La discusión de dos presos terminó con una celda entera en llamas y seis jóvenes muertos por intoxicación de humo. La demanda acusatoria contra los siete presuntos responsables de este hecho, ocurrido el 25 de setiembre del año pasado, describe cómo los agresores arrinconaron a las víctimas y los amenazaron con "lanzas" con fuego en la punta y palos con púas para que no salieran de su celda, condenándolos a la muerte. La Fiscalía de Homicidios de 4to Turno pidió que los imputados sufran la pena máxima posible: 30 años de prisión y 15 años más de medidas de seguridad eliminativas, según surge del escrito al que accedió El País.
De acuerdo a su teoría del caso, el problema inicial era entre uno de los siete imputados y uno de los habitantes de la celda 94 del sector B2 del Módulo 4 del exComcar. Según dijo un testigo, el motivo fue la "venta de drogas en cárceles" y el hecho de que los agresores querían que los integrantes de la celda de las víctimas "se fueran".
La discusión escaló rápidamente y uno de los imputados apuñaló a su contrincante. En las cárceles hay pocos lugares a los que huir, pero lo más parecido a un espacio seguro, puede ser la propia celda. Por eso, este joven corrió a "atrincherarse" allí. Sin embargo, él no era el único objetivo. Allí, las personas se mueven en grupo, por lo que, si él tenía un problema, lo tenía también toda la celda 94.
Por eso, los siete reclusos corrieron hacia ahí y se encerraron cerca del baño, esperando que los atacantes se fueran. Finalmente, allí quedaron atrapados y encontraron la muerte. "¡Es ahora!", escucharon gritar al principal agresor y a partir de allí, de acuerdo a la tesis fiscal, al menos siete personas comenzaron a usar cuchillos, palos, grasa, nafta, polifón y púas. Se dedicaron entre 20 y 25 minutos a rociar combustible, incendiar objetos y amenazarlos con cortes carcelarios para que no tuvieran escapatoria, mientras amedrentaban a los reclusos que estaban cerca para que no se diera cuenta "la llave", refiriéndose a la policía.
A su vez, las víctimas no tuvieron forma de defenderse. Los agredían con lanzas de fabricación carcelaria con polifón prendido fuego en la punta a través de dos agujeros: el "sapo" (la ventana por donde les pasan la comida) y un "boquete" (orificio hecho por los propios presos) del tamaño de una carpeta que los conectaba con la celda 95.
Uno de los más de 15 testigos reservados que dieron su testimonio en forma anticipada, aseguró que las víctimas no tenían posibilidad real de salir de su celda. Si lo hacían "los iban a matar a puñaladas, era lo mismo. Eran muchos con cuchillos, todos querían lastimarlos a ellos", describió.
Otro de ellos, contó cómo los agresores tiraban la nafta y e iniciaban las llamas con encendedores. Estaban "tirándole lanzazos y fuego y eso. ¿Cómo se iban a defender? Les gritaban que se tenían que volar.... Cómo poder salir, podían, pero si salían los cocían a puñaladas", explicó.
Seis de los siete presos de la celda 94 murieron por inhalación de monóxido de carbono. Dos de las víctimas tenían 25 años, una 26, otras dos 28 y el más grande, 29 años.
Solo una de las víctimas logró escapar de la celda y sobrevivió, pero quedó gravemente herido. El médico forense constató que sufrió "quemaduras por fuego directo de cara, cuello y miembros superiores". Tuvo una quemadura de vía aérea y corrió peligro su vida. "Yo hice fuerza en la puerta y pude salir", relató.
La fiscal encargada del caso, Andrea Naupp, pidió que los siete imputados sean condenados por cometer un delito complejo de homicidio muy especialmente agravado por el concurso e incendio agravado por ser reincidentes y por la pluriparticipación. Ella considera que seis fueron autores y uno de ellos coautor. Sin embargo, a su juicio, a todos les corresponde la misma pena: la máxima. Esto es 30 años de cárcel y 15 años más de medidas de seguridad eliminativas.
A todos los acusados los representa la misma defensora pública. Una vez que ella conteste la demanda acusatoria, se fijará una fecha para comenzar el juicio oral, donde la Justicia determinará si aquellos señalados por la Fiscalía son los verdaderos autores del crimen.
Hubo 18 víctimas en cuatro años
Desde 2021, hubo cuatro incendios intencionales que dejan reclusos fallecidos. En total, las víctimas de estos homicidios fueron 18 hombres. El primer caso citado ocurrió el 12 de enero de 2021 y se cobró la vida de dos reclusos. En ese entonces, varios presos se escaparon de su celda y se presentaron en la puerta de la celda de las víctimas. A través del “sapo” -agujero por el que se les entrega la comida- los rociaron con nafta y pasaron lanzas con puntas de polifón incendiadas. A su vez, los agresores permanecieron allí, mirando todo, para evitar que los presos se escaparan. Dos de los integrantes de la celda fallecieron y los otros tres, que lograron empujar a los atacantes y salir del lugar, sufrieron heridas graves. Los cinco agresores deberán cumplir con la pena de 28 años de cárcel.
Casi dos años después, el 28 de diciembre de 2023, de una forma casi idéntica, cuatro presos atacaron a los integrantes de la celda 49 del Módulo 4. Seis reclusos murieron y dos resultaron heridos.
Por una abertura, pasaron una lanza con polifón en la punta prendido fuego y luego tiraron una especie de “bombita” para propagar el fuego. La reconstrucción fiscal apunta a que el motivo fue un problema relacionado a un celular y una solicitud de amistad que uno de los fallecidos le envió a la novia de uno de los agresores.
Los dos sobrevivientes lograron huir por un boquete que los presos de la celda contigua hicieron en el momento. Hay cuatro presos acusados de cometer el crimen y la Fiscalía los llevará a juicio. Tal y como informó El País, solicitó que sean condenados a 30 años de prisión y 15 de medidas de seguridad eliminativas.
A casi un año de ese hecho, el 25 de setiembre de 2024, ocurrió el séxtuple homicidio en la celda 94 del Módulo 4.
En junio de 2025, un episodio muy similar se cobró la vida de cuatro presos del Módulo 11. Es el único caso por el que aún no hay responsables imputados. Estiman que hubo un conflicto entre los reclusos de dos celdas contiguas, que venía motivado desde hacía varios días, incluso llegando a ocasionarse peleas en el patio.
En medio de una discusión, consiguieron romper los candados de la celda y salieron con cortes carcelarios. Al darse cuenta de la situación, funcionarios policiales acudieron al lugar, pero fueron detenidos con colchones colocados por los presos como escudos para evitar la munición no letal.
Cuatro reclusos de una de las celdas decidieron resguardarse, momento en el que los agresores arrojaron un trozo de colchón el llamas. Eso desató la rápida propagación del fuego, según explicó en conferencia de prensa la directora del Instituto Nacional de Rehabilitación, Ana Juanche.
Una de las víctimas ya había sido afectado por dos incendios intencionales antes
Paulo Méndez, uno de los presos que murió asesinado en el incendio, ya había sido víctima de una situación similar de la que había logrado salvarse y había sido afectado por el humo de otro siniestro, según surge de constancias policiales publicadas por El País en el mes de noviembre del año pasado.
El joven había sido encarcelado en agosto de 2021 y debía cumplir una pena de cuatro años y ocho meses por rapiña y receptación. El 11 de noviembre de ese mismo año hubo personas que pretendieron prender fuego su celda.
En esa oportunidad, según surge del acta policial, hubo reclusos que “quisieron copar la celda 22 para robarles los teléfonos”. “Después prendieron fuego a la celda 12 y a mi celda”, declaró Méndez, que se alojaba en la celda número 13.
En el informe policial se establece que se prendieron fuego varias celdas y que la de él “se encontraba completamente incendiada”. Los presos lograron salir mediante un boquete. Los agresores, se concluyó, habían salido de su celda partiendo los candados.
Un mes después, en diciembre, ocurrió un episodio similar en una celda aledaña a la de la víctima. En esa oportunidad, otro preso “arrojó por la ventana un líquido inflamable, presumiblemente nafta y causando el incendio”, advierte el parte policial.
Aunque Méndez no estaba en esa celda, igual se vio afectado. Por eso, al labrársele acta, declaró: “Fui al médico, porque tengo una operación de hace un año más o menos, donde me sacaron un pulmón y hoy con el incendio me costaba respirar por la cantidad de humo negro que había”.