Autoagresión

Psicólogo Gustavo Ekroth

El comportamiento autodestructivo parece ser algo bastante antinatural que se contrapone totalmente al instinto de conservación y a la supervivencia de la especie.

Sin embargo la autoflagelación es muy frecuente en casos excepcionales como por ejemplo el de los niños autistas, o las personalidades masoquistas, aunque también lo podemos ver cotidianamente en personas comunes y corrientes que día a día se involucran en comportamientos, actitudes y emociones autodestructivas.

Las caras de la autoagresión son muy variadas y a veces engañosas, las manifestaciones más frecuentes y obvias son las relacionadas con todo tipo de adicciones, por ejemplo: alcoholismo, fármacodependencia, adicción al trabajo, la adicción a las personas o codependencia, etc. Pero existen otros tipos de comportamientos autodestructivos no tan obvios como por ejemplo en materia sentimental elegir siempre a la persona equivocada o postergar indefinidamente la toma de decisiones importantes que mejorarían la calidad de vida o tener el hábito de hacer siempre las cosas de la manera más complicada y difícil posible.

También frecuentemente podemos observar comportamientos autoagresivos velados que atentan directamente contra la vida como por ejemplo: El sedentarismo, la mala alimentación, la falta de precaución a la la hora de evitar enfermedades de transmisión sexual o la costumbre de manejar rápido y "mal".

En algunos casos parece ser como si las personas crearan su propio infierno, para poder asi sufrir, quejarse y hasta llegar a sentirse importantes, atrayendo la atención de los demás.

Cuando un niño autista se automutila recibe inmediatamente la atención de su entorno. Su conducta es su lenguaje, tal vez nos está diciendo que necesita amor, ayuda y comprensión. Paradójicamente los adultos sanos en determinadas circunstancias pueden llegar a presentar un comportamiento bastante similar.

Las tristezas, desilusiones y "grandes" problemas generan más simpatías que las alegrías y los éxitos. Desde el punto de vista de una economía emocional a veces no resulta ser tan mal negocio, lamentarse, quejarse y llorar. Ya lo dice la letra del tango "El que no llora no mama ......"

Existen infinitas maneras inconscientes de crearse problemas y complicarse la vida por ejemplo: plantearle a la pareja un tema "delicado" en un "tono" que en el fondo sabemos va a generar una discusión interminable. Otra posibilidad es dilatar indefinidamente la toma de una decisión importante, creando con la demora múltiples problemas y complicaciones, que se podrían haber evitado. Y por ultimo el método infalible para autoagredirse: Repetir en el presente las mismas tonterías que ya hicimos en el pasado y fueron desastrosas. Una historia hipotética (y no tanto) que representa simbólicamente como a veces creamos nuestro propio infierno y luego nos sentimos cómodos en el calorcito de la queja y la autocompasión podría ser la siguiente:

Es mediodía, un obrero abre su vianda y exclama: ¡Otra vez refuerzos de mortadela! ¡Hace 25 años que todo los malditos mediodías como lo mismo! ¡Ya no aguanto más!

Un compañero interrumpe sus quejas y le comenta: ¿Por qué no le decís a tu mujer que te prepare alguna otra cosa? A lo que el primero le contesta: ¿Qué mujer, si vivo solo? Yo mismo me preparo los refuerzos de mortadela cada mañana. ¿Entonces por qué lo haces? Pregunta intrigado el compañero. A lo que el primero contesta: Es que sentirme la víctima y quejarme me gusta mucho más que los refuerzos de mortadela.

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