Un clásico del retail montevideano cerró sus puertas. El bazar GayMar, fundado en 1977 y siempre instalado en la esquina de 18 de Julio y Pablo de María, puso fin a su actividad con una liquidación de productos, que hasta hace poco tiempo sumaba 4.000 artículos.

El cierre «fue un proceso mío, un poco en base a los síntomas de mi cuerpo empecé a ver que necesitaba un cambio», explicó la directora de la tienda, Sandra Valdés. Su idea inicial era que el bazar continuara abierto sin ella al frente, «pero eso no se pudo dar, así que no hubo más opción» que bajar la cortina, aseguró.

El proceso de cierre al público comenzó el 1° de noviembre y concluyó el 30 de diciembre pasado, aunque Valdés todavía está en proceso de finiquitar trámites relacionados a la firma familiar. El emblemático local sobre 18 de Julio quedó vacío a mediados de enero tras la liquidación del catálogo y la devolución del stock remanente a los proveedores.

Mientras tanto, Valdés aún recibe en el celular de la tienda llamados de clientes interesados en conseguir productos del bazar.

En todo este proceso Valdés y su personal se sorprendieron con las reacciones que recibieron de muchos de sus clientes. «Hubo de todo, gente que se emocionó, que se enojó, que se sorprendió, que agradeció, que nos contó sus historias de vida con relación a GayMar. Fue impresionante, muy movilizador», dijo la empresaria.

Foto: Archivo El País

El negocio de los bazares cambió mucho con respecto a la época en que abrió GayMar. Hoy esas empresas compiten con los supermercados y las tiendas de decoración, lo que elevó la competencia.

«Hoy hay mucha oferta, los cambios que han habido en este tiempo son impresionantes. La evolución fue vertiginosa y hay que adaptarse», analizó Valdés.

Uno de los cambios que impactó al mercado, según la empresaria, fue la llegada de productos desde China, lo que llevó a GayMar a enfatizar en la variedad y calidad de su oferta.

En su momento de apogeo, la tienda llegó a contar con un catálogo de más de 4.000 productos, entre las categorías de uso diario, como vajilla, cubiertos, cristalería y ollas -los caballitos de batalla del bazar-, y otras complementarias como accesorios.

Pero eso ya es historia. Al pensar sobre su futuro, Valdés se sincera y dice que aún no tiene nada definido: «Esa es la gran pregunta. La verdad es que voy día a día», señaló. La opción de emprender está sobre la mesa, aunque en ese caso incursionaría en el canal online. «Definitivamente no sería algo físico», aclaró.

Al hacer el balance sobre lo que fue la historia de la tienda, Valdés se emociona y da las gracias. «No tengo más que agradecimiento, creo que estos meses de cierre fueron un gran reflejo de la trayectoria de 46 años», recalcó. «Todavía me emociono al recordar la reacción» de los clientes, los proveedores y las colaboradoras de la tienda, que en su mayoría llevaban muchos años en el bazar. Han sido compañeras de «toda una vida», remató.