El argentino Ariel Ortega abandona el fútbol

Buenos Aires - Ariel "Burrito" Ortega, uno de los últimos gambeteadores de estirpe que ha dado el fútbol argentino contemporáneo, anunció hoy que cuelga los botines a los 29 años, harto de esperar que se defina un conflicto que le impedía volver a las canchas.

"Basta, me cansaron y por eso dejo el fútbol", dijo a la prensa local Ortega, que jugó los Mundiales Estados Unidos 1994, Francia 1998, y Japoón y Corea del Sur 2002 en los que Argentina resultó eliminada en octavos de final, cuartos de final y ronda clasificatoria, respectivamente.

En la ciudad francesa de Marsella en 1998, los albicelestes se quedaron afuera al perder en cuartos de final ante Holanda (2-1), partido en el que Ortega fue expulsado minutos antes del final. El "Burrito" fue signado como uno de los grandes responsables de esa derrota.

Nacido en la norteña provincia de Jujuy, el futbolista que se lució en River Plate de Argentina dijo que se retirará del fútbol al no poder arreglar su situación con el Fenerbahçe de Turquía, club al que debía indemnizar con 11 millones de dólares.

Una reciente recusación presentada por el Fenerbahçe terminó de decidir la historia en torno al retiro del "Burrito", quien también jugó para el Sampdoria y Parma, ambos de Italia, y para Valencia de España, entre otros conjuntos europeos.

"Me mató el hecho de que esta nueva recusación no puede apelarse. No tengo más ganas de seguir discutiendo", apuntó.

En febrero último, el delantero había abandonado en forma unilateral el plantel de la institución turca, con el argumento de que no se adaptaba a la forma de vida en ese país.

A raíz de su actitud, entró en diferendo con el club dueño del pase, que pidió y logró su inhabilitación ante la FIFA, en una resolución que llegó inclusive a los tribunales de Zurich (Suiza).

En marzo pasado, la FIFA dictaminó en favor del club turco e intimó al jugador, que debía cumplir un contrato por cuatro temporadas más, a devolver lo que había percibido en concepto de adelanto.

"Intenté arreglar con los dirigentes de Fenerbahce de jugar un año más y luego irme, pero no hubo posibilidad de arreglo alguno. Y yo no puedo pagar lo que pretenden", dijo el jugador, cuya suspensión fue confirmada por FIFA el 26 de junio pasado.

El "Burrito", un gambeteador de alma, forjó su naturaleza en los "potreros" de Jujuy, donde aprendió la finta, la picardía y la improvisación endiablada.

Ortega fue tributario de leyendas como el argentino Antonio Sastre, que deslumbró a Brasil en los años 40 o José Manuel Moreno, un maestro en México, así como de "El Loco" Corbatta, que jugó en Independiente Medellín o de René "El Loco" Housemann, campeón mundial en Argentina 1978.

Pero no pudo triunfar como "ciudadano del fútbol mundial", de la manera que lo hicieron tantos otros miembros de la legión de argentinos que anduvieron o andan por Europa.

Con su estilo provinciano, un poco indisciplinado, libertario, transgresor, no pudo adaptarse a la formas rígidas del fútbol ultracompetitivo que cada día destroza más espíritus rebeldes.

Ganó cinco campeonatos con River Plate, cuatro de ellos en el torneo local y una Copa Libertadores, pero en Valencia de España fue despreciado por el DT Claudio Ranieri. Algo parecido le pasó en Sampdoria de Italia, postergado por el inglés Platt y en el Parma de Italia, marginado por Malesani.

"A los europeos les gustan los gambeteadores. Pero son muy pocos los que juegan así. Y también son pocos los técnicos que se los ´bancan´. A los ´enganches´ (volantes adelantados) los llevan para que jueguen de punta. No hay enganches como en Argentina que jueguen libres", había dicho para justificar su postura.

Con la camiseta de la selección albiceleste marcó 16 goles en 68 partidos, pero tuvo poca suerte tras debutar en el Mundial de EEUU 1994.

Fue eliminado en la Copa América Uruguay 1995 y obtuvo un subcampeonato olímpico en Atlanta-1996, hasta que vivió esa tarde negra en Marsella, cuando lo expulsaron por un cabezazo infantil al arquero holandés y segundos después los holandeses marcaron el lapidario 2-1.

Su mágica gambeta había enloquecido a los ingleses en el partido de octavos de final en Saint Etienne, que Argentina ganó por penales.

AFP

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