XIMENA AGUIAR
La presencia autorizada de 5 barcos pesqueros japoneses que estudian las posibilidades de pesca del atún bigeye en aguas uruguayas fue objetada por pescadores locales, que denuncian que la falta de coordinación afectó a su trabajo.
El atún bigeye (de ojo grande) es una de las especies utilizadas para hacer sashimi, un delicado plato tradicional japonés en base a pescado crudo. Su pesca ha aumentado drásticamente en el mundo desde la década de 1950, según la organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Su pesca es organizada a nivel internacional para no afectar su reproducción, y Uruguay tiene un cupo de 2.000 toneladas anuales que no está pescando, explicó Daniel Giraldoni, de la Dirección de Recursos Acuáticos (DINARA). Si no se pesca esa cuota adjudicada, "puede llegar a darse la situación en la que otro país la reclame", afirmó.
Según datos de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT), en Uruguay se pescaron 1.500 toneladas de atunes y afines en 2006, de las cuales 6% fue de la especie bigeye.
"Proporcionamos información a empresarios uruguayos sobre esta pesquería, que en Uruguay se hizo hasta principios de los años `90. Tratamos de que hubiera interesados y no han habido", señaló Giraldoni. Para aumentar el conocimiento sobre esta especie en aguas uruguayas, se otorgaron permisos de pesca experimental que, según está previsto por la normativa, pueden ser otorgados a empresas extranjeras.
"La dirección entendió que éste era un método conveniente para, en poco tiempo, tener información sobre la cantidad y composición de las capturas que pueden hacer barcos de un país que es el principal pescador y el principal mercado de la especie", dijo Giraldoni.
El permiso se otorgó desde marzo hasta julio, y es del interés de la Dinara que al menos un barco siga hasta abarcar parte de la primavera, explicó.
AFECTADO. Gabriel Tomás es pescador profesional. Tanto su barco como otros tres uruguayos están saliendo a pescar esta especie, entre otras, contó. El arte de pesca que utiliza es el palangre de deriva pelágico, una línea con anzuelos y boyas que se extiende por la superficie del mar durante varios kilómetros. Se coloca poco antes del anochecer, para que no capture incidentalmente otros peces o aves acuáticas, especialmente los albatros. Antes de salir a colocarlo, es prácticamente imprescindible coordinar con los otros pescadores.
"Yo tiro 90 kilómetros de línea en el agua. Antes de salir al mar coordiné con los colegas uruguayos, somos pocos y nos conocemos", contó Tomás. Al otro día se dio cuenta de que su arte de pesca estaba colocado sobre otros dos y además habían colocado otros dos por encima del suyo. Perdió material, horas de trabajo y pesca, dijo.
Acercándose a uno de los pesqueros intentó comunicarse por el canal de emergencia de radio, y nadie contestó. Luego de tocar bocina, consiguió que lo pusieran en contacto con el observador científico uruguayo a bordo. Finalmente acordó que éste le comunicaría la posición del barco, aunque ésta no es su responsabilidad. No había ningún tripulante uruguayo para la parte operativa, señaló Tomás. Además, colocaron el arte de pesca de día, lo cual no respeta a otras especies, aseguró.
Tomás envió correos electrónicos y repartió folletos frente a la Dinara denunciando la situación como un "regalo de parte de nuestras aguas territoriales a una potencia extranjera", pero no ha sido apoyado por el sindicato de la pesca.
"Tuvimos una reunión con Daniel Montiel (director de la Dinara). Hay barcos japoneses haciendo una prospección de las posibilidades de captura, con observadores científicos uruguayos a bordo. En un mes se incorporan un marinero y patrón de pesca uruguayos", dijo José Franco, del Sindicato Único de Trabajadores del Mar y Afines (Suntma). "Se cruzaron las líneas de captura, eso sucede también entre uruguayos", consideró.
La cifra
2.000 Son las toneladas anuales de "bigeye" que está autorizado a pescar Uruguay, pero su pesca fue dejada de lado desde los `90.