Cuando escuchar mp3 se vuelve una obsesión

F. MANETTO | EL PAÍS DE MADRID

Millones de reproductores de música en formato mp3 se han vendido en los últimos años. Sólo la empresa Apple alcanzó los 100 millones de ventas de su revolucionario iPod el año pasado. La masificación de esta nueva forma de disfrutar de la música ha llevado a que varios expertos hayan comenzado a preguntarse si su abuso, más allá de las posibles pérdidas auditivas, puede acarrear riesgos psicológicos y convertirse en un problema social para ciertos jóvenes con tendencia al aislamiento. Al igual que sucedió con la popularización de los walkman en la década del ochenta, ahora el mp3 está en tela de juicio como lo analiza en profundidad este artículo de El País de Madrid.

Al igual que el 85% de los adolescentes menores de 15 años, Lucas es usuario habitual de un reproductor MP3. Lo que le diferencia de la mayoría de jóvenes de su misma edad es que su afición se ha convertido en una obsesión. Por esta razón, su caso está siendo tratado.

Los reproductores MP3 e iPod se han convertido, en menos de una década, en uno de los productos de la industria del ocio más vendidos de la historia. En 2007, Apple alcanzó los 100 millones de iPod vendidos; iTunes es la mayor tienda del mundo de canciones, discos y programas pregrabados (podcasts) pensados especialmente para estos dispositivos portátiles, presentes, según un estudio del Ayuntamiento de Madrid, en casi el 20% de los hogares españoles. Tanto es así que, en los últimos meses, los expertos han empezado a preguntarse si su abuso, más allá de las posibles pérdidas auditivas, acarrea riesgos psicológicos y puede convertirse en un problema social.

Javier Abril, psicólogo que ha estudiado casos parecidos al de Lucas y docente de la Universidad San Vicente Mártir de Valencia, tiene las ideas claras al respecto: "El abuso de estos aparatos provoca el aislamiento de los más jóvenes, tanto en el entorno familiar como entre los amigos. Además, puede inducir a la aparición de ansiedad, afectar a la autoestima y magnificar algunos miedos de la adolescencia. De todas formas, el problema fundamental es la falta de autocontrol en una edad en la que los padres deben ejercer su función de guías".

Un amplio estudio sobre la relación entre nuevas tecnologías y comunicación, realizado por un equipo de psicólogos de la clínica universitaria de la UCV, deja claro que el uso de las tecnologías no suele constituir la única causa de estos problemas. Aunque, añade Abril, "la utilización excesiva de esos reproductores puede despertar en los menores de 15 años no sólo problemas de carácter psicológico, sino que implica también el sedentarismo físico. Los chavales pueden pasarse el día entre el sofá y el ordenador sin hacer ningún tipo de ejercicio físico". Todo lo contrario de lo que ocurre con los que utilizan los reproductores MP3 mientras hacen ejercicio en el gimnasio o salen a correr. Porque, generalmente, se trata de otras generaciones de usuarios. De todas formas, si las organizaciones de consumidores y algunas asociaciones de padres recomiendan, ante todo, "el sentido común", hay expertos que recuerdan que "cualquier actividad, incluso la lectura, puede ser mala, si se utiliza para huir de la realidad y aislarse". Pero ¿quién decide? Y, sobre todo, ¿es posible definir unos límites?

LÍMITES. En opinión de Abril, entre los indicadores que pueden alertar de una especie de adicción al MP3 se encuentra el uso durante más de dos horas diarias. "Aunque es importante destacar que más que una cuestión de tiempo se trata de una cuestión de formación y de educación", dice. "Los padres tienen que aprender a decir que no y, si no pueden hacerlo, pedir ayuda a los profesionales". Porque es muy importante que los adolescentes, que se encuentran en una fase crucial para el crecimiento, "aprendan a comunicar y compartir sus opiniones con los demás, a partir de los padres y el entorno familiar, y a defenderlas ante ellos". Sin embargo, los MP3 no son sólo el símbolo de millones de adolescentes. Desde finales de los noventa, han entrado a formar parte de nuestra vida cotidiana cuando nos desplazamos en el metro o practicamos algún deporte, por la calle, en el trabajo, incluso en el coche. Y los estudios prevén que, ahora que las compañías de telefonía móvil han empezado a implementar ese dispositivo en los celulares, su difusión crezca cada vez más. Tanto es así que, un senador demócrata de Nueva York, Carl Kruger, propuso, por razones de seguridad, multar con 100 dólares al que cruzara una calle con un teléfono móvil, un reproductor de música o consola de videojuegos portátiles encendidos. La iniciativa no prosperó, mientras que, por ejemplo, sí tuvo éxito otra, impuesta por la NBA. ¿El resultado? Algunos basquetbolistas estrella tienen prohibido encender su iPod cuando faltan 20 minutos para los partidos: "Para no aislarse, perder la concentración y acordarse de que no van a jugar solos".

¿Aislamiento o diversión?

La psicóloga estadounidense Jean Twenge ha nombrado a la generación de jóvenes entre 18 y 36 años como la generación "Yo" por su tendencia a la individualismo y aislamiento de su entorno. Un claro ejemplo de ello es la llamada "Fiesta Silenciosa", que fue lanzada con gran éxito en el año 2005 por una productora española. Allí, cada uno de los participantes baila al ritmo de la música que escucha en su propio reproductor de mp3. Algo considerado como muy bueno por algunos, que incluso la han premiado como la mejor idea empresarial. Uno de sus promotores, Manuel Rincón, hablando de sus ventajas dijo: "Escuchar en soledad puede convertirse en la posible solución de toda aquella sala que no está debidamente insonorizada o que no tiene licencia de música hasta altas horas de la madrugada; ya que se garantizaría el descanso a los vecinos".

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