Cuesta imaginar a Steve Jobscon otra ropa que no sea los jeans azules, el sweater de cuello alto negro y las zapatillas blancas. Pero menos aún con alguna de las prendas The Apple Collection, la marca de ropa que la compañía fundó en 1986, un año después de que Jobs fuera despedido de la empresa. La línea respondía a los parámetros ochentosos de la época: colores estridentes, estampas extravagantes y talles generosos.
Algunos deslizan que la colección fue más una venganza que un intento serio de incursionar en la moda. O probablemente Jobs se haya mostrado en contra de ella y fuera un factor más para que lo expulsaran de Apple. Recordemos: a Jobs lo echaron por enfocarse más en el diseño y la tecnología que en el negocio económico, y apenas un año después, la empresa invertía precisamente en diseño, no sólo de ropa, sino de todo tipo de accesorios: desde gorras y cinturones, hasta carteras, zapatillas y kits de viaje.
En aquella época era habitual que las empresas tecnológicas sacaran ropa con su logo para uso interno. Lo increíble es que Apple haya decidiera sacar una colección que cualquier persona podía comprar.
El por qué Apple decidió incursionar en la moda sigue siendo un misterio hasta hoy. Muchos atribuyen la idea a John Sculley, al frente la compañía por aquellos años, que estaba obsesionado por hacer de Apple una empresa global, que trascendiera la tecnología.
Sculley venía, justamente, del mundo inabarcable de las empresas de consumo masivo: se había hecho conocido en EE.UU. con su Desafío Pepsi (el que invitaba a las personas a elegir una bebida por su sabor y no por su marca) y le había ganado nada menos que a Coca-Cola. Esa jugada de marketing despertó el interés de Jobs, que lo llamó y le propuso: «¿Querés seguir vendiendo agua azucarada el resto de tu vida… o preferís unirte a mí y cambiar el mundo?».
En los 80 pocas personas tenían computadoras personales, pero era evidente que todas usaban ropa. Sculley fue, entonces, en busca de su ansiada masividad y se olvidó para qué empresa trabajaba. Apple no era lo que es hoy y además tenía fama de ser cara y algo pretenciosa, llena de jóvenes arrogantes. Tal vez pensó que era una forma de cambiar la imagen de la compañía y volverla más cercana a los consumidores.
Prendas insignia
Los buzos con fondo blanco o negro con la palabra Apple en distintos colores fueron una de las prendas insignia, y también lo eran las remeras con la marca escrita en letras de «video juego» o los pantalones deportivos. Los mismos diseños venían para niños y niñas, que también aparecían en fotos vistiendo las prendas que algunos encontraban muy parecidas a la marca Esprit, creada por el millonario Douglas Tompkins después de dejar The North Face. De hecho, Apple llegó a colaborar con la marca líder de ropa para montañismo y aire libre y juntas sacaron un chaleco.
Una de las piezas más buscadas por los coleccionistas y que es un verdadero misterio son unas zapatillas blancas con el logo de Apple que se hicieron en colaboración con Adidas. Hay poquísimas, y una teoría es que se fabricaron exclusivamente para los empleados, o que se trataron de un prototipo que acabó en manos de algún colaborador.
Sin embargo, The Apple Collection no se limitó solo a hacer ropa. Hubo muchos más objetos, como una navaja suiza, lápices y resaltadores, carritos para bebé, mochilas, relojes (aún lejos del Apple Watch) y más. Sin embargo, no está claro si eso podía comprarse o era merchandising.
La aventura duró solo un año. Nunca más la empresa decidió sacar una colección como la del 86, lo que refleja su fracaso rotundo. Aunque no desentonaba con la época, tal vez el hecho de no tener una tienda física haya atentado contra su desarrollo. O, probablemente, haya sido un capricho temporal.
Apple estampó su logo en prendas, zapatillas y toda clase de accesorios.
Pero Apple no se retiró del todo del mercado fashion. Sigue produciendo ropa con su logo, no para vender masivamente, sino para los visitantes que llegan Apple Park en Cupertino, California, la sede de la empresa.
Las ventas son tan buenas que muchos usuarios piden que esas prendas se comercialicen en las Apple Store más icónicas del mundo. Sin embargo, no hay indicios de que los directivos busquen expandir la venta de los productos. Tal vez, no quieran repetir el fracaso rotundo del 86.