"Coleccionar es como un vicio, pero no hace daño"

PABLO PERA PIROTTO

-Cómo surgió la pasión por coleccionar?

-A los 7 años comencé a juntar frasquitos. Había llegado a tener muchos, hasta que un día mi madre me tiró todo para ordenar la habitación. Luego, para redimierse me regaló un llavero y así se me ocurrió comenzar a coleccionarlos. Yo fui muy conservador desde niño. Con decirle que tengo guardada la primera propina que recibí cuando repartía leche.

-¿Y la colección de lápices cuándo comenzó?

-Todo arrancó con un lápiz que venía con el arroz "Corona", que me regalaron en un comercio. Lo llevé a la escuela y en el medio de un dictado fui a sacarle punta y pensé: "Este lápiz no va a salir más, lo voy a guardar". Le pedí entonces otro a la maestra para seguir escribiendo, y le expliqué que quería comenzar una colección. Entonces ella me dio dos, para que guardara uno y así arranqué.

-¿Qué hizo con ellos?

-Los guardaba en unas cajitas de cartón en donde venían las medias de mujer de la época. Después, se me ocurrió fabricar unos cajoncitos de madera con vidrio para poder exhibirlos mejor.

-¿Cuántos lápices tiene hoy?

-Son 9.100 lápices, lo que hace que tenga el récord mundial que figuar en el libro Guinness. También tengo el récord de cantidad de ceniceros con 27.000 y de cajas de fósforos, con 12.000 diferentes.

-¿Cómo se elige un objeto para coleccionar?

-Siempre lo más difícil es lo más lindo para coleccionar.

-¿Hay mucha gente que se dedica a coleccionar este tipo de cosas en el mundo?

-Llaveros y cajas de fósforos sí hay varios, pero lápices yo calculo que en el mundo seremos aproximadamente unos diez.

-¿En algún momento se puede poner punto final a una colección?

-El coleccionista es obsesivo y no tiene límites. Es como un vicio, pero sano, no hace daño.

-¿Se considera una persona obsesiva?

-Sí, soy geminiano, y dicen que todos son obsesivos. Pero además, para ser coleccionista es importante tener mucha memoria. Hay que acordarse de las piezas que se tienen. Yo, por ejemplo, no uso catálogos, ni listas, tengo todo en la mente.

-¿Cuándo nació la idea de establecer su propio museo?

-En 1990 reformé la casa de la granja de Colonia en donde viví de pequeño para poder poner en orden todos mis objetos. Cinco años más tarde este museo fue declarado de interés turístico a nivel nacional. Pienso que es algo lindo poder mostrarle al mundo que si uno se propone algo, se puede lograr.

-¿Recibe muchos turistas?

-Sin exagerar, recibiremos unos 5.000 turistas por mes. Si bien la mayoría son argentinos, vienen de todos los países.

-¿Nunca le ofrecieron comprarle la colección?

-Una vez hace muchos años una persona vino a comparme toda la colección. Pero le dije que no estaba a la venta. Después me enteré que ya tenía hecho todos los contactos para venderla en Londres. Pero esto no se vende, porque para mí es invaluable.

Récord Guinness y visita a Faber Castell

En el año 2001 Emilio Arenas decidió ponerse en contacto con representantes del libro Guinness de los Récords para ponerlos en conocimiento de su enorme colección de lápices. Después de constatar las 5.500 piezas diferentes que en ese momento tenía, y que había juntado pacientemente durante décadas, su nombre fue de inmediato incorporado como el número uno en su rubro.

Poco tiempo pasó para que la noticia llegara a oídos del Conde Faber Castell, propietario de la conocida fábrica de lápices alemana, quien se puso en contacto con Arenas para invitarlo a conocer las instalaciones de la compañía.

Allí, además de regalarle un gran número de lápices para engrosar su colección, el Conde le propuso sacarse una foto que le aseguró recorrería el mundo. Arenas aceptó y desde entonces no ha dejado de recibir los más variados ejemplares de lápices provenientes de todos los rincones del mundo. Tan es así, que en apenas un año, había incrementado su colección en 1.600 piezas. Hoy, la colección suma unos 9.100 lápices. "Para mí, el tener el récord es un reconocimiento a la perseverancia", comenta con orgullo Arenas.

En la misma granja de Colonia en la que se crió, Emilio Arenas tiene su propio museo, en donde exhibe los miles de objetos que ha coleccionado a lo largo de su vida. 9.100 lápices, 27.000 ceniceros y 12.000 cajas de fósforos, todos récords que figuran en el libro Guinness, son sólo parte de las cosas insólitas que pertenecen a este hombre, que comparte el hobby con sus seres queridos. Tanto el hijo mayor, quien junta tarjetas telefónicas y encendedores Zipo, como su señora con los frascos de perfume, también son coleccionistas.

Nombre:Emilio Arenas

Nació: En Riachuelo (Colonia)

Edad: 61 años

Profesión: Jubilado de industrial dulcero

Otros datos: Coleccionista compulsivo

Miles de objetos

El lápiz que venía de regalo con el arroz Corona en la década del 50 fue el que inició su colección, y por eso es uno de los objetos con mayor valor sentimiental para él.

Entre las rarezas que componen las 9.100 piezas, se destacan dos diminutos lápices de 1 mm de diámetro tallados por un artesano que se los regaló al conocer su afición.

Pero, además de los lápices, su afán por juntar abarca una multiplicidad de objetos: llaveros, ceniceros, cajas de fósforos, pins, aparatos de radio y todo aquello que tenga cierto valor histórico, que muchas veces llega a sus manos por gente que se lo envía sabiendo que con él no sólo estarán a buen recaudo, sino que serán exhibidos en el museo.

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