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La solidez de los bancos genera tranquilidad

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Fachada de la sede central del Banco República. Foto: Marcelo Bonjour
Fachada del edificio sede del Banco Republica (BROU), ubicado en Cerrito y Zabala, edificios en la Ciudad Vieja, Montevideo, ND 20140826, foto Marcelo Bonjour

El Análisis

Rentabilidad fue 12,9% del patrimonio en el año a marzo, luego de un mal año anterior.

Las condiciones financieras internacionales están cambiando y eso afectó fuertemente a la región, generando uno de esos momentos en los que la primera mirada en nuestro país es hacia la solidez del sistema financiero. En tal sentido, la fotografía de los bancos al cierre del primer trimestre muestra un nivel muy bueno de capital y la capacidad de resistir escenarios complicados de recesión, suba de tasas de interés y devaluación.

En el contexto de solidez patrimonial se comienza a observar un leve deterioro de la cartera que ya tiene una forma tendencial y por lo tanto, es un indicador más de los que señalan que la economía se está quedando sin fuerza.

Los bancos hacen intermediación financiera, tomando dinero de los depositantes y prestándolo a quienes necesitan crédito. Es un negocio sumamente apalancado en el sentido de que presta dinero propio solamente en una fracción del total, el resto de lo que presta es de terceros. Si los créditos son pagados en las condiciones contractuales no hay grandes problemas, pero cuando surgen las dificultades para pagar dentro de los endeudados, hay que mirar la capacidad del capital propio para hacer frente a las obligaciones del banco.

La regulación del BCU determina que hay un nivel de capital mínimo para las características del negocio de cada banco en cuanto al nivel de riesgos que toma. Si se suma el capital mínimo requerido para todos los bancos, al 31 de marzo de 2018 se llega a US$ 2.409 millones. Cuando se dice que los bancos en Uruguay son solventes, se refiere a que su capital o patrimonio supera este mínimo exigido. En los hechos, la suma del capital para todos los bancos es de US$ 4.421 millones, o sea 84% por encima del mínimo regulatorio.

En el gráfico de la parte superior del cuadro adjunto se muestra la evolución del ratio de adecuación patrimonial de los bancos en Uruguay. Se presentan datos al 31 de marzo en los cinco últimos años y lo que se destaca es que siempre hay holgura en relación al mínimo, e incluso en los dos últimos años se consiguió mayor fortaleza.

A veces, para lograr mayor solidez los bancos sacrifican rentabilidad y eso a la larga no es nada bueno. Para que una institución se sostenga en el tiempo es necesario que esté generando un rendimiento que remunere el capital destinado por los accionistas. Cuando se miran los bancos en su conjunto se ve que, con la excepción del año 2016 que fue muy malo, en todos se obtuvo un nivel de rentabilidad moderado.

En el gráfico del medio se muestra la tasa de retorno sobre el patrimonio (ROE por su nombre en inglés) separando al Banco República del conjunto de los Bancos Privados. En los doce meses terminados en marzo de 2018 el ROE del República fue 15,3% y el de la banca privada fue 12,6%.

En general, se observa que la banca privada oscila entre el 10% y el 15% anual.

Para tener una referencia, se puede comparar esta rentabilidad con la que obtienen empresas en la misma industria que cotizan en bolsa y presentan sus balances en forma pública. Tomando un promedio de tres años (2014 a 2016) en los bancos regionales de Estados Unidos, el promedio fue del 9,0% anual. A este rendimiento de la actividad habría que agregarle el riesgo país de invertir en una empresa en Uruguay, que por tratarse de inversión directa regulada es superior al riesgo país de los títulos de deuda pública. Otra forma de obtener un punto de comparación podría ser con bancos regionales localizados en países emergentes. En este caso el ROE promedio de los tres años se ubicó en 17,9%.

Con estos valores de referencia se puede decir que el retorno de los bancos en Uruguay está dentro del rango de los valores mínimos aceptables, pero no le sobra nada. Como agravante, hay alguna oscilación que queda reflejada en la fuerte caída de la rentabilidad en el año terminado en marzo de 2017 que se debe principalmente al ajuste por inflación realizado al cierre del 2016.

Como complemento del indicador de solvencia, el BCU realiza trimestralmente una prueba de estrés simulando un escenario adverso y otro escenario de crisis. A modo de ejemplo, en el primer escenario el PIB cae 3,6% y en el segundo 8,0% y las devaluaciones simuladas son del 14% y 35% respectivamente. En ambos casos los bancos podrían pasar la adversidad manteniendo un nivel patrimonial aceptable.

Uno de los temas relevantes para soportar escenarios difíciles es la gestión del crédito. En este sentido, los bancos deben cuidarse de la capacidad de pago que tengan las empresas y las personas a las que se les otorgan préstamos. Con la recesión y el desempleo hay un deterioro en la capacidad de pago. En el caso de la devaluación todo depende de la exposición a la moneda extranjera que estén las empresas o las familias, el peor de los escenarios es cuando tienen deuda en dólares y los ingresos están fijados en pesos.

Estos elementos llevan primero a los atrasos en los pagos del servicio de la deuda y al deterioro gradual de la calidad del crédito de acuerdo a la clasificación según la escala fijada por el BCU. En el gráfico de la izquierda en la zona baja del cuadro se muestra la evolución de la participación de los créditos calificados 3, 4 y 5 en los bancos (no incluye al BHU). La tendencia en los últimos cinco años es ascendente y en marzo de 2018 se ubica en 18,1%. Es un porcentaje bajo, pero hay que tomar en cuenta que no tiene todavía el impacto de la muy mala zafra de soja y arroz que seguramente tendrá repercusiones en el resto del año.

Otra tendencia a tener en cuenta es que dentro de estos créditos de mala calidad se encuentran los morosos y la evolución es similar. En el gráfico de la derecha en la parte baja del cuadro se muestra la evolución del porcentaje de créditos en moneda nacional y extranjera que cayeron en mora. En marzo de 2014 solamente el 1,7% de la cartera estaba en mora. En marzo de 2018 esta tasa subió al 3,8%. Es una tasa que por sí sola no preocupa y es llevable en una gestión financiera sana del banco. Lo que debe preocupar es que comenzó la parte mala del ciclo y ya hay un aumento en esta tasa.

La calidad de la cartera de crédito también pega en la rentabilidad. Cuando la cartera se deteriora, se reducen los ingresos financieros. Esto puede ser un problema, pero termina siendo algo acotado en la realidad de los bancos uruguayos. En efecto, solo el 36% del activo bancario es el crédito vigente al sector no financiero privado residente. Buena parte de la rentabilidad proviene de las colocaciones al gobierno en valores públicos.

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