En 1862 la economía nacional crecía vigorosamente. Tras una década de relativa paz, la población del país se había multiplicado por dos, hasta llegar a unos 250.000 habitantes. Montevideo tenía poco más de 60.000 residentes.
Uruguay era un revoltijo de inmigrantes, producción agropecuaria y movimiento portuario. Y había una gran ensalada de pesos y medidas de las más diversas procedencias.
La ley Nº 714, del 20 de mayo de 1862, implantó el sistema métrico decimal, que se enseñaría e introduciría en forma gradual y se tornaría obligatorio a partir del 1º de enero de 1867. Brasil tomó la misma medida ese año y Argentina muy poco después, en septiembre de 1863. Los ideólogos en Uruguay fueron el presidente Bernardo Berro (1803-1868) y su ministro de Hacienda, Tomás Villalba (1805-1886), dos liberales a la cabeza de un país bárbaro aunque rico: casi sin alambrados y cercos, ya contaba con 8 millones de vacunos y 2,6 millones de lanares, contra 11,1 y 7,5 millones en el presente, aunque la calidad del rodeo y su valor en el mercado hoy es incomparablemente superior.
CUERO, TASAJOS Y MEDIDAS. En 1862 la hectárea de campo de buena calidad, bien ubicado, valía desde 2 hasta 3,5 pesos de plata, equivalentes a entre 170 y 300 dólares de hoy. La misma tierra en el presente cuesta al menos 20 veces más aunque, claro, también es más escasa y la productividad y rentabilidad muchísimo más elevadas.
Los cueros cotizaban en alza en Europa pero el quintal de tasajo (46 kilos de carne seca y salada) destinado a Cuba o Brasil, estaba en baja: apenas $ 2, unos 170 dólares de hoy, o $ 73 el kilo. Un vacuno criollo, arisco y de carnes de baja calidad, valía poco más que su cuero.
El sistema métrico decimal es un conjunto de medidas relacionadas entre sí por múltiplos o submúltiplos de 10. Tomó su nombre del "metro", unidad de medida creada en Francia en 1790 y adoptado paulatinamente por casi todos los países.
Fue creado con el objetivo de establecer un sistema de medición internacional en tres magnitudes básicas (longitud, capacidad y masa), que facilitara el intercambio comercial, científico y cultural, pues hasta entonces cada país o incluso cada región utilizaba su propio sistema. En Uruguay, en el momento de la implantación del sistema métrico decimal, se utilizaban las varas (1 vara = 0,8359 m), las leguas (de distintas magnitudes: entre 4,5 y 5,5 km), las cuadras (83,59 m), el pie o tercia, la pulgada y la cuarta como medidas de longitud; la vara cúbica, el pie cúbico, la pulgada cúbica y la línea cúbica para "medidas de solidez"; la tonelada, el quintal, la arroba, la onza, el grano y la pesada de cueros secos como "medidas ponderales"; la libra, la onza, el dracma, el escrúpulo y el grano como "medidas medicinales". Además, había medidas agrarias como la legua cuadrada, la "suerte" de estancia y la cuadra cuadrada, entre otras.
Otra ley del 23 de junio de 1862 fijó como monedas oficiales de Uruguay a partir del 1º de enero de 1863 el peso de plata y el doblón de oro. El doblón de oro, compuesto por 16,97 gramos de oro fino, equivalía a 10 pesos de plata y se dividiría en fracciones de 5, 2 y 1 pesos. El peso de plata dio entonces el valor del peso uruguayo: 1,697 gramos de oro fino.
El Banco Mauá emitió papel moneda a partir de 1857. Le siguieron el Banco Comercial (1858), el Banco de Londres y Río de la Plata (1863) y otros en el interior, legales y clandestinos. Todos ellos emitían billetes, certificados o pagarés ("promesas"), que estaban obligadas a convertir en oro o plata cuando sus tenedores lo desearan. La aceptación de esos papeles dependía de la reputación moral y financiera del emisor.
DESCONFIANZA EN EL PAPEL. El exceso de emisión, en particular del Mauá, que actuaba como un "banco nacional" y era un fuerte prestamista del Estado uruguayo, provocó corridas para canjear billetes por oro. Los gobiernos declararon el "curso forzoso" u obligatorio del papel moneda, que no podían ser cambiados por metálico durante un plazo dado. Así ocurrió en 1865, 1866, 1867, 1868, 1870, 1875 y 1890. Pese a ello los billetes de ciertos bancos, como el de Londres, que tenía fuerte respaldo, conservaron gran aceptación. En 1896 se creó el Banco de la República, bajo control estatal. Se le concedió el monopolio de la emisión de monedas y billetes, que serían convertibles, por lo que debería mantener un encaje en oro equivalente al 40% de su emisión, un nivel elevado similar al que regía para la Reserva Federal de Estados Unidos. Los billetes de los bancos privados deberían ser retirados antes de 1907.
ENVILECIMIENTO DEL PESO. Después que los billetes uruguayos dejaron de ser convertibles en 1914, los gobernantes comenzaron a caer en la tentación de imprimir papel más allá de todo encaje, con lo que se inició la depreciación o inflación. El peso uruguayo, que en la década de 1920 cotizaba a 4,70 por libra y 0,967 por dólar, en agosto de 1931 ya se había depreciado un 65%. En octubre de 1931 se estableció el control de cambios, que se extendería hasta septiembre de 1974.
La inflación crónica, que en la década de 1950 pasó a ser de dos dígitos anuales, se convirtió en una forma de recaudación a costa de salarios y pasividades. La emisión financió un crédito fácil para privilegiados y cubrió los déficits perpetuos del creciente aparato estatal.
En 1975 el peso fue sustituido por el "nuevo peso" (N$), con la equivalencia de $ 1.000 = N$ 1. A principios de 1993 el "peso uruguayo" ($) sustituyó al "nuevo peso" (N$), otra vez con una paridad de N$ 1.000 = $ 1. En suma, al peso se le quitaron seis ceros para hacerlo manejable y maquillar su depreciación.
Un plan de estabilización iniciado en 1990, cuando el aumento de precios fue de 129%, llevó a que en 1998 la inflación fuera de un dígito (8,6%) por primera vez desde 1956. Esa disciplina se mantiene hasta hoy. Desde 2008, en medio de una seria crisis en Estados Unidos y Europa, el peso uruguayo se fortaleció frente al dólar, un fenómeno inimaginable durante casi un siglo.
Un peso de 1862 eran $ 1.700 actuales
La ley del 23 de junio de 1862, que fijó las monedas oficiales de Uruguay, especificó que un doblón equivalía a 16,97 gramos de oro fino y que un peso de plata valía diez veces menos, o sea 1,697 gramos de oro fino. Estableció un patrón bimetálico (plata y oro) como respaldo de los billetes de papel. Este patrón bimetálico duró hasta el decreto de Lorenzo Latorre del 7 de junio de 1876, que formalizó la adhesión de Uruguay al patrón oro internacional.
El precio actual de la onza de oro, que pesa 31,1034768 gramos, ronda los 1.560 dólares, por lo que 1,697 gramos valen 85 dólares, o sea unos $ 1.700.
Esa cotización del peso uruguayo fijada en 1862 se mantuvo estable hasta agosto de 1914 cuando, tras el inicio de la Primera Guerra Mundial, el gobierno uruguayo abandonó la convertibilidad. Las personas ya no podrían concurrir a la ventanilla del banco emisor, por entonces del Banco de la República, para cambiar sus billetes por oro, lo que impedía a los gobiernos envilecer la moneda, emitiendo más allá de su representación en oro.
En Uruguay jamás regresaría la convertibilidad.