Historias de mujeres refugiadas: Ghazaleh, Amán, Jordania

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Ghazaleh, MSF
Ghazaleh Al-Ali is from Aleppo, Syria. Al-Ali left Syria in 2014 and has been in Amman since then. At first she lived in Azraq camp, but due to her illness, she left. She has a refugee status, but only receives care packages – however, even those she has not been received in 10 to 12 months now. Al-Ali’s 5 children could not go to school in Turkey; however, in Jordan they all go to public schools. Some challenges facing their education during the Covid-19 pandemic is connectivity, as two smartphones are not enough for 5 children, plus internet connectivity is not free. In 2015, Al-Ali worked for the Danish Refugee Council as a trainer for women, teaching them how to craft souvenirs for sale. Afterwards, she became a freelance trainer. Covid-19, however, made training a difficult prospect. Even her husband, Mustafa, who was a shoemaker based in Ashrafiyeh and Al Luweibdeh, suffered from the pandemic. With rent behind the couple, the family lives in fear; despite the help of Jamat Orthodoxi with the rent and bills, eviction still looms large – and with it the threat on children’s education. Al-Ali’s husband, moreover, needs a medical operation for his cruciate ligament. He seems hopeful despite the dire circumstances. Al-Ali herself has been an MSF patient since April of last year. While fleeing Syria, she and her family were stopped at a regime checkpoint and was beaten. She could walk, but felt so much pain she suffered from a loss of feeling. Yet, as a mother, Al-Ali helps her daughters draw on cups using FEMO materials, and sells the products via WhatsApp groups, in addition to practicing calligraphy and needlework. Ghazaleh Al-Ali and her husband escaped from Aleppo after the Assad regime started bombing the city; they went to her husband’s house in the village. And when Daesh arrived at the area, they escaped again because her husband is Kurdish and some Daesh members were talking about marrying off one of Al-Ali’s young daughters. There are ot
Hussein Amri/MSF/Hussein Amri

Mujeres

En el marco del Día del Refugiado, Médicos sin Fronteras acerca las historias de valientes mujeres que han tenido que huir de sus hogares y que aún enfrentan obstáculos en una vida en tránsito.

Ghazaleh, MSF

En este momento hay más de 79 millones de personas que se han visto forzosamente desplazadas de sus hogares en todo el mundo. Durante su tránsito en búsqueda de seguridad, deben enfrentar grandes peligros para escapar de la violencia y la persecución.

Médicos Sin Fronteras (MSF) trabaja con poblaciones en movimiento a lo largo de todo el planeta: en los lugares de origen, en las principales rutas migratorias, y en los campos de desplazados y refugiados. Los equipos de MSF proporcionan atención médica y de salud mental, acceso a agua potable y suministros de primera necesidad.

En el marco del Día del Refugiado, MSF acerca las historias de tres valientes mujeres que han tenido que huir de sus hogares, arriesgando todo para poder encontrar seguridad para sus familias, y que aún hoy, deben enfrentar constantes obstáculos mientras se adaptan a una vida en tránsito.

Ghazaleh, Amán, Jordania

Ghazaleh es una refugiada siria que vive con su esposo e hijos en Amán, Jordania. Sus primeros días en el país los pasaron en el campo de refugiados de Azraq, pero luego fueron trasladados a alojamientos en la capital del país cuando la salud de Ghazaleh comenzó a deteriorarse. Sin embargo, aún después de haber dejado el campo, la familia sigue luchando por sobrevivir.

Esta madre de cinco hijos no es ajena a la adversidad, ya que escapó de la guerra en su país de origen en 2014 y tuvo que soportar un peligroso viaje desde Siria hasta Jordania. En un momento, fue detenida y golpeada por soldados del régimen, quienes le dejaron los huesos del pie completamente destrozados.

En ese entonces, a la familia le llevó 18 días para cruzar la frontera de Jordania, durante los cuales Ghazaleh apenas podía estar de pie a causa del dolor.

Ghazaleh, MSF

La frágil economía de Jordania ha tenido problemas para adaptarse a la creciente población de refugiados del país. En 2018, por ejemplo, el gobierno jordano anunció la cancelación de la atención médica subsidiada para los refugiados sirios. Y desde que comenzó la pandemia de COVID-19, el acceso a servicios esenciales como la educación y la atención médica prácticamente ha desaparecido.

Ghazaleh y su familia sienten profundamente el efecto del COVID-19 en la economía de Jordania. Los paquetes de suministros de ayuda destinados a asistir a refugiados como ellos a reasentarse dejaron de llegar hace más de un año. Y las oportunidades de empleo para Ghazaleh y su esposo dejaron de ser tales, lo que los obligó a vender sus muebles solo para llegar a fin de mes.

MSF trabaja en Jordania ayudando a refugiados que se encuentran en una situación de vulnerabilidad para recibir la atención que necesitan. Además de apoyar la respuesta de COVID-19 en el país, los equipos de MSF brindan tratamiento para enfermedades no transmisibles, atención de salud materno-infantil y cirugía reconstructiva para las víctimas de la violencia.

Con las cuentas acumulándose, en este momento la mayor amenaza para la familia de Ghazaleh es el desalojo. Mientras se sientan en el suelo con el personal de MSF y les cuentan la historia sobre el café árabe, la pareja mantiene una apariencia alegre. Pero sus ojos revelan una desafortunada verdad: saben que el viaje para reconstruir sus vidas aún está lejos de terminar.

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