Homenajearon en Buenos Aires al pintor Carlos Páez Vilaró

El pintor Carlos Páez Vilaró fue declarado "artista de las dos orillas" por el Consejo de la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires durante un emotivo acto celebrado en la propia sede del deliberativo porteño del cual participaron personalidades de la política, la cultura y del ámbito empresarial de la Capital Federal.

En el solemne acto celebrado en el Salón "San Martín" de la sede de la legislatura porteña, Páez Vilaró recibió una plaqueta en reconocimiento de su trayectoria artística en ambas márgenes del Río de la Plata y concediéndole el título de "Artista de las dos orillas" por su obra cultural. La iniciativa de homenajear a Páez Vilaró, se debe a que tiene una intensa relación con Argentina, entre otras cosas porque trabajó en Buenos Aires desde fines de los años 40.

El pedido parlamentario corrió por cuenta del diputado porteño Norberto La Porta, quien destacó la personalidad del artista compatriota. En el acto también hicieron uso de la palabra el embajador uruguayo Francisco Bustillo y el homenajeado, quien, con profunda emoción recordó su paso por Argentina.

Páez Vilaró culmina por estos días una exposición de sus obras en la ciudad de Rosario de Santa Fe, cuyas autoridades le entregaron el título de "visitante ilustre".

Durante la ceremonia se pasó un vídeo que recoge las distintas facetas de Carlos Páez Vilaró como artista plástico, realizador cinematográfico, aventurero de mar y tierra.

Se destaca además que sus murales que están desparramados en los cinco continentes y una gran cantidad de personalidades con las cuales mantuvo una estrecha relación como los pintores Quinquela Martín, Pablo Picasso o el catalán Salvador Dalí, el músico Astor Piazzolla o el propio Ernesto "Che" Guevara.

«Me siento de ambos países, aunque nací en Montevideo. Tengo tres hijos uruguayos y tres hijos argentinos. A Buenos Aires vine a trabajar a los 17 cruzando en una noche el Río de la Plata, en el Vapor de la Carrera, señaló Carlos Paéz Vilaró al recordar a los presentes que los primeros treinta pesos argentinos que ganó como obrero en una fosforera los gastó hablando por teléfono con su madre para contarle la novedad.

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