El ejemplo de "Un techo para mi país"

| 906 es el número de número de casas construidas por "Un techo para mi país" en Uruguay.

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Fernando Pena

María Eugenia Lima

"La calidad de vida en el asentamiento ha mejorado en un 90% desde que llegó un techo", asegura Ana Sosa, que vive en 24 de enero, en Montevideo. Dice que, a raíz del cambio que logró esa organización, ahora su entorno puede llamarse barrio.

Esta vecina del asentamiento o barrio -como prefiere llamarlo ahora- cuenta que la organización no gubernamental (ONG) Un techo para mi país "ha sacado a los chiquilines de la calle, y los ha educado para que no digan malas palabras".

Hace un año que la ONG trabaja en 24 de Enero. Lo primero que destaca esta madre de dos niñas -una de siete meses y otra de 6 años- , sobre estos 12 meses de trabajo, es la mejora en el comportamiento de los más pequeños.

A ese cambio lo ve a través de los talleres de sexualidad que imparte la ONG todos los sábados en la zona. "Ahí educan a los chiquilines", asegura, con su beba de siete meses a su lado.

Ana integra la mesa de trabajo de su barrio, que fue conformada a impulso de los integrantes de Un techo. Son seis vecinos en total que trabajan por todos, con el apoyo de los otros integrantes del asentamiento. A través de esta unión han ido a la intendencia a pedir que se erradiquen los basureros del lugar.

Llevaron un oficio firmado por los vecinos, con un sello de Un techo y consiguieron que pase el camión recolector, relata. "Y ahora los chiquilines ya no juegan en la basura".

Ana estaba ayer en el primer Encuentro de líderes Comunitarios de Un techo para mi país. En esta reunión se conocieron, por primera vez, los vecinos integrantes de las mesas de trabajo de siete asentamientos de Montevideo. En total son nueve los barrios ilegales de la capital del país que tienen mesas de trabajo. Pero no todos pudieron asistir al encuentro.

También hay dos asentamientos en el Interior con estos grupos de vecinos: uno en Florida y otro en Maldonado. Pero el costo del pasaje y la distancia hizo que no pudieran estar presentes en la reunión que sirvió para que los vecinos se dieran fuerzas entre ellos para seguir trabajando por su barrio, afirma Carolina Corgatelli, una de las coordinadoras de las 11 mesas de trabajo.

"Los vecinos de distintos barrios se daban sugerencias entre sí, sobre cómo actuar ante distintas situaciones. Incluso pidieron ir a otros barrios para ayudar", relata orgullosa esta voluntaria de Un techo.

MÁS QUE UN TECHO. El distintivo de esta ONG, de público conocimiento, es la casita de madera. Sin embargo, después de una charla con los vecinos del barrio, es posible asegurar que la organización da a las personas del lugar donde realiza las viviendas mucho más que un techo propio, construido y pago por ellos mismos.

Un techo para mi país tiene seis planes para aplicar en los asentamientos donde trabaja, que son de educación, salud, jurídica, comunitario, agricultura urbana y fomento productivo. En el plan de jurídica "nos enseñaron que como pagamos impuestos tenemos derechos a tener servicios, como alumbrado", cuenta Ana.

Además de educación, los niños reciben alimentos los sábados en el salón comunal del 24 de Enero. Para conseguir los insumos de la merienda los vecinos realizan festivales.

Ana explica que en su barrio ha funcionado muy bien el sistema de huertas (plan de agricultura urbana). Los vecinos plantan para consumir, vender o cambiar lo que cosechan por otros objetos o por verduras que ellos no plantaron.

Pero los planes no funcionan en todos los barrios. Es más, la ONG evalúa las necesidades de cada uno de los asentamientos para saber qué aplicar en cada lugar.

En el asentamiento Santa María Eugenia, ubicado en Bañados de Carrasco, no hacen huertas, cuenta Ramón, un vecino de este barrio que fue el primero en el que la ONG instaló una mesa de trabajo en el marco del plan comunitario.

"A los vecinos no les interesa plantar. Tampoco lo de los comedores", explica el vecino.

María Teresa del asentamiento Los Sueños, ubicado en Manga, cuenta que en su barrio "está costando un poco que la gente se sume al taller educativo". Entre las dificultades en el trabajo comunitario, ayer en el encuentro los vecinos plantearon la forma de generar una mayor participación de muchos de los habitantes de los asentamientos.

En la reunión, se pusieron como desafío lograr más convocatoria para trabajar por cada uno de los barrios.

La representante de Los Sueños indica que en el asentamiento en el que vive funcionó el sistema de huertas, pero principalmente las que realizan cada familia. Igual ahora están trabajando en lograr una huerta comunitaria, dice.

En este barrio, como en el que vive Ana, también se usa el trueque con lo que cosecha cada familia en su huerta. María Teresa dice que un ejemplo de este sistema es que si una persona plantó sólo lechuga y otro vecino acelga, intercambian las hortalizas. Esto es una forma de compartir y de potenciar el esfuerzo de cada uno.

Ramón coincide con Ana en que Un techo para mí país ha significado un gran cambio para los pequeños del asentamiento: "Los niños aprendieron a compartir, a ubicarse".

CAMBIO RADICAL. La intervención de la ONG en el asentamiento "cambió la característica del barrio. Antes eran casas de techo de chapa y ahora es la cabañita propia", dice Ramón. Ana y María Teresa también ven en sus barrios que "ha desaparecido la chapa y el cartón".

Aunque Ramón destaca la transformación "de la parte humana" de los vecinos del barrio como la más importante: Un techo "nos enseñó a compartir".

Sin que se le pregunte, Ana dijo que le gustaría agradecer a los voluntarios de Un techo por confiar en ellos, ya que "nunca les habíamos podido decir gracias".

En busca de "ser urbanos"

"La fundación Don Pedro está intentando comprar el campo en el que estamos para conseguir la urbanización en la intendencia", informó Ramón, vecino del asentamiento Santa María Eugenia, ubicado en Bañados de Carrasco.

Explicó que esta fundación ya cedió 43 hectáreas a las 170 familias del asentamiento. Pero cuando fueron a plantear a la Intendencia de Montevideo que tenían esa tierra y que querían utilizarla para lograr la urbanización del barrio ilegal, se enteraron que para lograr esa calificación tenía que haber una familia cada tres hectáreas.

"El problema es que en 43 hectáreas no entramos las 170 familias del asentamiento con esa exigencia de la Intendencia", agregó Ramón, integrante de la mesa de trabajo de Santa María Eugenia, armada con la ayuda de la organización no gubernamental Un techo para mi País.

Es por eso que la Fundación Don Pedro dijo a los vecinos que está tratando de comprar el terreno en el que están viviendo para que puedan tener las hectáreas suficientes para ubicar a todas las familias y cumplir con el requisito de la intendencia, dijo a El País el vecino del asentamiento.

Síntesis de lo que se construyó

Número de casas construidas por Un techo para mi país en Uruguay: 906.

Número de voluntarios: 6.000 en todo el país.

Cantidad de barrios en los que se construyó: 30.

Cantidad países en los que está presente Un techo para mi país: 12.

Cantidad de casas construidas por esta ONG en América Latina: 34.000.

Cantidad de voluntarios de Un techo para mi país en América Latina: 177.000.

Cuánto sale una casa: $ 25.000. La familia debe pagar el 10% del total. "Esto le da sentido de pertenencia y motiva el ahorro", explican los integrantes de la ONG en un comunicado.

Cómo se financia Un techo para mi país: de dos maneras. Por la sociedad (colecta nacional, 0900, Abitab, etc.) y por la colaboración de las empresas (donaciones, acciones de responsabilidad social, construcciones concretas).

Visión: "Una Latinoamérica sin extrema pobreza, donde ninguna familia tenga la necesidad de una vivienda mínima y tenga las posibilidades de mejorar su calidad de vida".

Misión: "Ser la mayor institución Latinoamericana de jóvenes con el objetivo y sueño común de trabajar con las familias en situación de extrema pobreza".

Gastón: "Los vecinos hicimos las calles en Los Sueños"

Desde que está Un techo para mi país en el barrio mejoraron las calles", contó Gastón, vecino del asentamiento Los Sueños, en Manga. La mesa de trabajo, integrada por los vecinos e impulsada por la organización no gubernamental, consiguió balasto para arreglar las vías de tránsito del barrio. "Los propios vecinos hicimos las calles con el balasto que conseguimos", agregó. Destacó la enseñanza que se da a los vecinos a través de las aulas comunitarias. "Se enseña Primaria a los adultos. También hay talleres de Panadería", indicó. En la evaluación del encuentro de ayer dijo que llegó con una "pesada mochila y se fue con una vacía".

Ramón: "Creemos más en los de Un Techo que en políticos"

Los vecinos le creen más a los chicos (de Un Techo para mi país) que a los políticos", aseguró Ramón, vecino del asentamiento Santa María Eugenia de Bañados de Carrasco. Realizó esta contundente afirmación porque "muchos políticos prometen cosas y no cumplen, pero los chicos te ayudan a hacer la cabañita y después siguen viniendo al barrio a ayudarte". Además "pedimos alumbrado a la intendencia y nos dicen que no se puede instalar porque el suelo es húmedo. Pedimos agua a OSE y dicen que no se puede porque es muy cara la cañería", contó. Ramón dijo que con la mesa de trabajo lograron conseguir que la intendencia haga una rotonda.

Marcelo: "Ojalá que siempre sigan moviendo al barrio"

Ojalá que siempre tengan la piedrita en el zapato para estar moviendo al barrio", dijo ayer Marcelo Napoli, coordinador del Plan de Desarrollo Comunitario de Un techo para mi país, a los vecinos representantes de siete asentamientos de Montevideo. Esas personas son los integrantes de las mesas de trabajo, armadas por la ONG en 11 asentamientos distintos (nueve en Montevideo, uno en Florida y otro en Maldonado). "Chelo" -como le dicen los vecinos y sus compañeros de Un techo- indicó que espera "que cada barrio pueda tener su propia organización aunque Un techo no exista más", porque ese es el objetivo de la ONG.

El País

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