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Mamá estimula: ¿Marcar límites o que los niños decidan?

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niña molesta

Con los hijos

Claudia Guimaré nos propone enseñar a los hijos a tomar decisiones desde la primera infancia según la crianza positiva.

Está claro que los niños son niñosy por ende, por su falta de experiencia y capacidad para evaluar los riesgos de sus acciones, necesitan límites claros y reglas firmes para poder desarrollarse sanamente. Sin embargo, los niños cuyos padres y cuidadores les indican permanentemente lo que deben hacer, no pueden ejercitarse en el ensayo y el error, así como en la asunción de las consecuencias de sus propios actos.

Nuestra sociedad, profundamente adultocentrista, nos inculca que los niños pequeños no pueden tomar decisiones sencillamente porque asumimos que de hacerlo, las tomarán mal. Pero, resulta evidente que si nunca ensayan la toma de decisiones, nunca serán capaces de aprender a tomarlas, sintiendo inseguridad a futuro sobre su propia capacidad de discernimiento y ansiedad al enfrentarse a nuevas situaciones; o bien por el contrario, pueden llegar a mostrarse extremadamente rebeldes contra nuestras decisiones, por fastidio o incluso por no poder evaluar si realmente lo que les estamos pidiendo tiene o no fundamento.

Es por ello que desde la crianza positiva, se promueve la toma de decisiones en los niños desde la primera infancia, desde que pueden comunicarse verbalmente como para poder acceder o negarse a algo (obviamente dentro de un determinado marco acorde a su edad y sus posibilidades).

Seguramente todos tuvimos un conocido que en la adolescencia le robaba el auto al padre para salir a pasear con sus amigos. Por lo general, chicos a quienes sus padres les tenían prohibido usarlo o incluso se negaban a enseñarles a manejar con la ilusión de que así imposibilitarían o retardarían al menos el momento en que sus hijos pudiesen sentarse frente al volante, por miedo a lo que les pudiera pasar.

Pero seguramente también vimos cómo esas estrategias no solían dar resultado. Por el contrario, aquellos padres que acompañaron a sus hijos en este proceso, les enseñaron a conducir de manera segura, establecieron reglas claras sobre cuándo y cómo usar el auto familiar, o inclusive pautaron que esta nueva habilidad iba a ser acompañada de responsabilidades como hacer mandados para la casa o trasladar a los adultos mayores de la familia cuando lo necesitasen (como sucedió en mi caso), logran que los chicos sientan más esto más como un desafío o responsabilidad fruto del crecer, que como algo prohibido que despierta rebeldía o un límite a desafiar.

Lo mismo sucede en la primera infancia y por ello, es tan importante que no sólo permitamos sino que facilitemos o hasta inculquemos que nuestros hijos tomen decisiones acordes a su edad desde temprano.

¿Pero cómo fomentar una sana capacidad de toma de decisiones que cimente su autoestima y su propia autonomía sin ponerlos en riesgo?

Como todo hábito, se aprende con la práctica, la repetición, la constancia y la coherencia, por lo que cuanto antes comencemos a fomentarlo mejor.

Normalmente los niños comienzan a experimentar una urgencia por su autonomía alrededor de los dos años, etapa que coincide con el desarrollo del lenguaje o al menos de su capacidad de verbalización y es entonces el momento ideal para que comencemos a facilitarles la posibilidad de tomar algunas pequeñas decisiones acordes a su corta edad y al impacto que dicha decisión tendrá sobre sí mismo o sobre terceros. Es decir, permitir que elija si quiere comer tomate o zanahoria, o si prefiere usar un jogging o un jean, no es lo mismo que permitirle decidir si comerá o no, o si accederá a tomar sus medicamentos.

Opciones limitadas

Por ello en disciplina positiva se habla de brindar opciones limitadas, en referencia a aquellas en las que no podemos dar un 100% de libertad a la respuesta.

Por ejemplo: si el lavado de dientes es un problema, lavárselos o no, no es discutible ni por ende opcional. Hay que hacerlo y por una razón muy clara que hace referencia al bienestar del niño. Ese es nuestro límite. Pero quizá podemos ceder en que elija el momento en que prefiera hacerlo: ni bien se levanta, o luego de desayunar por ejemplo.

En casa solemos aplicarlo con cuándo mirar dibujitos animados. La exposición a pantallas cuanto más corta sea mejor, por lo que el tiempo que está permitido ver televisión es acotado y espaciado en dos momentos al día. Pero ante la insistencia de seguir viendo, la opción limitada es “si sigues viendo ahora, no podrás volver a ver de nuevo más tarde”. Pero claro, luego hay que sostenerlo. La clave está en saber limitar las opciones en cantidad e importancia, acorde a la edad de los peques e ir ampliando su campo de decisión a medida que crecen.

Incorporar de pequeños la capacidad de tomar decisiones limitadas, será la base para desarrollar la de tomar otras abiertas más adelante, y así, la pregunta de “¿prefieres jugo de naranja o un yogur para el desayuno?” dará lugar a “¿qué quieres desayunar hoy?”.

Confiemos en ellos y en su enorme capacidad de aprendizaje y quizá nos sorprendamos de su sensatez mientras desarrollan su autonomía. Y no nos confundamos: no se trata de exponerlos a ningún peligro ni tampoco de permitirles tomar decisiones equivocadas adrede, con la esperanza de que “el golpe” les enseñe. Se trata de resetear nuestro chip de adultos que todo lo pueden, todo lo determinan y todo lo marcan, para permitir que sean ellos mismos los que desde pequeños marquen su propio camino.

conocé a nuestra columnista
Claudia Guimaré
Claudia Guimaré

La socióloga uruguaya y especialista en marketing y comunicación es la fundadora de Mamá estimula. En el grupo que administra desde Argentina, comparte materiales educativos y soluciones para padres.

Conocé cómoMamá Estimula puede auxiliarte en la crianza de tus hijos.

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