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Preocupación por el empleo

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La fecha límite para presentar proyectos se corrió a diciembre. Foto: Shutterstock

OPINIÓN

Las autoridades económicas dieron a conocer medidas que reflejan su preocupación por la declinación que muestra la inversión privada durante el año pasado y la fuerte caída del stock de capital de la economía de ese origen, cuando se ajusta por la depreciación del capital usado en igual lapso.

El deterioro de la dotación de uno de los principales factores de producción de nuestro país, ocurre a pesar de la exoneración tributaria que ya reciben las empresas al usufructuar los beneficios de la ley de promoción de inversiones que generalizadamente las alcanza. Pero la preocupación de las autoridades es aún mayor cuando se considera que una de las formas de evitar un mayor déficit fiscal es reducir los egresos por inversiones públicas, lo que se ha reflejado en una notable disminución de la inversión bruta de ese origen, que lleva también a un deterioro significativo del stock de capital del sector.

Con la excepción de la inversión pública, la menor inversión total se traduce instantáneamente y con mayor intensidad a posteriori en el tiempo, en un menor empleo de personas y de otros factores productivos. Es por ello que las nuevas medidas de promoción también reflejan la necesidad de, al tiempo de estimular con nuevos beneficios tributarios a los inversores, promover el empleo de personas, ya que los beneficios se concederán entre otras cosas, de acuerdo con el empleo de personal que marginalmente aporten.

Existen razones para justificar la preocupación aún cuando no se comparta la forma de intentar solucionar el problema que se plantea con el empleo.

Los datos.

Las estadísticas del mercado laboral muestran claramente la situación que se desea superar —cuanto menos parcialmente— con el nuevo programa de promoción de inversiones. Aunque la economía ha crecido ininterrumpidamente, la encuesta de hogares del INE, muestra que el empleo viene declinando desde la primera mitad de 2014. Sin embargo, la tasa de desempleo no ha subido en igual lapso debido a que la demanda de parte de los trabajadores declió significativamente. De los resultados de la encuesta del INE se extrae que, además de disminuir el empleo en número de personas con puestos activos, aumenta el subempleo: hay más trabajadores empleados por menos horas o realizando tareas de menor calificación que la que tienen. A los referidos datos sobre el mercado laboral en términos de oferta y demanda de trabajo y sobre el desequilibrio entre ambas variables —el desempleo—, se debe agregar que en el sector público, lejos de declinar, el empleo ha aumentado considerablemente desde 2004 —en 64 mil personas hasta 2016—. De esa cantidad de puestos ofrecidos marginalmente por el sector publico directa o indirectamente, 19 mil fueron en 2005-2009; 44 mil en el período 2010-2014 y mil en los últimos dos años del período anotado. Ajustando por esta realidad, que ha ocurrido en un tiempo de intensa transformación digital, ahorradora de mano de obra, se desprende que el desempleo se origina en las condiciones macro que enfrenta el sector privado. La evidencia marca una caída del empleo en la industria del orden del 18% en los últimos seis años y de 36% en la construcción desde 2013.

Otros factores.

Las razones del comportamiento de las "cantidades" señaladas —personal ocupado y desocupado— deben tener sus determinantes, al menos por lo que ocurre con la economía, con el ingreso del país y con los precios del factor trabajo, es decir, con el salario en relación con otras variables, como inflación y tipo de cambio. Es lógico pensar que si la economía crece, si la producción de bienes y de servicios en el país aumenta y en consecuencia el valor agregado nacional trepa, como ocurre desde hace ya varios años, la demanda por trabajadores también aumente y con ella el empleo. Pero esa reacción de la demanda ante el incremento de la producción —del PIB—, tiene el efecto señalado cuando no se considera el comportamiento de otras variables que pueden estar jugando en sentido contrario. Es decir, variables que reduzcan la cantidad demandada de trabajadores y la sustituyen por la de alternativas diferentes (tecnológicas, de capital físico y humano y de otras por el estilo).

En particular, una de esas razones de reducción de la demanda de trabajo es lo que ocurre con su precio. Si por razones macroeconómicas el tipo de cambio nominal se mueve durante mucho tiempo —por razones monetarias y fiscales— en el sentido de deteriorar la competitividad de la producción transable —las que se exportan y las que sustituyen importaciones— y simultáneamente el salario nominal se mueve muy por encima de tipo de cambio e inflación, sin vincularlo con el valor de la productividad que pueda tener, entonces el empleo se vuelve caro para las empresas. Se sustituye mano de obra y se reduce la demanda más que lo que puede haber subido por el crecimiento de la economía. El aumento del costo salarial real de las empresas tuvo una tendencia creciente que, desde 2007 hasta la fecha, lo llevó a un nivel 30% superior mientras el aumento del costo salarial en dólares se duplicó.

Creo entonces que, mucho más importante que la nueva promoción de inversiones para mejorar el empleo en cierto período, debería ser el conjunto de pautas salariales que defina el gobierno en el mes en curso.

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