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Convivencia emocional: Fantasías, realidades y desilusiones

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Mujer triste

Por Fanny Berger

Fanny Berger señala la importancia de que puedas detectar la diferencia entre tus deseos y tus ilusiones. Conocé más en esta nota.

Las fantasías son el motor para crear y adaptarnos a nuestra vida, son como un puente entre nuestros deseos y la realidad externa. Estas son fantasías adaptativas. 

Existen otras que te pueden alejar de la realidad, muy dolorosas porque no se cumplen y te llenan de desilusiones. El ejemplo más claro es el pensamiento mágico donde una persona quiere algo, no lo corrobora con la realidad y da por sentado de que sucederá lo tan anhelado.

Tenemos que distinguir entre deseo e ilusión. Cuando una persona desea, quiere algo, piensa e imagina cómo puede obtenerlo. Puede aparecer una estrategia a seguir para tratar de colmar el deseo. Este último motiva, da energía y un rumbo a seguir para llegar a su satisfacción.

En cambio, en la ilusión la persona quiere algo y se imagina que alguien o algo será como ella fantasea, sin chequear con la realidad. Esto lleva a la desilusión, frustración, rabia rencor, depresión, que afectan negativamente a la persona. Sostenemos la teoría de las polaridades: primero aparece la ilusión y luego la realidad y eso conlleva a la desilusión. La única salida adaptativa es integrar deseos con la realidad o sea ver si se pueden satisfacer los anhelos personales.

Existen personas propensas a refugiarse en su mundo interior, a tener muchas fantasías. A diferencia de otros seres que tienen los pies sobre la tierra, que razonan sobre cómo obtener lo que ellos quieren. Los primeros son más proclives a las frustraciones pues se desilusionan ya que el devenir de la vida les muestra que la realidad es distinta. Los segundos, tienen deseos que pueden ser cumplidos sí son reales y siempre que la persona mueva energía para su obtención.

El deseo junto con poder ver la realidad externa e interna de las personas tienen que ser el motor de las acciones. En la ilusión, hay un deseo que se da por sentado que ocurrirá sin corroborar sí es posible.

Las personas que se ilusionan fácilmente ponen el foco de su vida en los otros o en que algo sucederá y se olvidan de ellos mismos pues se llenan de fantasías que no pueden cumplirse.

Las desilusiones amorosas son las más frecuentes y luego le siguen las laborales. Las primeras son más intensas. Muchas veces se cree equivocadamente que la pareja solucionará tus problemas y todo dependerá de él o ella. Eso te transformará en un satélite y giraras en torno a tu compañera/o. Es una ilusión que alimenta y produce las condiciones emocionales para desarrollar dependencia a los vínculos y /o sustancias. Otra ilusión es que tu pareja cambie por ti, nadie cambia porque vos lo desees.

En el consultorio psicológico vemos personas que lucharon durante largos años por cambiar a su pareja. Se ilusionaron que ellos podrían cambiar. Así la relación se desgasta y conlleva a una profunda desilusión amorosa. El punto es que se podía haber evitado sí no se hubiera negado lo que la situación o la persona realmente pueden brindar.

Es importante que puedas detectar la diferencia entre tus deseos y tus ilusiones. En el primer caso estás vinculado con tu medio ambiente y conectado con tu mundo interno. En el segundo caso, tenés una fantasía y sin chequear que sucede a tu alrededor, ya te lo imaginas real.

La ilusión es como la droga, alivia pero luego cuando no se cumple la persona se angustia, se deprime, se frustra.

Los deseos sirven para motivar y producir acciones, en cambio la ilusión lleva a la frustración pues todo pasa en el terreno de la imaginación de la persona ilusionada.

CONOCÉ A NUESTRA COLUMNISTA
Fanny Berger
Fanny Berger

Es psicoterapeuta gestáltica. Se dedica niños, adolescentes y adultos, y trabaja en el apoyo de padres. Implementó “terapia de alcance breve”, que en cinco sesiones trata temas concretos. Es conferencista y escribió varios libros.

Podés contactarla en su web, página de facebooko a través del teléfono celular 099 289 282.

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