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"Hay mucha figura sobrevalorada en el espectáculo argentino"

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Maximiliano de la Cruz en Punta del Este. Foto: Ricardo Figueredo
Maximiliando De la Cruz, Maxi, actor uruguayo, en Punta del Este, foto Ricardo Figueredo, corresponsal de Maldonado, 20171226 - Archivo El Pais
Ricardo Figueredo/Archivo El Pais

MAXI DE LA CRUZ

El espectáculo Stravaganza, nacido de la imaginación de Flavio Mendoza, se encuentra en lo más alto de la cartelera de Punta del Este. Y al frente de la marquesina está Maxi de la Cruz, ocupando el lugar del bailarín y coreógrafo argentino, quien está cumpliendo con otros compromisos en Argentina.

Entrevistado por El País, el comediante uruguayo habla de la fama cuando es puro cuento; de su malograda presentación en el Bailando por un Sueño; de la “falta de sensibilidad actoral” de Marcelo Tinelli; del desarrollo que ha tenido el stand up en los últimos años; del presente de su padre, Cacho de la Cruz, y de lo que aguarda para este 2018.

—¿Qué encuentra la gente que viene a ver esta puesta en escena de Stravaganza?

En Argentina es un espectáculo que marcó un antes y un después, fue récord de taquilla y de público. El que tenía el récord era Alberto Olmedo. Y Stravaganza metió casi 170.000 personas en una temporada de verano. Estuve cuatro años de corrido haciendo el show por Argentina. Hubo que armar un escenario especial para esto. Es un espectáculo en el que pasás por todos los estados, porque tiene acrobacias, bailes y coreografías, buena música, humor. Es como que el show te pasa por arriba. La gente hay veces que no sabe qué mirar, porque pasan cosas por todos lados. Es algo irreal lo que pasa en el escenario.

—¿El hecho de haber llenado más de una vez un teatro en Argentina hace que cuando volvés a Uruguay sientas que este mercado te quedó chico?

No, porque las veces que se llenaron teatros no fue por mí, uno pone su granito de arena en un espectáculo. Y yo tampoco perdí la referencia de Uruguay. Acá, en Argentina y en todo el mundo es difícil llenar un teatro, hay mucho laburo atrás y tiene que haber un buen producto arriba. A mí lo que me pasa acá es que tengo que ser más la cara del espectáculo, me lo pongo al hombro al 100% en cuanto a promoción y armado. Son dos mercados distintos y productos distintos.

—¿El público local te exige más por ser uruguayo?

Y sí, porque esperan más de vos. También me pasa cuando estoy en Buenos Aires y hay público uruguayo: sentís el apoyo de la gente, que saca banderas y te lo marca desde la platea.

—No solo has trabajado con Flavio Mendoza, también con Aníbal Pachano y otras figuras del espectáculo argentino. ¿Existe en el ambiente ese vedetismo que transmiten los programas de farándula?

En los elencos que yo estuve no tuve problemas con nadie, ni hubo problemas como para generar prensa, que es algo que se hace. Cada uno tiene un lugar (en Argentina) y eso sí está mucho más marcado que acá. Las figuras son las figuras, las que venden entradas y tienen su lugar. Al principio me parecía raro, pero después fui entendiendo que eso también forma parte del show business de Argentina. He pasado por todas. Cuando estaba con Pachano me decían: ¿Vos sos el cómico? Y yo al principio lo veía como despectivo, porque estaba acostumbrado a que supieran lo que hacía. Otros técnicos me preguntaban: ¿Vos sos el mago? ¿Qué hacés acá en el espectáculo, boludo? (risas).

—¿Y las figuras hacen notar al resto del elenco, sus compañeros, que tienen un lugar preferencial en la marquesina?

Algunas sí y otras no. Eso ya es un tema más humano que otra cosa. Yo entiendo que alguien tenga un lugar especial por la trayectoria, porque vende entradas, pero después somos todos iguales. Flavio por ejemplo nunca ha hecho una diferencia por ser la figura, ha invitado a todo el elenco a pasar la Navidad y el Fin de Año a su casa, nos juntamos a comer… Porque él también la hizo de abajo, y pasó de todo. También fue un bailarín más de un elenco y capaz que sintió algún destrato. Todo depende de con quién te cruces y del valor humano.

—¿Hay mucha figura sobrevalorada en Argentina?

Sí, para mí sí. Lo que pasa es que con todo esto de la mediatización por momentos se encuentran con que un día estabas haciendo una cosa y al otro sos "famoso". Y te agarra un productor para aprovechar el momento que te quiere sacar el jugo y te expone Y ahí es donde se confunde la cosa. Hay pibes que pueden creer que ya llegaron, y capaz que les dura un año. Yo lo tomé siempre como una profesión a largo plazo, en la que hay que tener suerte y tomar decisiones, portarse bien y rendir, porque arriba del escenario es donde se ve la verdad.

—Con el desarrollo que ha tenido el stand up, ¿sentís que la gente como vos, que lo hace de forma profesional, tiene ahora mayor responsabilidad?

Hay mucha gente joven que es muy buena. Yo me obligo por mí mismo, para crecer en lo que hago. Las redes dieron una ventana para mucha gente que está trabajando gracias a eso e incluso hace shows que son buenos. Pero por otro lado, la red te permite manejarla, grabarse 200 veces haciendo un chiste y viendo si quedó bien. Pero si tenés que resolver algo rápido o estar arriba de un escenario, la cosa cambia. Hay locos que la rompen en las redes y son muy divertidos, pero que los ponés arriba de un escenario y no lo son tanto.

—¿Qué te pasó con Tinelli? ¿No le gustó lo que hiciste?

(Se mata de la risa) Creo que nunca se enteró de lo que hice ahí. Había un 50% de posibilidades de que pudiera pasar eso y otro 50% de que fuera un golazo. La tele hoy en día es así. Y más ese programa, que es una locura, que va a 200 kilómetros por hora. Está todo relacionado a lo que al tipo le importe y sienta en ese momento. Capaz que ese día le dolía la muela y no lo vio atractivo.

—¿Y después no hubo otro acercamiento? Porque te ha ido bien en Argentina.

Yo conozco a todos los productores, al Chato (Prada), a (Federico) Hoppe. No somos amigos pero los conozco, ellos saben lo que hago. Una vez hubo como una propuesta pero después se pinchó. Si se da, se da. Sino, ta. Y después de esa experiencia, me dije: No es un lugar para generar nada, por lo menos del humor que yo puedo llegar a hacer. Fue Gasalla y lo mataron también: no podía desarrollar nada, porque los tiempos del tipo son otros.

—Quedaste muy expuesto…

Tinelli no es actor y por tanto no tiene la sensibilidad del actor. Hay pibes que ensayan toda la semana, que fueron a las tres de la tarde a peinarse, a maquillarse, producirse, y cuando llegan les dicen: No, mirá que hoy no salís. Con los nervios que vos pasás ahí. Y capaz que no salís porque el tipo (Tinelli) se puso a jugar con una perra que entró al estudio sin querer, y eso le rindió.

Si me llaman para bailar obvio que voy, de cabeza, porque me rinde. Podría hacer humor. Y sé que si te va bien sirve para generar cosas paralelas. Pero he laburado bastante, haciendo teatro que es lo que me gusta. También hice tiras de televisión para Polka. También quiero hacer castings para cine, porque allá se filma mucho, pero todo es un proceso lento.

—¿Te parece que la televisión uruguaya está en deuda con tu padre? ¿Qué Cacho (80) tendría que estar en pantalla?

No, porque el que decidió no estar más fue papá…

—Tuvo una última experiencia en la que no se sintió muy cómodo, "Parque Jurásico", junto a su amigo Julio Alonso…

Ahí se dio cuenta que estaba cambiando la tele. Prefiere que la gente tenga un buen recuerdo de él.

—La gente siempre lo quiso, en eso no hay dos opiniones...

Sí, la gente que me saluda por la calle siempre me pregunta por mí papá, me dice que le mande un beso, que fue a Cacho Bochinche… Es un tipo súper querido. Fue una decisión de él, hay que tenerlo muy claro para saber cuándo parar y no quedar como un choto.

—¿Cuando ve lo que hacés te dice si un chiste no le gusta, que le parece soez, o que cambies algo de tu espectáculo?

Todo el tiempo. Y yo lo consulto. Es más, en este show de Stravaganza hay un cuadro nuevo que lo armé yo. Cuando más o menos lo tenía en la cabeza, lo consulté con papá y lo termine de armar con él.

—Así como tu padre es alguien muy querido, también se dice que es una persona muy seria en su vida personal…

Mirá que no… siempre se dice que los comediantes son tristes en la realidad. Pero no, es muy divertido, todos los días te está tirando cosas. Gasalla por ejemplo es un tipo muy tranquilo, pero capaz que en esa tranquilidad te manda una que te matás de la risa. Capaz que hay como un contraste, pero papá es un tipo que siempre está de buen humor, no boludeando o paveando todo el día. Somos iguales en eso.

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