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Decisiones y cultura empresarial: si el "qué" es inevitable, cuidemos el "cómo"

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Luis Suárez celebrando su primer gol con el Atlético de Madrid

Liderazgo

La difícil tarea de gestionar la salida de un talentoso

Escuché las declaraciones de Luis, vi sus demostraciones de afecto y agradecimiento, sus incomodidades, sus quiebres ante una decisión de esta naturaleza y la forma en que se había ejecutado. Vi su emocionalidad ante la inminente despedida del club que, como él dijo, le dio toda la confianza en un momento crítico de su carrera… Luis Suárez mostró su pasión, tristeza, enojo, agradecimiento, entereza y profesionalismo en menos de 48 horas. En paralelo, en redes sociales estallaban las repercusiones de sus compañeros de equipo, la hinchada y el mundo del fútbol. Y el domingo mostró una vez más su capacidad de reponerse ante todo: en 20 minutos anotó dos goles para su nuevo club, el Atlético de Madrid, e hizo un pase de gol.

Como coach, a menudo veo cómo las empresas -como el FC Barcelona- dejan ir a sus talentos, a veces por decisión y otras por omisión. Directivos que demuestran con acciones que las personas son reemplazables y transmiten que tarde o temprano el mal momento pasará. Si bien en parte esto podría ser así, también se va forjando una cultura dentro de la organización donde las personas no se sienten «importantes» y saben que dar la milla extra no garantiza nada, solo cumplir con lo que consideran correcto. Los profesionales hacen lo que tienen que hacer porque eso son: profesionales.

Graciela Foggia, Directora de Up Coaching

"La intención de 'cuidar' debería estar siempre, aún en situaciones adversas, porque el costo en el impacto moral que se genera en la compañía es muy alto".

Cuando veo que las «estrellas» se van de una organización -o, lo que es peor, se quedan porque es su zona de comodidad o no tienen otra opción- me pregunto qué lleva a quienes tienen el poder de tomar decisiones a no cuidar a su gente y, segundo, si aún tomando la mejor decisión (por baja performance, ciclo cumplido, costo asociado o lo que fuere), esquivan manejar la comunicación de una manera asertiva y/o digna.

Hay maneras de gestionar estas situaciones. Una salida por decisión de la empresa por lo general no es un momento feliz, pero hay formas de diseñar la experiencia, incluida la conversación, para procurar lesionar lo menos posible a la persona y su entorno. La intención de «cuidar» debería estar siempre, aún en situaciones adversas, porque el costo en el impacto moral que se genera en la compañía es muy alto. Se altera la confianza, surgen conversaciones de pasillo: «¿Qué hará que conmigo sea diferente?», «ahora ¿qué sigue?».

Por otro lado, ¿qué mensaje le queda a la hinchada o al cliente? ¿Qué les genera ver que alguien a quien quieren, aprecian, valoran y les ha dado tanto, reciba este trato?

Estas decisiones incómodas, tengan el origen que tengan, deberían ser bien pensadas, bien comunicadas, respetando siempre al ser humano que se tiene enfrente. Cuando el «qué» es inevitable, cuidemos el «cómo». Así, cuando llegue la conversación de despido, casi no hará falta hablar. El empleado ya lo sabrá, porque ha recibido mensajes durante un tiempo, porque conoce los problemas económicos de la compañía o porque sintió que su ciclo está llegando a su fin.

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