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Sin sanciones a ocho meses de la fuga del capo mafioso Rocco Morabito

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Rocco Morabito cuando fue detenido en un hotel de Montevideo en 2017. Foto: AFP

ESCAPE DE PELÍCULA

Todos los efectivos de Cárcel Central están en otras reparticiones del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR).

El 24 de febrero se cumplen ocho meses de la cinematográfica fuga de Rocco Morabito, uno de los jefes de Ndrangheta, la mafia calabresa que introduce cocaína a Europa.

A pesar de que el caso se transformó en un escándalo internacional, el delincuente sigue prófugo y todavía no hay sanciones para los policías que custodiaban aquella noche la Cárcel Central donde estaba alojado.

Junto con Morabito se fugaron Leonardo Abel Sinopoli Azcoaga, Matías Sebastián Acosta González y Bruno Ezequiel Díaz.

Los cuatro estaban requeridos por la Justicia en distintos países. La diferencia entre ellos radica en los delitos, Morabito es buscado en Italia por narcotráfico y asociación para delinquir. Uno de ellos tiene una causa por homicidio, otro por falsificación de documentos y el cuarto por delitos de estafa y fraude.

Morabito fue detenido en Punta del Este en septiembre del año 2017 y se encontraba en ese centro de reclusión a la espera de ser extraditado a su país, Italia.

La sentencia de extradición había salido en primera instancia y en segunda instancia, pero u201cla defensa interpuso ante la Suprema Corte de Justicia el último recurso de casación y era lo último que faltabau201d, según declaró a El País el fiscal Luis Pacheco.

Trabajando

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Todos los efectivos, oficiales y personal subalterno, que estaban vinculados a la repartición esa noche sufrieron una investigación administrativa por parte de la División Asuntos Internos del Ministerio del Interior. Algunos de ellos estuvieron seis meses cobrando la mitad del salario.

Sin embargo, más allá de los resultados de la investigación interna, todos los involucrados están trabajando en otras dependencias del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), según dijeron a El País fuentes del organismo.

El traslado de los efectivos no califica como sanción debido a que Cárcel Central dejó de funcionar en el viejo edificio de la Jefatura de Policía y unos 105 reclusos fueron repartidos en otras cárceles. El cambio de local ocurrió un mes y medio después de que se concretara la fuga de Morabito y sus cómplices.

Por tanto, serán los jerarcas del Ministerio del Interior que asumirán el próximo 1° de marzo los que deban resolver sobre los funcionarios que fueron señalados por el hecho ocurrido el domingo 24 de junio del año 2019.

La situación generó tensión y malestar en el proceso de transición que se viene desarrollando. Las autoridades salientes no respondieron las preguntas realizadas por el equipo entrante encabezadas por Jorge Larrañaga.

El futuro ministro del Interior también conversó del tema con el fiscal de Corte, Jorge Díaz, según fuentes políticas.

Hasta el momento el único jerarca que presentó renuncia al cargo fue el director del INR, Alberto Gadea. Anunció su salida al otro día de la fuga del mafioso.

Fuego amigo

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En plena campaña electoral, Gustavo Leal, ex director de Convivencia y Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior, señalado por Daniel Martínez como eventual titular del Ministerio del Interior si ganaba el Frente Amplio en las nacionales, dijo que él hubiera renunciado si, siendo ministro, el mafioso italiano se hubiera escapado de prisión.

u201cYo hubiera puesto la renuncia al presidente, es un hecho muy grave, que implica corrupciónu201d, dijo Leal a Radio Carve. No hubo respuesta a nivel oficial. 

Más de una década en Uruguay sin ser detenido

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Morabito pasó 13 años en Uruguay sin ser detectado. Había colocado cientos de kilos de cocaína en Milán, Italia, proveniente de los puertos de Brasil. Se supo buscado y se radicó en Punta del Este. Allí se instaló junto a su familia.

Nadie lo molestó hasta que cometió un error. Una circunstancia familiar lo obligó a pernoctar en un hotel de Montevideo y allí fue capturado. Un día pudo escaparse. Hizo decenas de ofertas a los guardias, algunas millonarias. Inteligencia había adelantado que algún preso se fugaría por los techos, tal como hicieron Morabito y sus cómplices.

Eligió un día en que no estaba operativo el sistema de videovigilancia interno. Trepó los muros y apareció en el apartamento de una vecina. Después, se tomó un taxi, viajó a Minas, volvió a Montevideo y se le perdió el rastro. 

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