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Uruguayo estafó a decenas de personas con inversiones online

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A través de un engaño, uruguayo hizo millones. Foto: Archivo

UNA MANIOBRA MILLONARIA

Pasó muy lejos, en Estonia, pero tiene mucho que ver con Uruguay porque el impulsor de la maniobra que permitió una estafa de cientos de miles de euros es un compatriota.

"Tengo 42 años, soy padre y sigo viviendo en Venezuela. Traté de ayudar a mi familia en este momento de crisis gigantesca en el país invirtiendo los ahorros que hice durante toda mi vida. Por culpa de malas personas perdí todo, además de que caí en depresión y hasta hoy toda mi familia trabaja de sol a sol para recuperar el dinero que nos hicieron desaparecer”.

Esta es la historia de Fabián, uno de los estafados por una red de inversiones falsas que fue montada por un uruguayo y contó con la “complicidad” del gobierno de Estonia.

¿Cómo puede ser que la gente siga cayendo en las estafas virtuales? ¿Por qué deciden poner dinero en sitios que no son confiables? Según el abogado especialista en delitos informáticos Pablo Schiavi, “no pensamos que nos van a estafar hasta que lamentablemente nos estafan”. Es que quienes están detrás de estas ideas saben cómo engañar, qué decir, qué tipo de página web tener y cómo parecer “de confianza”.

Fabián visitó una página web llamada 1000extra.com, lo hizo varias veces porque le pareció “muy atractiva”. Tenía recomendaciones y buenos comentarios de parte de quienes ya habían colocado su dinero allí. Gurús de las finanzas daban consejos, tenía más de 11.000 seguidores en su página de Facebook, había frases convincentes y operadores que explicaban el proceso por el cual era muy fácil ganar dinero.

Para Fabián, en una situación económica muy vulnerable y en un país cada vez más incierto, el negocio cerraba por todos lados.

La primera vez puso US$ 1.200 en la compañía que estaba detrás del portal 1000extra. Cuando mandó el dinero se dio cuenta de que la empresa estaba establecida en Estonia y le llamó la atención, aunque no demasiado.

Pasaron los días y el seguía entrando a la página, al tiempo que recibía correos en los que le decían que sus US$ 1.200 ya se habían convertido en US$ 1.500, a los pocos días ya eran 1.800 y así sucesivamente. Era la lotería. Fabián decidió colocar más y más dinero hasta invertir US$ 14.000. Eran los ahorros de toda su vida.

“El asunto se complicó cuando los quise retirar”, dice el venezolano. La logística del estafador era simple. Había abierto sí una empresa en Estonia, la que estaba detrás del portal web. Sin ninguna licencia para practicar Forex trading (una práctica por la cual a través de la compra y venta de moneda se logra tener ganancias), el sitio garantizaba esos servicios y persuadía a utilizarlos. Después, todo el dinero terminaba en cuentas vinculadas a una misma persona de iniciales J.P.J, un uruguayo que actualmente vive en Barcelona.

No es casualidad que la compañía fuera establecida en Estonia. El país tiene una excelente reputación en materia de tecnología e innovación.

“Incluso nos enorgullecemos de que tenemos un sistema que permite establecer compañías sin burocracia. Esto también permite que haya gente con malas intenciones cometiendo ciberdelitos a través de compañías de Estonia”, explicó a El País Martín Laine, periodista del país europeo que investigó la maniobra de J.P.J.

La investigación en Estonia comenzó a partir de que las autoridades fueron informadas de la cantidad de comentarios en la página 1000extra.com (que funcionaba como broker, lo que en la jerga financiera simboliza al nexo entre compradores y vendedores) de personas que aseguraban haber sido estafadas después de invertir dinero. “Es frecuente que las personas establezcan sus empresas en Estonia para brindar servicios financieros e invertir en la bolsa de valores, pero es necesario contar con las licencias necesarias”, explica el periodista europeo. La compañía detrás del portal obtuvo una licencia para trabajar, pero no específicamente la que permite practicar Forex trading.

Con víctimas mayoritariamente en Sudamérica y el Caribe, la fiscalía en Estonia inició una investigación por “fraude financiero”, pero luego decidió culpar a quienes estaban detrás de la compañía de “ofrecer servicios sin las licencias correspondientes”. La acusación era mucho más fácil ya que las víctimas estaban dispersadas por todo el mundo y el fraude era más difícil de comprobar que la falta de licencias.

En este sentido, la fiscalía y J.P.J acordaron el pago de 400.000 euros, un monto altísimo para el tipo de crimen del que se lo acusó, pero muy bajo en comparación con todo lo que las víctimas aún no han recuperado.

“Los damnificados van a tener que demandarlo civilmente” para recuperar lo que perdieron, según Pablo Schiavi.

El acusado fue absuelto y acordó con la fiscalía que esta no revelara su nombre al público. Sin embargo, gracias a la investigación de periodistas locales lograron averiguarlo, ya que el uruguayo comparte la misma IP que manipulaba el portal 1000extra y mantiene la cuenta bancaria a la que llegaba el dinero de las víctimas.

El auge de los dudosos portales financieros

Cada vez es más frecuente que los portales en línea ofrezcan servicios financieros. Según el abogado especialista en delitos informáticos Pablo Schiavi, antes estos servicios “solo los canalizaban instituciones con muchos años y ahora hay un boom de aplicaciones en todo el mundo donde se ha facilitado mucho el acceso a inversionistas minoristas” a comprar acciones en la bolsa de valores.

“Lo que ellos generan es confianza en la persona que tampoco tienen mucho resguardo al no saber quiénes son, cuántos años tienen en el mercado, qué clientes tienen... y así pasa lo que pasa”, explica Schiavi.

La modalidad para obtener el dinero hace que la estafa sea más fácil porque los usuarios giran la plata y no necesitan ni hacer una transferencia, pueden pagar con una tarjeta de crédito internacional. La razón detrás de la cantidad de estos casos es que “la gente sigue pecando de un exceso de confianza”, concluye el abogado.

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