Especialistas en mover el esqueleto

| Aunque hay médicos que la practican, la Facultad de Medicina no la ha incorporado a su terapéutica

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CESAR BIANCHI

La señora García espera frente a un escritorio a que el doctor Nicolás Mermelstein termine su audición radial para pasar a su consultorio. El médico y su mujer Judith se despiden de la audiencia deseándole que Dios los bendiga. Cuando termina, Mermelstein se pone la túnica y la hace acostar a García en una camilla. Lentamente comienza a manipularle todos los huesos del cuerpo. No es digitopuntura ni fisiatría, es quiropraxia.

Mermelstein (64) es uno de los pocos que practican la quiropraxia en Uruguay. Si acaso hay ocho en todo el país, según estima el propio médico, recibido de oftalmólogo según consta en el diploma colgado en una pared de su consultorio. Sin embargo, como más trabaja es como quiropráctico.

"Es el arte de restituir a la normalidad los huesos, los tendones, ligamentos, las articulaciones que están fuera de lugar, a veces en salidas mínimas como subluxaciones", define el reconocido profesional.

Mermelstein interviene cuando el paciente sufre un dolor que altera su normalidad anatómica y fisiológica. Con la quiropraxia —medicina "alternativa" o "complementaria", no reconocida por la Facultad de Medicina— cura hernias de disco, pinzamientos, pie plano, juanetes, metatarso vencido, lumbago, contracturas, ciática, "codo de tenista", artrosis, artritis y osteoporosis, entre otros diagnósticos.

A la señora García, una mujer de unos 70 años, le masajea el cuello, las piernas y la rodilla. Con las manos la toma del mentón y le hace un movimiento que parece brusco, pero a ella no le duele. Le flexiona las piernas nuevamente y le da masajes en las rodillas. "¿Sigue sintiendo el mismo dolor?", le pregunta el médico. "No, ahora no", confiesa ella. "¿Alguna queja?", insiste él. "Ninguna", contesta.

OBJETIVOS. Dicen los que saben que los quiroprácticos suelen eliminar dolores de años con una correcta manipulación de las vértebras. La movilización apropiada de los músculos y los huesos permite recuperar el balance neuromuscular perdido por malas posturas y sedentarismo.

A principios del siglo XX el canadiense no médico Daniel Palmer fundó lo que llamó la quiropraxia. Dijo oportunamente que la mala alineación de las vértebras de la columna era la fuente de todas las enfermedades. Según la teoría de la quiropráctica, la mala alineación de las vértebras de la columna puede limitar la amplitud de movimientos de la columna y afectar a los nervios que salen desde la médula espinal a través de la columna.

A su vez, los órganos que dependen de estos nervios pueden funcionar incorrectamente o padecer enfermedad. Las manipulaciones quiroprácticas tienen como objetivo realinear las vértebras, restaurar la amplitud de movimientos de la columna y liberar los nervios.

Mermelstein no utiliza cremas, ni calmantes ni antiinflamatorios. Tampoco inyecta y no bloquea. "Sólo uso mis manos", aclara. "Si viene con el síntoma y quejándose, yo detecto su problema, lo trabajo y el paciente se va aliviado", dice.

Alfonso Fandiño (49) vive en la ciudad de Salto. Es enfermero y trabaja en la comisión departamental de Salud Mental, pero en sus ratos libres atiende como digitopunturista, otra técnica no reconocida por la Facultad de Medicina.

"La digitopuntura es presión con los dedos, mientras que la quiropraxia es una práctica más delicada y peligrosa", dice el salteño, que atiende dos o tres consultas por semana.

Fandiño desconfía de la quiropraxia: "hay muchos pocos que la sepan hacer en el país. El tratamiento de la digitopuntura no es tan agresivo.

Una manipulación equivocada puede tener nefastas consecuencias, como dislocar un hueso", ejemplifica.

"CURANDEROS". Néstor Garrido también practica la quiropraxia digitopuntura e incluso radioestesia. Le dicen "El Manosanta" y dice ser ayudado por Dios y seres superiores en cada consulta. Dice que aprendió la quiropraxia en 1987 cuando asistió al curso de un especialista chino en Buenos Aires.

Vive y trabaja en Parque del Plata, y en su casa tiene una gran colección de camisetas de fútbol donadas por jugadores que fueron tratados por él, desde Carlos Aguilera y Nelson Gutiérrez a Daniel Fonseca y Federico Magallanes. "Los futbolistas vienen cuando tienen distensión de ligamentos. Yo aprendí llaves para destrabar vértebras, atiendo a los que tienen hernias de disco y tienen que operarse", dice.

Garrido dice que tiene muchos ofrecimientos para trabajar en el interior, pero el trabajo en su propio hogar le demanda mucho tiempo. Atiende un promedio de siete personas por la mañana y tres por la tarde, pero los sábados puede llegar a atender 14 personas. La consulta cuesta $ 250.

"Los médicos están en contra de nosotros. Dicen que somos alternativos y no nos reconocen", se lamenta.

Garrido dice que él simplemente cura, invocando a los dioses para que le den energía. "Una vecina tenía un esema en un tobillo y los médicos le dijeron que tenía un virus, pero que no sabían cómo tratarla. Se atendió conmigo y ya no le duele más", se jacta.

El "Manosanta" distingue a los quiroprácticos de los simples masajistas. "El masajista masajea los músculos, los llaman ‘lavadores de piernas’, pero yo sano o curo, que es otra cosa", dice.

Garrido apunta que cada vez más las mutualistas están asumiendo el servicio de digitopuntura y acupuntura, por lo que "ya llegará el día" en que recurran a la quiropraxia.

En Uruguay la modalidad de manipulación de los huesos y músculos por técnicos no médicos no tiene más de 100 años. Uno de los pioneros, en el interior del país, es el curandero conocido como "El Huesero", en Sarandí del Yí.

Se cuenta que personas con dolores en el pie que nunca caminaron sin renguear dejaron de hacerlo después de atenderse con él, y que otros ingresaron a su clínica en sillas de rueda y se retiraron caminando.

Muchos que se dicen quiroprácticos en el interior aprendieron las técnicas manipulando a los caballos, cuando algún hueso se le salía de su lugar. Suelen tener dos tarifas diferenciadas, una "a voluntad" para los carenciados, y otra mayor a los $ 500 para los pudientes.

Mermelstein recuerda al japonés Otaro Noagasima, que trabajaba en Pocitos, o a los hermanos canadienses McGlouding, que trabajaban en el edificio Ciudadela de Montevideo. "Hicieron mucho bien, hasta que el mercado los expulsó".

"Esto es medicina alternativa, pero es medicina. Reconocida o no debería ser escuchada. La mayoría de los que opinan mal no la conocen. Todo sirve si está bien aplicado, bien hecho, bien diagnosticado. Es como una cirugía, si está bien hecha sirve, pero si está mal hecha no sirve", comparó.

EN CONJUNTO. Angela Praíno Acevedo (43) es operadora turística, pero además trabaja como técnica en quiropraxia en dos consultorios o a domicilio. No se considera quiropráctica porque —dice— carece de la experiencia necesaria como para osar mencionarse como tal. Hace sólo dos años que aprendió las técnicas.

"En los últimos diez años comenzó el auge de las técnicas de manipulación de vértebras y músculos. A lo que el individuo somatiza tanto, se dio ese lugar", entiende.

Praíno advierte los riesgos de una mala manipulación, donde se puede desgarrar un hueso, aumentar la dolencia o incluso hacerla irreversible. En una tendinitis, por ejemplo, el masaje debe ser muy suave. Ni se debe sentir la mano.

Según Praíno, la medicina tradicional desconfía de los quiroprácticos, porque históricamente éstos nunca fueron a la Universidad.

Según ella, la Facultad de Medicina debería organizar un seminario para escuchar a los "manosantas", "curanderos" y "hueseros".

Datos

El tratamiento manual con fines terapéuticos tiene alrededor de 3.000 años, y es originario de China, Grecia y Egipto. De hecho, Hipócrates escribió postulados de terapias manuales.

Se usaba para dolencias con el añadido de las "tracciones", es decir que se ataba al paciente a una gran mesa de madera para estirar sus músculos y huesos.

Paralela a la quiropraxia, fundada como tal por el canadiense Daniel Palmer a principios del siglo XX, su compatriota Andrew T. Still fundó la osteopatía, otra técnica manual no reconocida por la medicina tradicional. Esta última, además, pretende influir en el aparato digestivo y respiratorio.

Las escuelas de quiropraxia más reconocidas en Europa son la inglesa fundada por James Cyriax, la francesa fundada por Robert Mailne, y la escuela española de quiropraxia. Hay una federación mundial de quiroprácticos.

Reparos de los médicos en la técnica

El doctor Juan Lacuague es fisiatra y profesor de la cátedra de Medicina Física y Rehabilitación de la Facultad de Medicina.

"La especialidad es una rama de la medicina dedicada a mejorar las deficiencias físicas. Trabajamos con el aparato neuromúsculo-esquelético, aunque nuestras técnicas también se aplican a enfermedades respiratorias y cardiovaculares", dijo Lacuague (58).

El fisiatra Lacuague cita tres razones por las que la medicina tradicional no reconoce a la quiropraxia. Una es el uso de manipulaciones extendido por personas no médicas. "Todo tratamiento requiere un diagnóstico previo y una valoración del mecanismo y las causas de la dolencia", argumentó.

Otro motivo es que las manipulaciones sin un diagnóstico médico previo puede ser de alto riesgo, especialmente en las cervicales. "Hay numerosos reportes en literatura médica de lesiones cerebrales graves, hemiplejia, parálisis braquial, paraplejias, todas producidas por una incorrecta manipulación", dijo.

"Además, estas técnicas de manipulación no han demostrado en los estudios beneficios significativamente mayores que otros tratamientos tradicionales, como la fisiatría", agregó.

Lacuague ve con buenos ojos la "integración" de los quiroprácticos a la medicina tradicional. "Con un médico del aparato locomotor (traumatólogo, reumatólogo o fisiatra) experimentado, un quiropráctico puede ser de utilidad en casos seleccionados", opinó.

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