Jazz, bossa, boleros y anécdotas en una prodigiosa voz brasileña

Leny Andrade. Con 50 años de carrera recuerda cómo nació la bossa nova

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PUNTA DEL ESTE | XIMENA ALEMAN

La cantante de Jazz Leny Andrade se presentó en el club de jazz Medio y Medio en Punta Ballena. En sus 50 años de carrera ha llevado el jazz y la bossa nova a 50 países.

La voz de Leny Andrade resume la geografía de Brasil. En sus graves y agudos se juntan el Corcovado de Rio de Janeiro, la ciudad donde nació, y la playa de Ipanema, que se popularizó en la bossa nova. Su voz, signada por el Matto Grosso, recorre las letras como paisajes nativos vírgenes. Allí, de la mano del jazz, descubre caminos intransitados: los caminos que manda la improvisación.

"Hay unos caminos ahí en la canción para hacer improvisación. No es tan fácil como la gente cree. A mí me gusta mucho, me despierta curiosidad encontrar esos caminos. La improvisación es una composición hecha en el ahora, estás cantando con un acompañamiento y estás creando otra melodía. Yo puedo improvisar lo que he improvisado en el ensayo y cuando llega la noche improviso de otra forma. Llama mucho la atención, la gente siempre quiere saber cómo es que lo hago".

Para Leny la respuesta a esa pregunta es sencilla. "La improvisación sólo es posible porque toco un instrumento. Nadie que no toque puede improvisar, porque no tiene noción de la armonía, de los acordes, del acompañamiento".

Leny observa desde el escenario a las "maritacas" (cotorras) que la despertaron esta mañana y que revolotean entre los árboles. Lo hace sin rencor porque son colegas: su voz comparte el aire con ellas. Su madre era profesora de piano y ella lo llevaba como herencia, pero decidió abandonarlo por ese otro instrumento que es su garganta.

"Yo canto mitad con la garganta y mitad con el diafragma. Lo tengo un poco alto, por eso medio que canto volando, la voz vuela. La agarro de acuerdo a la necesidad. Y va volando para acá y para allá. Se va yendo. Con el piano es otra técnica, es otra cosa", dice ella sobre la comparación entre ambos. "Los dedos son los dedos y acá, en la garganta, es más difícil. El aparato vocal es un músculo y depende cómo lo manejes".

Ese manejo de pájaro que hace Leny cuando canta jazz comenzó cuando escuchó por primera vez a la cantante Dolores Duran. "Fue la primera vez que escuché una improvisación. Cuando terminó de cantar dije `Pero, Dios mío, yo puedo hacer esto. Es un juego de palabras. Es otra forma de decir, un palabreo distinto.` Lo peor es que toda la gente cree que yo improviso por culpa de Ella Fitzgerald y yo no sabía quien era ella. Ni Sarah Vaughan. Pero Dolores Duran sí vino de las cantantes de jazz. Y se murió muy temprano. Era una compositora divina y una cantante espléndida. Y viva, muy viva, con mucha capacidad musical".

Su historia musical es anterior a su matrimonio con el jazz. Con 68 años esta cantante petisa, redonda y con aspecto de abuela, es documento y testimonio de la vida y la historia de la bossa nova, ese movimiento que renovó la música de América del Sur.

"Mi blanquinho", dirá de Vinicius de Morais durante la prueba de sonido. "Nunca entendí como un hombre tan blanco, tan blanquinho, tenía tantas novias. Nunca, ni una sola noche, lo vi irse solo del bar". A la noche, cuando reina sobre el escenario de Medio y Medio, la anécdota se extiende y Leny hace la mímica de Vinicius: "Marinha, Cintinha, Victorinha... a todas les hablaba con cariño y todas se iban con él".

Leny tocó con Vinicius y con Antonio Carlos Jobim cuando la bossa era apenas un murmullo que se oía en el callejón de bares nocturnos que ellos llamaban Beco das garrafas. "Muchos músicos buenos, de primera clase, pasaron por ahí. Todos se encontraban ahí, en Beco das Garrafas. Era un lugar de intercambio, las novedades siempre llegaban ahí".

Luego fue a México, donde vivió seis años. Allí conoció a Armando Manzanero, ahora su amigo, y a sus boleros. "Mi pequenhito", dice al presentar sus temas. Los boleros que canta esta noche en Uruguay no son los mismos que tocaba en sus inicios, cuando tenía 15 años, y por un sueldo prestaba su voz para que la gente bailara en los bailes. Quizá cantando esos boleros fue que Leny aprendió la dinámica del romance. Esa que explica a esta audiencia en este recital, esa que tanto le gusta.

"Primero es mano con mano, después rodilla con rodilla. Y es todo natural". Seguramente allí descubrió que los boleros y el romance están íntimamente conectados.

"El bolero es la única oportunidad que tienes de juntar cuerpo con cuerpo para bailar. Porque en todos los otros ritmos el hombre baila muy lejos de la mujer. El bolero hace esta liga. A mí me parece muy bien".

Pero 50 años más tarde las perspectivas para el romance son poco promitentes. "Yo que soy mujer creo que la mujer quiere romance siempre. Y los hombres quieren poco romance y mucha prisa. Entonces la cosa anda peligrosa", dice Leny.

Ese panorama a veces la preocupa. "Acabo analizándome y viendo que el tiempo está pasando cada vez más rápido y hay que tener cuidado, porque hay que entrar en la onda a ver qué piensa la gente, qué pasa".

Más allá de las vicisitudes románticas de cada época, el tiempo ha reconocido los méritos de esta cantante que en 2007 ganó un Grammy por su disco Ao Vivo junto al pianista César Camargo. Para los Grammy 2012 piensa presentar su último disco Alma mía. A esta altura de su vida sabe que el jazz nunca va a ser moda "porque faltan músicos que sepan", pero eso no la inquieta. Para ella no se trata de modas. "No importa si es música latina, americana o brasileña" comenta. "Yo sólo quiero encontrar esa pitada de jazz para cantar."

Una vida cantada en portugués

Leny Andrade nació en Río de Janeiro el 25 de enero de 1943.

Aprendió piano en el Conservatorio de Música de Brasil. Sin embargo, se dedicó al canto tras descubrir el potencial de su voz.

Vivió seis años en México, desde 1966 hasta 1972. Desde entonces ha recorrido 50 países llevando su música.

Aunque habla inglés y español canta siempre en portugués.

Es artista residente de uno de los clubes de jazz más reconocidos internacionalmente, el Burton Jazz club en Nueva York, donde se presenta varias veces al año.

También es habitual que se presente en el prestigioso Lincoln Center, en Central Park.

En Estados Unidos es conocida como la "Ella Fitzgerald de Brasil". Allí es especialmente alabada por su versión jazzeada de Garota de Ipanema, considerada de singular destreza.

En 2007 ganó el Grammy en la categoría Mejor disco de música popular brasileña por el disco Ao vivo, que grabó junto al pianista y productor César Camargo.

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