Construir una casa propia, diseñada a medida, es el sueño de varios. El proceso es largo y, en el medio, hay que tomar varias decisiones. Materiales, dimensiones, orientación de la vivienda, colores. Hasta hace poco tiempo las únicas herramientas que tenían arquitectos y desarrolladores inmobiliarios eran los planos y los renders, que muchas veces dejaban gusto a poco.
El estudio uruguayo Volume LAB surgió para cerrar esa brecha con realidad virtual (RV). El arquitecto Juan Pedro Fernández, fundador y director ejecutivo de la empresa, detectó esa necesidad trabajando en su primer proyecto, donde pensó que «había quedado todo claro, pero hubo complicaciones».
«La tecnología lo que viene a resolver es un problema que tenemos todos los arquitectos y es que nos cuesta mucho hablar con el cliente de forma técnica y hacerle entender todas nuestras ideas. Si a una persona, en lugar de mostrarle una imagen, un render fijo, le mostrás una experiencia inmersiva e interactiva de este calibre, es otra cosa», explicó Fernández a El Empresario.
En 2021 el arquitecto investigó el mercado y descubrió que en Uruguay no se estaba usando esta tecnología y así fue que decidió crear Volume LAB, que sumó al equipo a Camilo de los Santos (arquitecto, director de Operaciones), Eugenio Regules (ingeniero, director de Finanzas) y al arquitecto Iair Laufer.
Vivir la experiencia
Volume LAB le ofrece al cliente la posibilidad de colocarse unos lentes de realidad virtual (el modelo Quest, desarrollado por Meta) y visualizar cómo será su futuro hogar. En el recorrido virtual se puede ver, por ejemplo, cómo será la iluminación en las distintas estaciones del año, de día y de noche, cuál es la dimensión de los espacios y cómo están distribuidas las habitaciones.
Además, tiene un elemento interactivo que permite renderizar en vivo y probar distintos materiales en paredes y pisos, cambiar cerramientos, e incluso elegir diferentes plantas decorativas.
También ofrecen los modelos para visualizar en celulares y otros dispositivos, para quienes no pueden visitar el estudio y colocarse las gafas.
«En una imagen fija se pierde la volumetría interior, la espacialidad -que es clave- y la posibilidad de aplicar cambios en tiempo real. No tenés que llegar a la instancia de estar en obra, que implica mucho dinero», afirmó de los Santos.
Negocio de escala
La empresa empezó a ofrecer sus servicios a estudios de arquitectura y a usarlo en proyectos propios, que firman como MAGNA Arquitectura.
El costo de una visualización para una vivienda ronda los US$ 1.000 y habían quienes estaban dispuestos a pagarlos, pero pronto se dieron cuenta de que era a los desarrolladores inmobiliarios a quienes les ofrecía un mayor retorno. En 2022 trabajaron con Balsa & Asociados para crear los modelos de realidad virtual del barrio privado La Juana y para los edificios de BeOne desarrollos. Luego se sumaron otros operadores.
«A nivel económico tiene dos fuertes grandes: el primero es anticipar problemas y evitar malentendidos. Por otro lado, es una herramienta de comunicación y marketing muy fuerte. Hay estudios internacionales que indican que aumenta la velocidad de la venta, es un 20% o 30% más rápida. Eso te permite conseguir la financiación, empezar un nuevo proyecto antes», apuntó Fernández.
Ahora el estudio se encuentra explorando nuevas tecnologías que les permitirán ofrecer «renders de mayor calidad», la incorporación de herramientas de inteligencia artificial para acelerar los tiempos, el uso de realidad aumentada en obras y también salir al mercado internacional, donde han tenido experiencias puntuales y ven un gran potencial de crecimiento.
«Siempre decimos que una imagen vale más que mil palabras, pero la realidad virtual vale más que mil imágenes», remató Regules.