en diálogo con El País. Una empleada de la tienda Todo empaque es incluso más reticente: “Eso es para tapar el ojo de la gente, todo política”, dice la mujer sobre la nueva estrategia del Ministerio del Interior.
Otra de las cosas que perciben los residentes, y confirman las autoridades, es que las bocas están permanentemente migrando y de un día para el otro, tal como le sucedió a la vendedora de una panadería, se puede ser vecino de un traficante. Pioli, en tanto, reconoce que los vendedores de droga en general cambian la ubicación de los puntos de venta para que no los descubran y que esto es algo que se nota más en San Carlos por ser una ciudad pequeña.
De todas formas, la venta de droga no es el único delito que altera la vida diaria de los residentes. Además de los traficantes, hay personas que se dedican a robar comercios, y aunque algunos propietarios dicen que ellos “tuvieron suerte” y no han entrado a sus tiendas, los dueños de dos comercios sostienen que ya fueron víctimas en tres ocasiones.
Nueva hoja de ruta
Uno de los cambios más importantes para la estrategia de seguridad de San Carlos fue la incorporación de la Guardia Republicana en 2020, que tiene su sede de la Regional Este (Maldonado, Rocha y Lavalleja) en esta misma ciudad.
El día de la inauguración, el 18 de setiembre, el presidente Luis Lacalle Pou justamente remarcó la importancia de que la sede de la Republicana se ubique en esta ciudad: “Es un reclamo popular, pero también es una estrategia y una táctica del gobierno nacional. Nuestro compromiso es combatir el delito en todas sus formas para proteger a los ciudadanos. Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada; y la ley penal la vamos a aplicar a rajatabla”.
Pioli, el jefe de Policía de Maldonado, cree que el despliegue de la Republicana fue un “salto hacia adelante”, porque la unidad de apoyo logró integrarse a la realidad de la ciudad y tener un impacto también en la vida cotidiana.
En esta nueva hoja de ruta, que se inició cuando asumió Jorge Larrañaga como ministro del Interior, se comenzó a hacer un trabajo en conjunto entre la Zona Operacional III, la Guardia Republicana y la Brigada de Narcóticos, para así poder desarticular las bocas de droga que abundan en esta pequeña ciudad.
A raíz del trabajo de inteligencia de este equipo, en noviembre de 2022 se logró detener a un renombrado narcotraficante, Ricardo Daniel Pérez, apodado como “El Kane”, líder de uno de los grupos delictivos más fuertes de la zona y al que conoce la mayoría de San Carlos. Él distribuía cocaína, pasta base y marihuana en toda la ciudad. Cuando lo atraparon encontraron drones y cámaras de videovigilancia en su casa, además de otros dispositivos electrónicos.
“Para el popurrí de la gente de San Carlos, estas eran personas intocables, que no sé procesaban y que nadie de la Policía veía, pero acá se vio el resultado de un trabajo que se estuvo haciendo durante un año”, dice a El País Cristina Techera, jefa de la Zona Operacional III de San Carlos.
El fiscal Jorge Vaz, a cargo de la investigación, también lo identificó como uno de los responsables de la muerte de “Buñuelo” y sus hermanos, jefes de otra banda con la que “Kane” se disputaba el negocio de la venta de drogas. El 30 de noviembre, día de la detención, Vaz explicó que la medida de la prisión preventiva le permitirá “avanzar en la investigación”, dado que la mayoría de los testigos son protegidos porque “tienen miedo de su integridad física”.
Otra de las estrategias de la Policía es utilizar el “mapa caliente” que permite focalizar el trabajo del Programa de Alta Dedicación Operativa (PADO), que también inició en 2020, en las zonas donde se producen la mayor cantidad de delitos. A partir de la nueva estrategia, Techera apunta que lograron que se “disminuyeran bastante” los crímenes violentos.
En 2023 se hará seguimiento de víctimas
La meta que tiene la Zona Operacional III, a cargo de Techera, para este 2023, es trabajar en el seguimiento de las víctimas del delito, con una mayor frecuencia de entrevistas. En parte, esto se hará también para poder obtener información sobre la circulación del crimen. En lo que más insiste la Policía de San Carlos es que las personas denuncien porque si no el delito que sucede es inexistente para ellos. “El vecino de San Carlos es particular, a veces nos da información y otras veces no, y de repente tenemos un delincuente nuevo en el barrio y no lo sabemos”, indica el hombre que está a cargo de la Seccional 2da, ubicada en el centro de la ciudad. Es por eso que para el año que comienza ponen el foco en hacer el seguimiento a esos casos en los que no se pudo actuar de forma inmediata.
El temor entre los residentes de San Carlos se disparó el primero de marzo de 2018, cuando comenzó a circular una foto de “El Kane ”. En la imagen, el delincuente posaba junto a un ataúd, portaba un arma y miraba desafiante. Dentro del cajón estaba un amigo suyo, un joven apodado “El Carretilla”.
La mirada desafiante iba dirigida al líder de la otra banda, la que lidera Néstor Correa Balladares, alias “El Buñuelo ”.
“El Kane” atribuyó la muerte de su amigo a la banda de “El Buñuelo” y, desde ese momento, la violencia se encrudeció y las balas empezaron a ser cosa de todos los días en San Carlos.
En 2021 cayó el “Pequeño Escobar” de San Carlos, tal como lo describió una fuente Policial a El País en un informe de ese año a “El Mono”, apodo de Pablo Olive, quien era dueño de un gimnasio, un negocio de castillos inflables y se dedicaba a la compra y venta de autos. Pero ninguna de estas era su principal tarea. Los investigadores indicaron que manejaba el 80% de las bocas de droga de San Carlos. Fue detenido por la Policía tras hacer una control de tránsito en la cuidad. “Mono” hizo una maniobra imprudente cuando iba manejando un auto de lujo marca Audi. Los agentes encontraron tres armas de aire comprimido adentro del vehículo y mucha documentación respecto a diversas compraventas que resultaban sospechosas.