László Erdélyi
En un depósito de materiales del Museo de Artes Visuales del Parque Rodó fueron hallados los restos de seis de las 73 obras de Joaquín Torres García que se quemaron en el Museo de Arte Moderno de Rio de Janeiro el 8 de julio de 1978.
El remitente de la caja decía "Jornal do Brasil, Av. Brasil 500, Rio de Janeiro, Brasil" y estaba dirigida al "Museu Nacional de Artes Plásticas, Tomás Giribaldi 2283". La caja fue hallada por un grupo de funcionarios de mantenimiento del Museo, según dijo a El País la directora del mismo, Jacqueline Lacasa.
"No era un depósito de obras de arte, sino uno de materiales", señaló. En la caja, que luce en sus costados varios carteles advirtiendo "Nao Vire" (No girar), fueron hallados restos parciales de tres de los murales del Saint Bois, dos cuadros constructivos sobre madera, y un cuadro constructivo sobre cartón. Todos estaban envueltos en papel y nailon, y con trozos de carbón y tela quemada que se fueron desprendiendo del borde de los restos. Un cartel en papel blanco pegado afuera de la caja por las autoridades uruguayas del museo de aquel momento, advierte que allí se encuentran obras quemadas en Rio de Janeiro.
"Las obras, especialmente acondicionadas, serán expuestas al público dentro de poco, en el Día del Patrimonio en el mes de octubre", anunció Lacasa, "luego irán en préstamo al Museo Torres García durante un año, donde también serán exhibidas".
Un dato llamativo es que la familia de Torres García no tenía conocimiento de la existencia de esta caja. Lacasa convocó a la familia a reconocer los restos, identificar las obras, e iniciar así un proceso de recuperación patrimonial tan sagrado a los uruguayos.
La pérdida patrimonial que significó el incendio en Rio de Janeiro fue calificado en su momento como una catástrofe cultural por los principales diarios del mundo, entre los que estaban el Washington Post y el New York Times
El Día del Patrimonio "las obras serán exhibidas en nuestro museo; mediante un recurso audiovisual, los visitantes puedan ver proyectada la obra completa, e identificar en ella qué parte sobrevivió al incendio". Los restos de obras pertenecen a los murales "Pax in Lucem" (1944, de 110 x 427 cm.), "Pacha Mama" (1944, de 87 x 280 cm.) y "Locomotora blanca" (1944, de 103 x 129 cm.), que habían sido pintados en las paredes del Hospital Saint Bois y transferidos a tela y bastidor entre 1972 y 1974.
También hay un trozo grande del óleo "Constructivo en blanco y rosa" (1931), resto que se conoció en el mundo luego del siniestro gracias a la foto del diario O Globo que aquí se reproduce. También hay restos de otros dos óleos: "Composición Constructiva" del año 1932 y "Pintura Constructiva" de 1937.
EL INCENDIO. Han pasado 29 años y todavía no se saben las verdaderas causas del siniestro. Lo concreto es que en la madrugada del 8 de julio de 1978 fueron consumidas por las llamas 73 obras de Joaquín Torres García que estaban expuestas en el Museo de Arte Moderno de Rio de Janeiro, obras que representaban el período más contundente de la creación del maestro, su etapa constructivista. Se quemaron los siete grandes murales que Torres García y colaboradores habían pintado sobre los muros del Hospital Saint Bois, decenas de pinturas, varias esculturas, seis juguetes y dos objetos.
La selección original de 67 obras se hizo en Montevideo, tres años antes. De allí viajó a París, con motivo de la muestra en honor de Torres García que se llevó a cabo en 1975 en el Museo de Arte Moderno. En Rio de Janeiro se sumaron seis obras más del coleccionista carioca Jean Boghici.
Una sumatoria de factores llevó a que esa obra permaneciera demasiado tiempo en París, casi tres años. La falta de dinero, sumado al desinterés del gobierno militar uruguayo en mover sus recursos, determinó que a duras penas se pudiera traer la obra hasta Rio. Así estaba, al menos, más cerca de Montevideo. Pero fue una mala elección.
El MAM de Rio de Janeiro ofrecía todas las garantías, en apariencia. Sus instalaciones fueron elogiadas por Angel Kalenberg, Director del Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo. Pero faltaban datos de la realidad.
Su directora anterior Maria Eliza Garrazoni había renunciado hacía poco debido a la falta de seguridad contra incendios, como recogió el enviado especial de El País al lugar del siniestro, Miguel Carbajal. También se ignoró que el capítulo del ICOM Brasil (Internacional Council of Museums) había denunciado dos años antes esta situación de riesgo, y que la relación con la dirección del MAM era conflictiva.
"Nunca vinieron a los encuentros anuales en materia de seguridad y mantenimiento de museos que organizaban ICOM y un pool de aseguradoras locales" afirmó a la revista Veja Fernanda de Camargo Almeida-Moro, consultora de seguridad de museos para Unesco. El diario Washington Post afirmó que el MAM no parecía estar preparado para recibir obra de semejante valor: "el museo carecía de un sistema que permitiera detectar de inmediato el fuego, y apagarlo". Por si fuera poco, una vez detectadas las llamas todo fue caos, desorganización y desatino. La estación de bomberos estaba a cinco minutos de trayecto, pero el auxilio tardó una hora en llegar.
"Parecía hiroshima, todo calcinado, un desastre"
En el año 2003, a 25 años del incendio en el museo de Rio de Janeiro, el coleccionista brasileño Jean Boghici recordó con amargura esos días. Horas después de apagado el fuego se acercó al edificio humeante. "Parecía Hiroshima, todo calcinado, hierros retorcidos, un desastre. Soy un hombre fuerte y sano, pero ese día la presión arterial se me fue al diablo". Boghici fue citado en el New York Times, que publicó la noticia del incendio en su portada: "lo único que se puede hacer ahora es estar furioso". El seguro le pagó por cada cuadro quemado el mismo monto que gastó al comprarlos: U$S 5.000. Seis pinturas suyas se habían consumido. Nueve meses más tarde se remató en París un hermoso cuadro constructivo de 1931, con una base de U$S 12.000. "Era una belleza", recordó el coleccionista, "y el incendio había dejado la sensación en el mercado del arte de que la obra del maestro Joaquín Torres García había pasado a ser una rareza". Pujó y pagó U$S 25.000.
Pasó, así, a ser la comidilla de los marchands del mundo, el que "compra Torres García caros", o el de cinco por uno, porque con el dinero de cinco pudo comprarse uno. Pero no le importaba, estaba orgulloso de su pintura. Tanto, que pasó por Nueva York y se la mostró a su amigo, el famoso marchand Sydney Janis. Este le dijo "no es caro, pronto costará U$S 100.000". Y tenía razón.
Bautismo de fuego
Los peores recuerdos de Rio asaltaron a los asistentes a la inauguración de la muestra "Ala-ddin, juguetes transformables", de Joaquín Torres-García, el viernes 31 de agosto en Buenos Aires. Un incendio obligó a evacuar a 350 personas en el Museo de Arte Latinoamericano (Malba). El fuego dañó la cafetería pero no hubo víctimas ni obras perjudicadas (EFE)