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¿Cómo y cuándo contar a los más pequeños de la familia el secreto de los Reyes Magos? Este es el consejo de Claudia Guimaré

El neuropsicólogo español Álvaro Bilbao asevera que desde las neurociencias existen tres razones de peso por las que podemos “permitirnos esta mentira”.

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Niña con sus regalos de los Reyes Magos
Niña con sus regalos de los Reyes Magos
Foto: Pexels

Recuerdo cuando una vecina mayor que yo me contó a mis cinco años que Papá Noel y los Reyes Magos eran los padres. Recuerdo también mi decepción, profunda tristeza y por sobre todo, indignación y furia con mis padres, porque al fin y al cabo ellos fueron los autores de semejante engaño. ¡Era una mentira tan linda!

Pero más que ese hecho recuerdo un 6 de enero que pasamos con mi familia de Rocha en la casa de mis tíos, cuando vinieron a mi cama a levantarme corriendo porque los Reyes estaban golpeando la puerta. Salí volando y por poco los agarro infraganti pero llegué un segundo tarde y sólo vi una osa de peluche rosada enorme que jamás olvidaré, sentada esperándome sobre mis zapatos. Es que Papá Noel y los Reyes Magos son y serán por siempre la mejor mentira jamás creada y seguramente, la que nos provoque más nostalgia.

Hoy día muchos padres, psicólogos o incluso corrientes pedagógicas como la Montessori, desaconsejan engañar a los niños con esta ilusión. Sostienen que no sólo es “educar en el engaño y no en la realidad” sino que además son celebraciones que fomentan y enfatizan el consumo y lo material.

Otras voces afirman que esta tradición no sólo no tiene nada de malo sino que hasta encierra varios beneficios. Tal es el caso por ejemplo del neuropsicólogo español Álvaro Bilbao que asevera que desde las neurociencias existen tres razones de peso por las que podemos “permitirnos esta mentira”.

La primera es que la imaginación y la ilusión son dos herramientas intangibles pero de incalculable valor para conseguir nuestras metas en la vida y que en ese sentido, pocas formas de crear ilusión en un niño son tan eficaces como la magia que envuelve a Papá Noel y los Reyes Magos.

La segunda, que la capacidad del niño de ejercitar la paciencia es una habilidad cognitiva súper importante a desarrollar, sobre todo en los tiempos que corren donde todo es inmediato.

Y la tercera, que durante ese tiempo de espera experimentamos tanto placer como cuando tenemos el regalo en nuestras manos (o a veces incluso más). Por eso al ser humano le gusta tanto fantasear e ilusionarse, cultivar la paciencia y disfrutar la ilusión.

Por eso, dice Bilbao, “posiblemente el verdadero regalo de los Reyes Magos, es enseñarnos cuando somos pequeños que si creemos con fuerza en nuestros sueños, y le ponemos un poco de paciencia, esmero y cariño, algún día se harán realidad”. La fantasía tiene un rol importante en el desarrollo sano de los niños cuando son pequeños ya que es a través de ella que pueden interpretar el mundo cuando aún no lo comprenden. Pero por supuesto, a medida que crecen, si no llegaran a “descubrirlo” por sus propios medios, podemos contárselo nosotros, para evitar que confundan mentiras con representaciones ficticias.

Por lo general hasta los cuatro años todos los niños creen firmemente en la existencia de Papá Noel y los Reyes, básicamente porque no están preparados aun para el conocimiento abstracto. Y más adelante, hacia los seis, comienzan a hacer preguntas de cosas que simplemente no les cierran.

Como por ejemplo mi hija cuando con esa edad me preguntó: “¿Por qué Papá Noel vive tan lejos?, ¿no le quedaría más práctico mudarse cerca?” Y unos días más tarde, me dijo como al pasar “nadie puede llegar a todas las casas al mismo tiempo”.

Entre los seis y los ocho ya maduraron lo suficiente como para entender que no son reales al menos como personas de carne y hueso sino simbólicamente. Y es raro que un niño llegue a los 10 aun creyendo, por lo que si sentís que tu hijo está en edad más que suficiente para saberlo y no te preguntó nada y querés contárselo, es recomendable no hacerlo durante las fiestas para que el impacto y el duelo sea menor y no cuando tienen toda la fantasía depositada en la llegada de los tan esperados regalos.

Figuras de metal de los Reyes Magos
Figuras de metal de los Reyes Magos
Foto: Pexels

Prepararse

Ya sea que no nos pregunten y seamos nosotros los que se los develemos o bien que nos lo cuestionen ellos, lo mejor que podemos hacer es estar preparados para que la pregunta no nos tome por sorpresa.

Lo ideal es tener pensada una respuesta que nos conforme y sobre todo con la que estemos alineados entre los padres o parientes cercanos. También es bueno anticipar que es natural que se decepcionen, enojen o entristezcan por la mentira que les hicimos creer durante tanto tiempo, para lo cual podemos hacer énfasis en la ilusión y la sorpresa que hemos querido sostener en ellos, en el cariño que los regalos representan de la gente que los rodea y en la tradición misma que al fin y al cabo seguimos, que nos une a nuestra sociedad y hace que “nadie se quede afuera” de esta “fiesta” compartida.

Muchos niños comienzan a preguntar como tanteando pero cambian de tema o se desinteresan de inmediato por la respuesta, es que no están preparados para escuchar “la verdad” por el riesgo que esto conlleva. Un “sí, quiero saberlo” no evade la decepción de la respuesta.

Los niños tienen un detector de humo especial y por ende, si comienzas a enredarte con excusas o tecnicismos, sólo lograrás incrementar sus sospechas mientras que ser directo y frontal, y usar tus propias palabras, abrirte naturalmente, es la mejor forma de educar con el ejemplo.

En los últimos años dio vueltas por las redes sociales una “Carta de los Reyes Magos a los niños” como estrategia para dar respuesta a la pregunta de si los Reyes son los padres. En ella se sugiere tener preparada una falsa carta de los Reyes en la que supuestamente éstos le piden a los padres que sigan la tradición de regalarles algo el 6 de enero a sus hijos en secreto porque ellos ya están viejitos.

En lo personal, creo que si entendemos que nuestro hijo quiere y está preparado para saberlo, continuar la farsa con otra mentira, no es el camino correcto. Confiemos en nuestros pequeños y cuando quieran saberlo, tengamos claro que llegó la hora de abrirnos con ellos. Al fin y al cabo, no se trata de evitar que pierdan la magia o inocencia sino de asumir que crecen y acompañar el proceso.

*Socióloga, especialista en marketing y comunicación, fundadora de “Mamá estimula”.

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