Mario y Katty
Cuando Mario Sepúlveda quedó atrapado en la mina San José, su esposa Elvira Valdivia -a quien llaman Katty- trabajaba para Pricewaterhouse y contaba además con una cartera de clientes compuesta por vecinos y negocios del centro. Estaba terminando sus estudios de auditoría en la Universidad Arturo Prat. Cuando ocurrió el derrumbe que sepultó a su marido, ella tuvo que dejar todo en suspenso, y cuando se supo que los 33 estaban vivos, a medida que pasaba el tiempo, a Katty la angustiaba el futuro. Por eso, luego de que Mario salió de la mina, de a poco, su esposa fue poniendo en marcha la empresa que los tiene como socios. Ella maneja su agenda, negocia sus honorarios, prepara sus viajes y se preocupa de hacerle "márketing". Todo, para poder vivir tranquilos y mandar algún día a sus hijos a la universidad.
DANIELA MOHOR | EL MERCURIO/GDA
Delante de la casa de Mario Sepúlveda -el minero que saltó a la fama por su histriónica salida el día del rescate de los 33- y de su mujer Elvira Valdivia, hay pilas de tejas de arcilla, palos de madera, plásticos y otros restos de una obra en construcción.
Esa casa de Pudahuel, en un pasaje tranquilo y ordenado, es el lugar donde la pareja vive junto a sus dos hijos -Scarlette, de 19 años y Francisco, de 13- y la mamá de ella, hace más de cinco años. Pero en los últimos meses el minero se ha empeñado en mejorarla. Amplió la cocina y le hizo un ventanal, construyó un quincho con una mesa adornada con cerámicas en el patio trasero, y planea hacer una sala de estar con suficiente espacio para poner una buena pantalla plana y un sistema de karaoke. En la entrada de la casa, a un costado del living-comedor, está la oficina de Elvira, más conocida como "Katty". Es un espacio pequeño, con un computador de mesa, un notebook, una memoria externa y una impresora. Muebles para guardar archivos y bolsas de boletas y papeles contables. En la pantalla de su equipo, tiene tres buzones de correo electrónico abiertos. A un costado, está su blackberry negra, que suena cada vez que le llega un mensaje.
Todos los arreglos de la casa se han hecho progresivamente, buscando los materiales de más bajo costo y sin invertir de manera desmedida. Porque en la casa de los Sepúlveda Valdivia todo se hace de manera calculada.
"Yo soy contadora auditora, soy matemática, entonces pienso en esas cosas", dice Katty, mientras revisa los mensajes que le llegan desde países como Estados Unidos, Panamá, Costa Rica, Inglaterra y Argentina, invitando a su marido a participar en algún evento, a dar una entrevista para el primer aniversario del accidente o dar una charla de seguridad o motivacional, que es su especialidad.
EL MOTOR DE MARIO. La han llamado "la agenda humana" de Mario Sepúlveda. También su "mánager". Mientras los 33 aún estaban bajo tierra, la acusaron de sentirse superior a las demás mujeres de mineros, por no relacionarse mucho con ellas y no dormir en el campamento. Ella siempre ha rechazado esas acusaciones. Lo cierto es que desde un comienzo fue una de las más activas a la hora de exigir una reparación por el daño a las familias y de preparar lo que sería el regreso de su marido a la superficie, en términos de manejo mediático.
"A nosotros nos llamaban mucho para hacernos entrevistas, entonces me imaginé que una vez que Mario saliera sería así también. Realmente esto fue un milagro, un hecho histórico que marcó tanto a nivel nacional como mundial. A Mario lo ven y lo tocan para asegurarse de que no es mentira. Traspasó fronteras. Entonces, un amigo me dijo que lo mejor que podía hacer yo era sacarle partido a esta situación, que esto podía ser a corto o largo plazo, dependiendo de cómo lo manejara a futuro. Me dio la idea de hacer una empresa, una página web. Y yo lo pensé. A mí en mis estudios me enseñaron a crear empresas, a concretar ideas, entonces tengo esa mentalidad", dice.
Ella se lo comentó a su marido, y él desde abajo se sumó al proyecto. "Él me escribía: `Vea usted las cosas, usted sabe harto, vea si hay alguna persona interesada en mí, las condiciones de lo que salga, lo del dinero. Véalo usted". Así lo fuimos manejando.
Hoy, Mario y Katty son socios de la empresa "Consultoría y Asesorías Sepúlveda y Valdivia Limitada". Tienen una página web, www.mineromariosepulveda.cl, una relacionadora pública en EE.UU., un cúmulo de más de mil tarjetas con gente por contactar, y charlas y entrevistas concertadas en distintos continentes en los próximos meses. "Tenemos proyecciones. La idea de nosotros es que Mario tenga charlas constantemente, y tenemos los contactos. Siempre vamos los dos. Yo saco fotos, veo que se cumplan las condiciones, el tema del pago". explica Katty, y agrega: "Él siempre me dice `si voy a una charla con 300 personas y mi experiencia de vida les puede servir solo a diez o a dos, me siento gratificado`. Yo veo la parte de los negocios, pero Mario es netamente humano. Y por él que las charlas fueran gratis. Yo veo la parte empresarial, él no"..
25 MIL EUROS POR CONVERSar
Katty se sirve un té y cuenta que las cosas se fueron dando de a poco. Que tras las sugerencias de un amigo, llegaron las primeras solicitudes de entrevistas exclusivas con Mario para medios extranjeros. Que distintos periodistas le dieron un rango de precios por cobrar (por conversar con un diario europeo recibieron 25 mil euros). Que una vez se le acercó una mujer para pedirle que al salir de la mina Mario diera una charla con ella por 1,2 millones de pesos. "Ahí se me prendió la ampolleta", dice Katty. "Empecé a asesorarme sobre honorarios, requisitos técnicos, como el audio, el tiempo que debía durar una charla, la música. En un comienzo sentí mucha presión, de gente que se quería aprovechar de la situación, por eso también me hice cargo".
En la página web, el texto de presentación de Mario dice: "Los invito a ser parte de mi historia, viajar a través de generaciones; sin distinguir clases sociales, culturas, religiones y fronteras. Con la misma unidad que vivió el mundo el día en que fuimos rescatados, con esa misma luz que por largas horas mantuvo a todos pendientes de este gran milagro de vida".