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En las playas y parques, los nómades digitales aprovechan el teletrabajo

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Joven con laptop

NEGOCIOS

Varios países se promocionan para ser más atractivos para quienes laboran desde sus laptops.

Joven con laptop
Joven con laptop al aire libre

Aprovechando las ventajas que ofrece el teletrabajo, son muchos los que ahora responden a sus correos electrónicos debajo de una palmera. Ya sean asalariados o autónomos, se calcula que hay millones de «nómadas digitales» en todo el mundo, un fenómeno del que varios países intentan sacar provecho.

«Siempre quise vivir en otro país para ver cómo es», dice Sharon (su nombre fue modificado), de 28 años. Esta estadounidense que trabaja en la gestión de datos partió a Ciudad de México, atraída por el «clima».

Steve King, analista de la empresa de investigación Emergent Research, estima que el número de nómadas digitales solo en EE.UU. era de 10,9 millones en 2020, un 33% más que el año anterior.

Al obligar a los empleados a trabajar desde sus casas, la pandemia de COVID-19 ha seducido a muchos hacia este modo de vida, reservado durante mucho tiempo a los autónomos.

Claire y Marius, dos treintañeros franceses que trabajan en marketing, también dieron el paso. El confinamiento convenció a su jefe, inicialmente reacio, de que el teletrabajo funciona y hoy trabajan desde un hotel de Playa del Carmen (México). «Será imposible volver a la oficina algún día», aseguró Claire.

«Buenos turistas»

Denis Muniglia, 40 años y empleado de una aseguradora, cree que el teletrabajo es un «regalo del cielo». Este francés ha tomado la costumbre de prolongar sus vacaciones gracias al teletrabajo, una vez en Bulgaria y otra en Malta.

El potencial económico de este fenómeno no ha escapado a los países, unos 15 de los cuales han facilitado la acogida de este nuevo tipo de turistas, explicó el investigador Clement Marinos.

Son «buenos turistas porque tienen trabajo, así que no le quitan el trabajo a los locales, y generalmente ganan bien», dijo King.

Los nómadas digitales tienen sus propios criterios a la hora de elegir un destino: el costo de vida, el clima, la conexión a Internet, pero también la situación epidémica.

Buscamos «países donde las normas son más flexibles», señaló Arnaud Wilbrod, de 35 años, que aprovecha los «bares y restaurantes abiertos» de Tallin (Estonia) mientras continúa su actividad como editor de contenidos digitales.

El verano pasado, Georgia introdujo un visado que permite a los trabajadores que ganan al menos US$ 2.000 al mes vivir allí durante un año. Y aunque la situación sanitaria se ha deteriorado desde entonces, 787 nómadas digitales se han instalado allí. No son muchos, pero el programa está dirigido principalmente a «atraer a visitantes con altos ingresos», indicó Tea Chanchibadze, portavoz de la administración nacional de turismo de Georgia.

En Costa Rica se está preparando una ley para que los teletrabajadores con buenos ingresos puedan permanecer en el país más tiempo.

Según Putu Astawa, director de la agencia de turismo de Bali, los nómadas digitales son «una fuente de ingresos para el país» y pueden ayudar a «recuperar las pérdidas causadas por la pandemia».

En Madeira (Portugal) se inauguró una aldea para nómadas digitales, la primera de su tipo en Europa, con un espacio de trabajo compartido y un centenar de teletrabajadores, alojados en unas 40 casas.

Las autoridades locales pretenden «dar a conocer Madeira como uno de los mejores lugares del mundo para trabajar a distancia», señaló Margarida Luis, portavoz de la secretaría regional de Economía.

Gonçalo Hall, el empresario que está detrás del proyecto, está convencido: «En términos de teletrabajo, no habrá vuelta atrás».

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