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Adiós a un defensor de la libertad

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Oficio: su primera nota la hizo en 1978, cuando tenía 17 años. Foto: Marcelo Bonjour
Claudio Paolillo - Seminario internacional Libertad de Prensa y Populismo, organizado por la Fundacion Ciudad de Montevideo y la Fundacion Konrad Adenauer, en el H. Radisson de Mvdeo., ND 20160519, foto Marcelo Bonjour
Archivo El Pais

PERIODISMO

Falleció el periodista y docente Claudio Paolillo, referente en su profesión y sus valores.

Cuando el escudero Sancho se hizo encima y trató de disimular, don Quijote le exhortó que dejara, que "peor es meneallo". El periodista Claudio Paolillo (1960- 2018) desafió aquella enseñanza del Quijote y defendió, a capa y espada, la necesidad de remover la podredumbre del poder, o parte de él. Aunque largue olor.

Unas hojas y un poco de tinta bastaron para que este periodista y docente uruguayo fuera capaz de desenmarañar algunos de los pasajes más complejos de la historia reciente. Con ética. Con libertad. Claridad.

Su imagen tímida y observadora, como la "mirada de niño" según el dibujante Arotxa, parecía no condecir con un tipo a veces calentón, al que la mayoría de sus liderados lo recuerdan como implacable, capaz de acallar a un político o un empresario en la defensa de sus periodistas. Incluso cabalgó con hidalguía ante una enfermedad que prometía tumbarlo en cuestión de semanas. Nadie pensaba que podía sobrevivir tanto, salvo el propio Paolillo. Ayer, sin embargo, tuvo uno de esos cierres abruptos y dijo adiós.

Se retira de la cancha con más goles de los que jamás imaginó cuando era centre half de Racing. Es que a fines de los 70, Paolillo estaba convencido de que sería jugador de fútbol. Así se lo había prometido a sus amigos del barrio el Centro y a los compañeros de la escuela República Argentina. Eso sí: aunque defendía los colores de "La Escuelita", se hizo hincha de Defensor porque le gustaba la "actitud desafiante" del club.

Pero la repentina muerte de su padre, el también periodista de El Día Dorbal Paolillo, cambió el rumbo de su jugada y lo hizo debutar en el periódico en 1978. Era plena dictadura.

Cubrió de todo, incluyendo Deporte, y fue haciéndose en la marcha. Su primera nota fue sobre el Club de Radioaficionados del Uruguay. Más tarde estuvo en los comienzos de En Perspectiva junto a Emiliano Cotelo, en Tiempo de Cambio y en AFP. Eran tiempos en los que no existían las universidades de Comunicación; las que luego lo tuvieron como uno de sus docentes selectos y Coordinador Académico en el caso de la Universidad ORT.

Sobre el final, incluso, dirigió la escuela de periodismo de Búsqueda, semanario que dirigió y en el que trabajó más de 30 años.

Quienes lo tuvieron como editor recuerdan cuando les tachaba la hoja con correcciones y luego les explicaba, uno por uno, esos tachones. O cuando remarcaba que el lector (el ciudadano) es el único destinatario del trabajo periodístico.

Una vez, a mitad del 2000, Federico Fasano lo demandó por algo que escribió y Paolillo hizo un alegato tan duro y documentado sobre las prácticas de Fasano que este parecía el acusado. Y terminó retirando la demanda bajo pretextos insólitos.

Faltaban cinco años para que Paolillo se convirtiera en el director de Búsqueda. Pero el periodista estaba en su plenitud. A raíz de la crisis de 2002, escribió uno de los libros más vendidos sobre la realidad nacional: Con los días contados. Y luego La cacería del Caballero, sobre Juan Peirano Basso.

Gracias a sus libros recibió el Premio Morosoli (2004), el Bartolomé Hidalgo (2006), el Nacional de Literatura (2006) y el año pasado el Libro de Oro.

Libertad.

Esta palabra le corría por las venas y la defensa de ella fue una de sus banderas. La Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa) le entregó el Premio de Honor y en el justificativo decía: "El galardón reconoce su extraordinario aporte a la defensa de la libertad de prensa en todos estos años".

Fue presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y luego integró su comité ejecutivo. El presidente del organismo, Gustavo Mohme, dijo: "Puedo asegurar que en la prensa del hemisferio se siente una gran congoja por el fallecimiento de Claudio, un gran luchador de la libertad de prensa que en los últimos años se enfrentó con valentía a una grave enfermedad".

Según el expresidente Julio María Sanguinetti, "el periodismo pierde a uno de sus más relevantes representantes. El periodismo latinoamericano pierde a uno de sus luchadores más vigorosos y constantes por la libertad de expresión".

A Paolillo, que en su juventud fue militante del Partido Socialista, con seguridad le caló hondo aquella frase que algunos le atribuyen a Emilio Frugoni: "Si me dieran a elegir entre la libertad y el pan, prefiero la libertad para luchar por el pan".

WASHINGTON BELTRÁN - DIRECTOR DE EL PAÍS
Washington Beltrán
Hombre de una gran causa

Se nos fue Claudio. Amigo y periodista excepcional. Fui testigo de su gestión al frente de la Comisión de Libertad de Prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), y del respeto y admiración que despertaba en todos los representantes de los diarios de los países del continente. Cuando Paolillo hablaba, un silencio impresionante acompañaba su exposición y daba vuelta cualquier asamblea donde estuviera en juego el más absoluto respeto de la libertad de expresión. Inclaudicable en esa lucha que abrazó junto a su amigo y mentor, Danilo Arbilla, se convirtió rápidamente en el gran referente y auxilio de aquellos que enfrentaban ataques de gobiernos autoritarios poco afectos a que los medios de comunicación pudieran cumplir con su función de informar y opinar sin trabas ni amenazas.

También me invitó a acompañarlo a las reuniones de las comisiones de Diputados y Senadores sobre la ley de medios. Si lo que en definitiva se aprobó no fue peor, es gracias a las críticas de Paolillo porque sus intervenciones fueron fundamentales para reducir el daño. Uno por uno fue destrozando los artículos que significan una limitación a la libertad de expresión y logró que muchos desaparecieran.

Adiós Claudio, se te va a extrañar.

  

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