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Mamá estimula: Los cinco principios clave de la educación del futuro

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Niño leyendo libro escolar. Foto: Pxfuel

Con los hijos

En su columna semanal, la experta en crianza Claudia Guimaré, nos cuenta cuales sobre la importancia de la pasión, la imaginación, la curiosidad, el pensamiento crítico y la determinación

En un mundo que cambia vertiginosamente, es menester de la educación el aggiornarse rápido para preparar genuinamente a losniños de hoy para el futuro en el que vivirán y trabajarán. ¿Pero qué habilidades serán claves para ese mundo futuro?

Hay un chiste que circula en las redes sociales que un entrevistador le pregunta a un experto “Está usted preocupado por el avance de la inteligencia artificial? Y el experto contesta: “No, estoy preocupado por el retroceso de la inteligencia Real”.

Está claro que en el mundo actual, los cambios y avances científicos se dan a una velocidad tal, que la educación parecería que los corre de atrás, en lugar de estar un paso adelante para poder preparar a los niños y jóvenes para los desafíos y necesidades que enfrentarán en el futuro inmediato. Cada día más por ello, desde las ciencias y desde la educación misma, más y más voces se alzan para denunciar que la educación de hoy no está alineada a las necesidades del mañana sino de las de ayer.

En un mundo signado por la robótica y la inteligencia artificial, Peter Diamandis, físico norteamericano egresado de Harvard y del MIT, nombrado por la revista Fortune como uno de los 50 líderes más influyentes del mundo y quien dirige una universidad cuyo foco está puesto en incentivar a los jóvenes a encontrar soluciones de impacto mundial para mejorar la calidad de vida real de las personas, resume en 5 las habilidades que según él, serán las verdaderamente indispensables para el éxito en lo profesional y en la vida misma a futuro.

Pasión

La pasión siempre ha sido clave para el pleno desarrollo de nuestras capacidades. Es el fuego sagrado que llevamos o no dentro y que hace que persigamos nuestros sueños y nos caigamos y levantemos una y otra vez.

Pero en un mundo en el que la alfabetización ha crecido del 25% al 80% en el último siglo y medio y en el que la información gracias a internet está al alcance de cualquiera, queda más claro que nunca que el “acceso” al conocimiento no será el diferencial, sino lo que hagamos con él.

Sin embargo, por mucho que avancemos en nuestros logros educativos comparado con nuestros abuelos y bisabuelos, la velocidad de los cambios que vivimos y por ende las habilidades que necesitamos, son corridas de atrás por una educación que no cambia tan rápido.

“Nuestro sistema educativo fue diseñado para la era industrial, dice Diamandis, donde el foco estaba en capacitar a futuros trabajadores para que hicieran tareas repetitivas. Hoy seguimos teniendo un timbre que marca cuando todos debeos descansar en clase o cambiar de una materia a otra así como pruebas estandarizadas que nos miden a todos por igual, cuando lo que necesitamos es que los estudiantes encuentren su pasión, se motiven a sí mismos”.

De ahí que en un mundo en el que la información está a un click de distancia, el conseguirla no sea tan relevante como el qué haremos con ella.

En definitiva, en cuán lejos estaremos dispuestos a llegar y por ello, es vital que eduquemos a nuestros hijos para que aprovechen estas magníficas oportunidades en lugar de hundirse en la abulia de no saber qué rumbo profesional tomar, en este mar de abundancia de información y oferta educativa. Debemos “seguir al niño” como decía María Montessori, y más que inculcarle conocimientos, averiguar hacia dónde apuntan sus intereses y apalancar desde allí su formación y recordar que donde no descolla un matemático o una deportista, puede florecer un artista, un chef o un biólogo marino y nuestro objetivo debe ser asegurarnos que desarrollen todo su potencial.

Curiosidad

Una de las mejores formas de aprovechar esta abundancia de información y recursos de las que habla Diamandis es a través del fomento de la curiosidad en nuestros hijos. ¡Pero cómo alimentarla cuando es tan fácil encontrar las respuestas a todas nuestras preguntas en Google! ¿Cómo combatir la pasividad que surge de la comodidad, de la tranquilidad de que seguro alguien ya resolvió ese problema rimero y que podremos llegar rápidamente a la conclusión sin molestarnos en el proceso? O lo que es peor, ¿cómo combatir la comodidad de no buscar una segunda respuesta?

De ahí que en la era de los algoritmos y las supercomputadoras, hacer las preguntas correctas será mucho más importante que memorizar las respuestas, sostiene Diamandis. Los juguetes que cada vez hacen más cosas por nuestros hijos y sobre todo, las pantallas y juegos virtuales, con su increíble capacidad de mantenernos entretenidos por horas en estado de pasividad absoluta, son un tema de cuidado que los padres debemos controlar para que nuestros hijos se vean en la necesidad de romper con su aburrimiento por sus propios medios y quizá en esa búsqueda, encuentren lo que verdaderamente les llama la atención.

Pensamiento crítico

Pero no sólo es cuestión de hacer las preguntas correctas para encontrar la información precisa en este mundo de abundancia del que habla de forma tan optimista Diamandis. Se trata también de recuestionarse una y otra vez las respuestas encontradas y de ahí que otra de las habilidades fundamentales que debemos fomentar en nuestros hijos sea el pensamiento crítico, ya que deberán bucear no sólo en un océano de datos infinitamente mayor al que nos enfrentamos nosotros y ni que hablar nuestros padres y abuelos, sino a uno lleno de desinformación y fake news, donde las masas pueden ser arreadas cual ganado con mayor facilidad que nunca antes en la historia, analizando sus gustos, ideales y puntos sensibles para formar opiniones a favor o en contra del tema de turno a un ritmo de viralización apabullante.

¿O acaso no nos ha pasado mil veces de ver noticias virales en las redes sociales y descubrir en segundos que son falsas tan sólo con googlearlas, y ver que sin embargo siguen y siguen viralizándose sin que nadie chequee su contenido? Por eso hoy más que nunca, necesitamos una educación que en lugar de impartir clases magistrales en las que, como dice Diamandis, “un profesor recita información mientras la mitad de la clase no entiende y la otra está aburrida” transforme el aula en una sala de experimentación donde cada uno traiga la hipótesis del tema que le interesa y se avoque luego a demostrarla.

Imaginación

Pero encontrar nuestra pasión, nuestro interés, querer indagar en ello y cuestionar la información que encontremos al respecto, no alcanza sin una enorme cuota de imaginación para poder encontrar el cruce de información disponible y transformar la realidad encontrando nuevas soluciones a problemas viejos.

“La mejor forma de predecir el futuro es construirlo”, dice Diamandis. Y en ese proceso, los niños resultan ser algunos de los humanos más imaginativos, por lo que es crítico que sepan lo importante y liberadora que puede ser la imaginación.

O como dice Neil DeGrasse, el divulgador científico norteamericano más influyente de la actualidad, “todos los niños nacen siendo científicos y un científico adulto no es otra cosa que un niño que jamás creció”. Lo que sucede luego, explica DeGrasse es que a partir de la crianza y la educación formal, en lugar de incentivar esa curiosidad nata por experimentar con todo, por desarmarlo todo, por romperlo todo para ver cómo funciona, los vamos incentivando a dejar de hacerlo para que no rompan algo, para que no se ensucien, para que no se trepen a donde puedan caerse.. Lo que necesitamos hoy es que los padres y educadores, entiendan cabalmente el valor de esa actitud inquisidora de los niños. Y lo mejor que podemos hacer por ellos, dice DeGrasse, es dejarlos ser niños y estarán bien!

Determinación

Pero nada de lo anterior tendrá consecuencias reales si no hay una constancia, una determinación, una voluntad inquebrantable para seguir adelante, para seguir los sueños, para no bajar los brazos, para equivocarse y volver a empezar.

Los expertos en inteligencia emocional ya tienen claro (y medido) que la perseverancia para cumplir metas en el largo plazo es uno de los factores más importantes para alcanzar un logro. Ya desde los años 70, a partir del conocido “experimento del malvavisco”, los científicos lograron demostrar que aquellos niños que son capaces de mantenerse estoicos en una determinación en pos de obtener un beneficio futuro mayor en lugar de uno menor pero inmediato, se convertían en adultos con mejor desempeño profesional y mayor realización personal en la vida. Y las neurociencias actuales no dejan de destacar el increíble peso de la resiliencia en nuestro desarrollo, así como también, que aquellos que perseveran en su esfuerzo porque están convencidos de que a partir de ello mejorarán sus chances y no bajan los brazos, logran de verdad mejores resultados e incrementan incluso su inteligencia, lo que se ha dado en llamar “mentalidad de crecimiento”.

Pero para esto necesitamos enseñarle a nuestros hijos que la inteligencia no viene determinada genéticamente de antemano como se solía creer sino que es también el resultado del esfuerzo y la constancia, del ensayo y del error, y para ello, necesitamos primero desromantizar el éxito como algo que puede sorprendernos de repente o a raíz de un golpe de inspiración instantáneo y recordarles que cuando les llegue la inspiración, para que dé sus frutos, como decía Picasso, es mejor que los encuentre trabajando. Pero por sobre todo, necesitamos redefinir el concepto de error para que no sea más un sinónimo de fracaso sino simplemente de un primer intento en un largo derrotero de ensayos sin los cuales jamás conseguiremos el éxito.

CONOCÉ A NUESTRA COLUMNISTA
Claudia Guimaré
Claudia Guimaré

Socióloga uruguaya y especialista en marketing y comunicación. Fundó Mamá estimula y desde Argentina, comparte materiales educativos y soluciones para padres.Su comunidad cuenta con más de 300.000 integrantes.

Mirá cómo Mamá Estimula puede auxiliarte en la crianza de tus hijos. Podés leer otras notas de Guimaré acá.

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