Publicidad

Prostitución, traiciones y cocaína: el relato de una testigo de “Operación Océano”

Compartir esta noticia
Fiscal Darviña Viera. Foto: Leonardo Mainé

MEGACAUSA DE ABUSO SEXUAL

En su relato realizado ante la fiscal Darviña Viera contó que las víctimas “enganchaban” a los adultos diciéndoles que eran mayores de edad y luego les confesaban que, en realidad, tenían 17 años.

Este contenido es exclusivo para nuestros suscriptores.

El 19 de octubre de 2020, una testigo de la Fiscalía en la “Operación Océano” describió casos de prostitución VIP, implantes, traiciones, mentiras y consumos desenfrenados de cocaína, pastillas y alcohol.

En su relato realizado ante la fiscal Darviña Viera, la fiscal adscripta Fulvia Favretto y su abogado Guzmán Pereyra, la testigo, de 20 años, también detalló los últimos momentos de María (nombre ficticio), una adolescente de 17 años cuyo cuerpo apareció en el arroyo Solís Chico el 20 de marzo de 2020.

La testigo, a quien llamaremos Julieta, sostuvo que hace dos años conoció a María y que enseguida se hicieron amigas. Tenían muchas cosas en común: el gusto por el maquillaje, por vestirse con prendas de calidad y por los implantes en los labios.

Supo que María era explotada sexualmente por adultos cuando fueron a tomar un café y la adolescente decidió pagar la consumición. María extrajo su cartera y pagó la cuenta. En ese momento, Julieta vio que en la cartera había US$ 1.000 y varios billetes de moneda nacional, declaró en la Fiscalía.

Julieta le preguntó en forma directa a María de dónde había sacado tanto dinero. Ella no le mintió.

Según contó la testigo, también en esa instancia ella supo que su amiga era adicta a las drogas. Declaró que insistió a la adolescente en varias ocasiones que bajara el nivel de consumo y abandonara sus vínculos con hombres mayores de edad.

En los últimos meses antes de morir, María le trasmitió a Julieta que quería dejar de ver a adultos porque le estaban dando asco y sufría abusos de todo tipo. Según el relato de Julieta en la Fiscalía, María se deprimía y superaba su angustia mediante tres mecanismos: cortándose los brazos, drogándose o vinculándose con más hombres mayores de edad.

Julieta señaló que la última vez que la vio con vida fue durante una visita que le hizo la adolescente a una casa en Punta del Este. Declaró que ella llegó muy drogada y con una bolsa con un kilo de cocaína. María tuvo un ataque de celos porque Julieta estaba en la casa con su pareja, un hombre de 37 años adicto a las drogas que se dedicaba a transportar barcos.

Según Julieta, María intentó golpearla durante la vista porque estaba muy drogada. Tras esto, su pareja le dijo que debía echarla o ambas irse del lugar. Julieta la echó. Fue la última vez que vio con vida a María. Horas después, la llamó por teléfono y no atendió. Temió lo peor. Sabía que estaba muy deprimida. Julieta llamó al padre de la adolescente y lo puso sobre aviso. Ahí se enteró que María había dejado una esquela en el apartamento antes de salir: “Me voy al mar”.

En un principio, Julieta pensó que su amiga había retornado a Punta del Este. Eso le dio esperanzas. Sin embargo, pocas horas más tarde, su presentimiento se confirmó: habían encontrado el cuerpo de María en las aguas del arroyo Solís Chico.

Contradicciones.

Otro tramo de la declaración de Julieta giró sobre su relacionamiento con Noelia (nombre ficticio), hoy la principal víctima de la Fiscalía. Treinta y un imputados fueron procesados por el delito de promesa de retribución o retribución a menores a cambio de que ejecuten actos eróticos. Y lo fueron por sus vínculos con Noelia, en ese entonces de 17 años.

Julieta dijo que la conoció en una fiesta de música electrónica y que su vínculo con ella no era tan estrecho como el que sí tenía María, hasta cierto punto. Declaró que las adolescentes se pelearon porque Noelia le había vaciado la tarjeta que tenía en común con María. Noelia extrajo de la tarjeta US$ 1.000 y $ 15.000, testificó la joven.

Días después de ese episodio, Julieta y Noelia se encontraron en Punta del Este en un restaurante, pese a que, según declaró, no tenían mucho en común. Julieta sabía que Noelia se relacionaba con adultos. Cada vez que veía a un hombre, declaró en la Fiscalía, la adolescente volvía con US$ 300.

También dijo que María y Noelia “enganchaban” a los adultos diciéndoles que eran mayores de edad y luego les confesaban que, en realidad, tenían 17 años. Ambas comenzaron a vincularse con ellos desde los 16.

Julieta increpaba a Noelia sobre las razones que la llevaba a salir con adultos cuando “no necesitaba dinero” porque su familia se lo daba.

Uno de esos encuentros se transformó en “el embrión” de la Operación Océano. Corría el 28 de noviembre de 2019 en Punta del Este. En la madrugada de ese día veraniego, un empresario conocido como “el Paraguayo”, Julieta y Noelia fueron a cenar a un restaurante de mariscos ubicado en la península. Ambas pidieron un vino blanco. El hombre no quiso beber alcohol. Luego, los tres fueron al puerto a escuchar música. Según dijo Julieta a las fiscales Viera y Favretto, “el Paraguayo” intentó violar a Noelia en un motel luego de darles a ambas mucho whisky.

Julieta dijo que cuando vio esposas en la cabecera de la cama, decidió llevar a la adolescente al baño para alertarla sobre lo que podría llegar a pasarles. Ella decidió no escucharla. Cuando Julieta salió del baño, vio a la adolescente desnuda en la cama y al “Paraguayo” encima de ella.

La testigo comenzó a grabar la escena con su teléfono celular. A partir de ahí la historia tiene dos versiones: Julieta declaró en la Fiscalía que grabó al adulto con el propósito de que las dejara en paz y las llevara a su casa. En tanto, en la Unidad Especializada en Violencia Doméstica de Maldonado, Julieta testificó que filmó para chantajear al adulto.

“Le dije (al “Paraguayo”) que parara de hacer lo que estaba haciendo y que nos llevara a mi casa. Que nos pagara por nuestro silencio o íbamos a hacer una denuncia”, dijo Julieta a la Policía en aquel momento.

En la misma unidad, “el Paraguayo” declaró que se encontraba encima de la cama con la adolescente. Y agregó: “Me percato que la amiga está grabando (con un celular). Así que le pregunté por qué lo hacía. Ella me dice que su amiga era menor y que le diera toda la plata que tenía a cambio de que me callara la boca” (El País, 24 de diciembre de 2020).

También son dos las versiones de Julieta sobre si se prostituía o no. Ante las fiscales Viera y Fravetto, la joven testificó que nunca ejerció el meretricio. Sin embargo, en una declaración que realizó en la Seccional 10° de Punta del Este, el 20 de marzo de 2020, el mismo día que apareció muerta María en el arroyo Solís Chico, Julieta dijo que se contactaba con sus clientes por la aplicación Tinder y luego por Whatsapp. Y agregó: “Cuando ejercí la prostitución sí tenía clientes fijos, (lo hice) dos veces con uno y dos veces con otro”.

Piden que se use un detector de mentiras

El abogado Rafael Silva pidió a la jueza Beatriz Larrieu la utilización de un polígrafo cuando declare la principal víctima de la Operación Océano . El argumento del abogado defensor se basa en que, según surge de la carpeta investigativa, la joven, hoy mayor de edad, “falta a la verdad incalculables veces”.

El escrito, al que tuvo acceso El País, advierte que hubo “numerosos cambios de actitud y de contenido en la declaración” de la joven en la sede fiscal, y que esto lleva a solicitar la utilización de un detector de mentiras cuando ésta testifique en un juzgado. Además, agrega que la víctima “nunca pretendió por sí misma” denunciar a todos los 31 imputados en la Operación Océano. “Todo lo contrario, pensamos que fue determinada por la Policía a hacerlo y generar esta megacausa”, acusa .

Silva pidió a la jueza Larrieu que la declaración de la víctima se haga en la Cámara Gesell con todas la garantías, pero mediante la conexión de la joven al equipamiento del polígrafo. Y dijo que una empresa uruguaya, “Polígrafo en Uruguay” (poligrafo.uy), brinda el servicio policial de prueba poligráfica a cargo del exforense del Poder Judicial y actual médico legista y perito, Guillermo López. Esa empresa tiene un polígrafo fabricado en Limestone Technologics Inc., una de las pioneras en la fabricación de estos equipos.

Según el escrito, el objeto de la conexión es tener directamente una lectura de los signos vitales supervisada por un perito idóneo en la materia, en todo el momento del interrogatorio.

Silva dijo que ese tipo de pruebas es usada en sedes penales en Estados Unidos y en Uruguay no están prohibidas.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premiumoperación océano

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad