"Debajo del agua escapo y entro en otro universo"

Céline Cousteau

Heredó la pasión de su abuelo, el legendario oceonauta Jacques-Yves Cousteau, y ha recorrido las aguas de todo el mundo haciendo documentales para alertar al público sobre la necesidad de proteger el medio ambiente marino. Hace cuatro años que Céline vive en Santa Fe (Nuevo México) para estar cerca de su pareja, aunque viaja la mayor parte del año. Tiene un máster en gestión internacional e intercultural, vivió tres años en Costa Rica trabajando en un proyecto de la ONG "El Consejo de la Tierra", y ha dado la vuelta al mundo. Sus primeros viajes los hizo a través de los cuentos de su abuelo, y las fotos que sacaba su madre en las expediciones. Ahora, convertida en rostro del nuevo producto ecológico de La Prairie, es la mejor prueba de que el espíritu aventurero de los Cousteau sigue vigente.

EL MERCURIO

Si hay algo que no le falta a Céline Cousteau es energía. "Todos siempre me dicen, Céline, calma, no hables tan rápido, !no te muevas tan rápido¡", cuenta entre risas desde su casa en Santa Fe (Nuevo México), donde vive hace varios años. "Tiendo a moverme mucho", agrega. Y explica que incluso mientras conversa por teléfono con Revista Ya y responde a las preguntas, no se queda tranquila, sino que camina de un lado para otro de la pieza en la que está.

Es cierto que habla rápido y mucho, como si no necesitara tomar vuelo entre una idea y otra. Sólo una risa alegre y contagiosa interrumpe de vez en cuando sus palabras.

Esa es Céline fuera del agua. Porque cuando se sumerge en las profundidades del océano, esta mujer de 35 años, nieta del legendario explorador Jacques-Yves Cousteau, es otra. "En el agua, pufffff, me descomprimo. Es casi una forma de meditación. Es otro mundo. Cuando estoy debajo del agua, tengo la impresión de que escapo y entro a otro universo. Cada vez es un viaje, no porque esté en países extranjeros, sino porque es otro mundo. Es tranquilizante".

Estar bajo el agua es casi un estado natural para Céline. Todavía no cumplía nueve años cuando su abuelo le hizo descubrir por primera vez ese submundo en las aguas del Mediterráneo. Hoy, la heredera del oceonauta que hizo viajar a millones de telespectadores, se ha hecho una fama propia como aventurera y sobre todo como defensora del medio ambiente. Acaba de regresar de un viaje de prensa de una semana por Europa, como rostro de La Prairie, una marca con la que se alió para el lanzamiento de una nueva crema a base de extractos marinos elaborados en laboratorios. "En las conferencias de prensa no tengo que hablar del producto, no es tarea mía venderlo. Me dan una plataforma para contar mi trabajo, mis expediciones, lo que he visto del medio ambiente y para tratar de inspirar a la gente para que haga algo al respecto. Hay que alentar a las empresas privadas a pensar en su capacidad de tomar iniciativas en temas ecológicos. Las grandes empresas como ésta pueden tomar medidas ecológicas", explica.

Céline también busca educar al público a través de la fundación Ocean Futures Society, que creó su padre, el explorador y documentalista Jean-Michel Cousteau, para promover la conservación marina y concientizar sobre los riesgos que corre el medio ambiente. Partió buscando socios en Europa para desarrollar el llamado "programa embajadores del medio ambiente", que consiste en educar a los niños sobre ecología, biología marina y terrestre, y vida sustentable. Pero a medida que fue pasando el tiempo, se interesó cada vez más en los viajes y su producción. "Ahora voy a expediciones, donde hago de presentadora delante de la cámara. También investigo para prepararlas y realizo el trabajo de logística. Por ejemplo, estuvimos en Perú, y como hablo español, hice de todo: investigación de logística, presentadora, traductora. Me gusta tener distintos roles y ver cómo se desarrollan los documentales desde el principio hasta el final", asegura.

Con su padre, ha compartido muchos de sus viajes por el mundo. Uno de los más recientes está dando que hablar por estos días en Estados Unidos. Veinticinco años después de emprender una primera expedición con Jacques-Yves y otros miembros de la familia por la Amazonía, Jean-Michel y sus hijos Céline y Fabien, volvieron a realizar el mismo recorrido para ver cómo había cambiado y alertar sobre los riesgos que corre el ecosistema local. En Estados Unidos, el documental fue difundido en dos episodios, el 2 y 9 de abril, como parte del programa "Michel Cousteau: Ocean Adventures", uno de los más exitosos de la cadena PBS.

UNA VIDA ITINERANTE. Céline nació en junio de 1972 en California. Ambos padres son franceses, pero se trasladaron a Estados Unidos poco antes de su nacimiento, porque su padre, arquitecto, había conseguido un contrato allá. La familia siempre tuvo un pie en Europa y el otro al lado opuesto del Atlántico, por lo que Céline se acostumbró a vivir entre culturas distintas.

Su familia vivió una tragedia que conmocionó el mundo: la muerte de Philippe Cousteau, tío de Céline, en un accidente de hidroavión en Portugal.

-¿Recuerda la muerte de su tío Philippe ?

-No. Yo tenía siete años en esa época y la verdad es que no conocía mucho a mi tío. Su muerte marcó a mi familia en la medida en que hubo un cambio en el trabajo de mi padre. Mi abuelo le dijo: "Tienes que venir conmigo, porque no puedo hacer esto solo". Pero sin duda que para mis abuelos y mi padre debe haber sido un momento difícil.

Céline dice que, en un principio, le costó aceptar las ausencias de su madre, que viajaba en promedio tres meses al año.

"Yo estaba acostumbrada a que mi padre siempre estuviera fuera, porque viajaba muchísimo por su trabajo. Para mí, era algo normal. En cuanto a mi madre, aprendí en la adolescencia que era una mujer independiente con un trabajo propio. Al principio, cuando tenía 10 años, no lo entendía y la echaba de menos. Pero, al final, como adulta me di cuenta de que cuando los hijos ven a su madre o su padre felices en lo que trabajan hace que sean mucho más felices en el resto de su vida también".

Además, Céline siente que empezó a viajar a través de ellos también. "En Nueva York, había que pasar por la oficina para entrar a nuestro departamento. Era un edificio pequeño -en inglés se llama un brownstone- de varios pisos y siempre pasaba por la oficina para llegar a mi casa después del colegio. Ahí veía a todo el mundo: los editores cortando las películas que en la época no eran digitales sino que en rollos. Y mi mamá, cuando volvía de expediciones tenía rollos y rollos por revelar y pasaba horas sobre la mesa mirando las fotos. Yo la pasaba a ver y a través de esas fotos compartía sus aventuras por el mundo. Aunque no fui a muchas expediciones, de chica siempre crecí con todo eso alrededor. Para mí, siempre fue algo normal. Esto no es sólo un trabajo, es un estilo de vida".

"¡Los demás lo veían!"

Céline recuerda el día en que descubrió la fama de su abuelo. "Debo haber tenido 13 años y él era director del museo de oceanografía en Mónaco. Él me llevaba de la mano, cuando vi llegar un grupo de turistas que lo reconocieron. Me acuerdo muy bien del momento preciso en que soltó mi mano para firmarles un autógrafo. Fue entonces que me percaté de que en realidad era conocido !Por muchas más personas que por mí¡ Ahí descubrí que el hombre que yo veía en la tele, !Los demás también lo veían¡", se ríe Céline. Compartirlo no siempre fue fácil. A su muerte, hace 10 años, su nieta hubiese preferido más privacidad.

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