Por Fanny Berger

El maltrato psicológico es una forma de agresión donde una persona ejerce un poder sobre otra, a través de palabras hirientes, en forma reiterada, atentando contra la estabilidad emocional.

Cuando pensamos en maltrato psicológico siempre lo asociamos con el físico. Sin embargo, existe un maltrato que no deja huellas en el cuerpo pero que termina de destrozar la autoestima del maltratado. Observamos personas que sin pegarte, ni empujarte, te dañan con sus comentarios agresivos o desprecios. Ese es el gran peligro, no hay marcas físicas, pero duele más que los golpes en el cuerpo.

Lo encontramos en la vida familiar, en las relaciones de pareja, los amigos, el colegio, la universidad, el trabajo. Lamentablemente existe, el punto es identificarlo.

Debemos estar atentos como la otra persona nos trata, si con respeto y mensajes claros o con insultos, burlas y desvalorizaciones. No lo naturalices ni lo aceptes porque es dañino para tu salud mental.

El maltratador no acepta ni respeta las diferencias porque siente que lo suyo es lo único válido; no valora a los demás, los siente inferiores. Tiene incorporado conceptos fijos y rígidos sobre el otro.

Tenemos el hombre machista que denigra a la mujer pues parte del falso supuesto de que es un ser débil, por ejemplo. Eso alimenta su conducta despectiva hacia ella. Tenemos que ver que creencias y pensamientos tiene un maltratador que lo lleva a realizar dicha conducta. El pensamiento sería: ella es débil, tonta, yo tengo razón por lo tanto puedo tratarla como quiero. Lo peligroso es que esa creencia justifica su maltrato hacia su victima.

Hay una díada o polaridad maltratador/a maltratado/a. El maltrato lo debemos entender dentro de un vínculo tóxico: existe un maltratador y un maltratado. Tenemos que atender a ambos integrantes de este vínculo. 

Otra característica del matratador es su rigidez, se comporta como si fuera el único dueño de la verdad y eso lo lleva a dominar sin tener en cuenta al otro. Desea imponer sus puntos de vista sin negociar ni ceder. Tienen muy baja autoestima, una tendencia a victimizarse y no se hacen cargo de lo que sienten y hacen. Justifican su maltrato con frases tales como estoy mal por tu culpa, me enojé por tu conducta.

Son controladores e inseguros de sí mismos. Presentan baja capacidad para gestionar sus propias emociones y falta de empatía hacia los demás. Si algo sale diferente a sus expectativas, se enoja mucho, no puede gerenciar su rabia. Observamos que su baja tolerancia a la frustración lo lleva a sentir una intensa ira que no puede gerenciar y la vuelve hacia la otra persona que termina siendo maltratada psicológicamente.

La persona maltratada naturaliza el maltrato, pues una parte de ella o de él se cree merecedora del insulto, del desprecio, de la crítica. La víctima sufre intimidación, culpa y baja autoestima, sin lograr salir de la situación donde se siente prisionera.

Al igual que el maltratador tienen baja autoestima, se sienten indefensa/os y asumen que no pueden hacer nada para cambiar su situación. En la mayoría de los casos provienen de hogares donde uno o ambos padres ejercían el maltrato emocional. Lo peligroso es que se sienten merecedores de los insultos y desprecios asumiendolos como verdaderos.

En este vínculo se repiten modelos de crianza, donde ante las tensiones de la vida diaria ambas partes no pueden gestionar su ira, frustración, miedos y exteriorizan sus sentimientos en forma de agresión o maltrato verbal.

En lugar de expresar los sentimientos displacenteros que sienten y resolver los problemas, se descargan a través de críticas, desprecios, desvalorizaciones. El punto es que es nocivo para ambas partes y no resuelven los problemas que se van presentando.

El maltratada/o es una persona dependiente emocionalmente que teme terminar con un vínculo que los daña. Entre el maltratador y maltrato se produce un círculo vicioso.

La única salida es hacerse cargo de los emociones displacenteras y expresar las a través de las palabras que no dañen al otro.

conocé a nuestra columnista 

Fanny Berger

Es psicoterapeuta gestáltica. Se dedica niños, adolescentes y adultos, y trabaja en el apoyo de padres. Implementó “terapia de alcance breve”, que en cinco sesiones trata temas concretos. Es conferencista y escribió varios libros.

Podés contactarla en su web, página de facebook o a través del teléfono celular 099 289 282.