¿Y ahora qué?: “la Argentina de Milei” rumbo a 2026

Si bien el 2026 no está exento de desafíos y riesgos, el panorama económico podría parecerse más a su primer año de gobierno que al año en curso.

El presidente de Argentina, Javier Milei, saluda a sus partidarios al llegar a la sede del partido gobernante, La Libertad Avanza.
El presidente de Argentina, Javier Milei, saluda a sus partidarios en la sede de La Libertad Avanza.
Foto: AFP

El 2025 fue en Argentina el año de las expectativas y las pruebas políticas paraJavier Milei, después que 2024 estuviera marcado por el inicio del plan de estabilización y sus consecuencias. ¿Qué conclusiones pueden extraerse? ¿Qué esperar para 2026? ¿Y más allá?

Trato de responder estas preguntas desde Buenos Aires, después de una semana que incluyó reuniones con clientes, empresarios, autoridades, periodistas, académicos, economistas y analistas políticos. Lo haré también siguiendo el hilo de columnas que publiqué acá sobre estos temas en el último bienio.

En 2024 Argentina evitó la hiperinflación con un plan de estabilización que eliminó la dominancia fiscal y el financiamiento monetario del déficit. Combinando eso con un régimen de ajustes preanunciados del tipo de cambio, logró una significativa desinflación en medio de acciones para normalizar precios relativos, tarifas de servicios públicos y el funcionamiento de los mercados. Los resultados siguieron el patrón clásico de estos planes de estabilización: rebote de la actividad, caída del tipo de cambio real (menos barata en dólares) y ganancias de credibilidad sobre ciertas metas y políticas.

Pero, para prolongar el crecimiento económico, era clave en 2025 la gestión política y el resultado de las elecciones legislativas nacionales del 26 de octubre. De eso dependía el avance en otras reformas económicas y el alejamiento más definitivo de políticas populistas. Previsiblemente, esto estuvo en duda durante algunos meses por problemas evidentes de gobernabilidad y manejo político.

Milei había sufrido casi una veintena de derrotas parlamentarias, junto con perder elecciones legislativas locales en varias provincias, incluyendo la emblemática de Buenos Aires el 7 de septiembre. Todo eso había reposicionado el escenario de retorno del peronismo-kirchnerismo al gobierno y reactivado el círculo vicioso de devaluación-inflación-recesión.

Sin embargo, pese a los problemas políticos y la desaceleración económica de 2025, la ciudadanía le extendió la confianza al gobierno con 41% de votación nacional y lo acercó a la mayoría parlamentaria. Con el respaldo del macrismo y el radicalismo, solo le faltan unos 20 diputados y unos 7 senadores para lograrla en ambas cámaras. Se trata de apoyos factibles de conseguir entre los representantes de gobernadores menos alineados o desde parte de la oposición menos dura, como ya lo dejó en evidencia el avance reciente en la aprobación del Presupuesto 2026.

Aldo Lema

Esto no solo desactiva el renovado círculo vicioso que estaba en gestación, sino que abriría un nuevo escenario político para el resto del mandato de Milei, que podría a su vez retroalimentar mejores perspectivas económicas. Resucita el círculo virtuoso de revaluación-desinflación-crecimiento al acrecentarse la probabilidad de reelección presidencial. A esa expectativa contribuye la división de la oposición, la atomización del peronismo, su atraso doctrinario, la derrota de Kicillof y la falta de liderazgo renovado.

Si se extiende el horizonte de ciertas políticas, es más probable la recuperación de la inversión para hacer más viable el crecimiento económico sostenido. Lo contrario al frenazo observado este año en espera del desenlace electoral y político.

Con todo, el reimpulso de la actividad en 2026 no pasa tanto por la factibilidad política de concretar algunas reformas como la laboral o tributaria, sino por las condiciones financieras menos desfavorables derivadas del nuevo cuadro de gobernabilidad, la mayor credibilidad del equipo económico, el respaldo (casi a todo evento) de Trump y un eventual acuerdo comercial con Estados Unidos. Ha habido recaída del riesgo país, las tasas de interés y el costo de capital implícito en las valorizaciones bursátiles que estimularían la inversión durante los próximos dos años. A ello también contribuiría el plan de privatizaciones y concesiones viales.

Dicho panorama también facilita el manejo monetario-cambiario en el bienio previo a las presidenciales de 2027. Es muy probable que, con algunos ajustes, se afiance el esquema de metas monetarias orientado a afianzar la desinflación en un régimen de bandas cambiarias y flotación sucia que reintenta acumular reservas internacionales. El grado de éxito en este frente condicionaría la eliminación de los controles de capitales aún vigentes. En todo caso, el cepo cambiario remanente no parece constituir una gran distorsión, como lo refleja el cierre de la brecha entre el “tipo de cambio formal” y el paralelo.

En fin, parece un despropósito concluir que en “la Argentina del día a día” todo marcha de acuerdo al plan, como suele decirse en algunos círculos. Sin embargo, en 2024 Milei pudo “cantar victoria” casi todo el año. En 2025 lo hizo solo al final, pero justo en el objetivo primordial propuesto: lo electoral.

Si bien 2026 no está exento de desafíos y riesgos, el panorama económico podría parecerse más a su primer año de gobierno, con rebote de la actividad, cierta mejora del mercado laboral, menor inflación y encarecimiento en dólares. Sería un escenario desde Argentina más favorable para Uruguay, Chile y otros países de la región, que quizás se extienda más allá del próximo año.

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