Consumidores ávidos de vidas naturales y saludables y empresas tendientes a prácticas sustentables. Estos dos elementos, aristas clave de una sola tendencia global, llevaron a Unilever a desarrollar la línea de productos Sedal Pro-Natural. Para llegar a ella, la multinacional trabajó nuevamente bajo el esquema de co-creación, de la mano de Jamal Hammadi, reputado estilista enclavado en Los Ángeles, California, famoso por peinar a las actrices Drew Barrymore y Scarlett Johansson, por ejemplo, o por trabajar en los backstages de pasarelas de Nueva York y París, como Chanel y Christian Dior.
En su salón boutique, donde recibe a no más de 25 clientes por mes -y mientras peinaba a la modelo Liz Solari para la campaña de Sedal que protagonizará-, el profesional habló con El Empresario, entre otros temas, sobre cómo la mujer ha cambiado y busca más confort y menos pose y reveló uno de los tips del éxito de su pequeño local: la intimidad. A continuación, un resumen de la entrevista.
¿En qué consiste la nueva línea que creó junto a Sedal?
Como yo tengo una línea orgánica, creo en los ingredientes y el tema del precio para la línea de Sedal es fantástico, ya que no sólo los ricos pueden acceder a ella. ¿Por qué? Porque es un ingrediente que crece de la tierra y no es caro. En Sedal sintieron que era un buen momento para introducir estos productos ya que el público los estaba esperando. Esto es parte de un gran tema: mirá al mundo alrededor, todo es un desorden, la economía global entera, la contaminación del aire, los satélites basura; estamos dañando todo lo natural. Creo que debemos hacer una profunda reflexión sobre lo descuidados que somos.
¿Por qué puede afirmar que el público estaba pidiendo estos productos?
Para las mujeres, la moda en 1930 y 1940 giraba entorno al glamour y verse bien. Hoy es otra cosa, están más preocupadas por sentirse bien, no necesariamente por verse fabulosas. En cuanto al pelo, antes se usaba rígido, ahora más cómodo y relajado.
Este pequeño local en el que sólo recibe a unos pocos clientes al mes, ¿cree que es parte de una tendencia hacia los salones boutique?
Yo realmente no sigo tendencias, hago lo que siento y a veces resulta que es una tendencia; tengo suerte. Siempre he sido así. Pero es cierto que desde que trabajo en Venice Beach veo todos estos pequeños salones pop up, más acogedores, que dan sensación de hogar. La gente quiere intimidad; muchos de mis clientes quieren privacidad porque hablamos sobre un montón de temas personales.
Pero esto se da, seguramente, porque sus clientes son celebrities...
Yo atiendo a muchas celebrities y tengo también clientes de cuando trabajaba en otro salón, un puñado de unos y otro de los otros. Y no pienso más en ellos como clientes, sino que pasamos el rato, nos ponemos al día. Es como tomar algo con tu novia, pero en lugar de eso te estás cortando el pelo.
¿Qué recomendaría a alguien que se inicia en el negocio del cuidado del pelo?
Creo que hay muchos peluqueros hoy, este mercado está sobresaturado. Esto sucedió cuando nos empezaron a glorificar, entonces todo el mundo se quiso transformar en peluquero, todo el mundo quiere trabajar con artistas, actrices y modelos; piensan que es fácil, porque parece fácil. Entonces, se sobresaturó. Igual creo que está bien. Esto es como todo negocio creativo: si sos bueno, sos bueno y si sos malo, sos malo. Pero si querés algo, tenés que ir por eso. Si te parece que tiene sentido, hacé un plan y si en el papel funciona, entonces, ¿por qué no? El límite es el cielo. Sólo se vive una vez. ¿Qué si no funciona? Hacés algo nuevo.
De contador a peluquero de famosas
¿Cómo se transformó en estilista?
Estaba en la escuela y mis padres me presionaban para que fuera contador, que fuera a la universidad. Yo no quería pero finalmente fui, y empecé a tomar las clases; lo odié. Entonces me fui, me corté el pelo, me lo teñí, me enloquecí; no de una manera mala, sino más bien me descubrí a mí mismo. Y empecé a conocer un montón de peluqueros y finalmente fui a la escuela de belleza y empecé a trabajar para Sharon Stone y Lisa Marie Presley; después me fui a París.