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El nuevo gobierno de Estados Unidos no tendrá carta libre para grandes cambios

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Roberto Porzecanski - Economista uruguayo radicado en EE.UU., experto en finanzas
Jeff Watts

ENTREVISTA

Obtener el apoyo del Congreso para los proyectos más ambiciosos del gobierno en lo económico, va a ser muy difícil.

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Un resultado electoral que sacara a Trump de la Casa Blanca y le sustituyera por un rostro más humano y responsable, pero mantuviera el suficiente equilibrio de fuerzas como para “controlar al ala más izquierdista” del partido Demócrata. Según el economista uruguayo experto en finanzas y radicado hace más de 50 años en Estados Unidos, Arturo Porzecanski, esas eran las preferencias del “mercado” para la elección estadounidense, “y por ello el comportamiento alcista de las bolsas en los últimos días”, apuntó. En esa línea, entiende que si se confirma que los demócratas no tendrán supremacía en el Congreso, buena parte de sus propuestas vinculadas con expansión de gasto e inversiones, así como una mayor carga tributaria a las clases más pudientes, no tendrá andamiento. Además, el “cambio de tono” sobre China no traerá un cambio radical de la estrategia de Trump. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Cómo sale Estados Unidos de esta elección?

—Lo que está a la vista es una ciudadanía enormemente polarizada. Es indudable que estamos en un país claramente dividido en dos. Hace cuatro años esto podía no sorprender tanto; Trump prometía mucha cosa, planteó temas que le interesaban mucho a los estadounidenses y el voto electoral lo puso en la presidencia, aunque a nivel popular Hillary Clinton lo había superado. Pero ahora, que casi la mitad de los electores todavía voten Republicano después del gobierno de Trump, llama mucho la atención. Eso implica que la gente, sabiendo que Trump es un hombre vulgar en sus atributos, impetuoso, egoísta y torpe, a pesar de eso lo acompaña. Da para pensar…

—¿Cuánto incidirá este mapa político en el futuro inmediato de Estados Unidos?

—Son dos posturas ideológicamente muy diferentes; los dos partidos se fueron a lo que en Estados Unidos puede considerarse posturas extremas, de izquierda y de derecha. Y hay mucha tensión. Tanto como hace décadas no se ve por acá. Yo llegué a Estados Unidos a estudiar en la Universidad en enero de 1968. Momentos convulsionados: la guerra de Vietnam, severos problemas racistas, reclamos por los derechos civiles, el estado de bienestar cuestionado, disturbios, enfrentamientos violentos. La polarización de hoy me recuerda aquella. Es un momento extremadamente delicado…

—Joe Biden llega a la presidencia con promesas concretas sobre cómo “reordenar” todo aquello que Trump hizo mal. ¿Podrá hacerlo?

—Si el Senado finalmente queda en manos republicanas y dado que la ventaja en la cámara baja es bastante menor y que los demócratas tienen discordancias internas, que probablemente dificulten contar en ocasiones con todos los votos de su partido en el Congreso, mi impresión es que será difícil cumplir sus promesas. No toda la gente está de acuerdo con los impuestazos o los derroches de gasto público que propone el presidente electo, entre otras cosas. La gente decepcionada por Trump, no lo votó para presidente, pero sí votó al senador, al diputado o al alcalde de otro color. La gente buscó un cierto equilibrio político que no otorga toda la libertad al nuevo presidente. Biden terminará siendo menos expansionista en su política fiscal de lo que hubiera sido si tuviera mayoría en ambas cámaras.
Probablemente veamos lo que se observó en el gobierno Trump: lo que se puede hacer por decisión del Poder Ejecutivo, se llevará adelante. Pero otros temas pesados, es probable que naufraguen en el Congreso…
Otro tema clave de las posibilidades de actuar del nuevo presidente, es el sistema judicial…

—¿Por qué?

—Los libros de historia recogerán que Trump modificó la cara del Poder judicial. Teniendo la mayoría en el Senado, propuso y aprobó cientos de jueces federales y tres integrantes de la Corte Suprema. Y así como distintos estamentos judiciales le frenaron muchas iniciativas, como por ejemplo la forma en que trataba a los inmigrantes o cómo interpretaba cláusulas de la ley respecto al Obamacare, ahora eso puede sufrirlo Biden. La actual integración del sistema cuenta con un montón de jueces conservadores que puede que no le dejen pasar muchas cosas al nuevo presidente.

—Retomando las trabas legislativas que puede tener el gobierno demócrata, esencialmente, se refiere a todo aquello que contiene incremento de gastos y reordenar impuestos…

—Exacto. En materia de recaudación, Biden planteó deshacer la reducción de impuestos a los ingresos de las empresas, la primera medida de Trump cuando tenía mayorías en el Congreso. También imponer mayores impuestos a toda familia que cobrase más de 400 mil dólares al año. Una medida que no solo afecta a millonarios y ricos, sino también a la clase media alta. Propuso otro tipo de cambios en la imposición sobre la nómina salarial donde iba a eliminar los topes que existen para los mayores ingresos.
En cuanto a gastos, su propuesta implica un incremento de casi el triple que el actual. Eso iba a traer un incremento del déficit fiscal que ya es elevado. Esa propuesta incluía proyectos de obra pública de gran porte, fuerte inversión en energías alternativas, además de incrementar el gasto social. Tengo mis dudas que esto se pueda cumplir con las restricciones legislativas.
El grado de libertad con que cuenta el ejecutivo le permitirá reasignar gastos y tomar medidas administrativas u otras decisiones por decreto, pero es bastante menos de lo proyectado en campaña electoral.

—¿Por dónde entonces irán los cambios más identificables?

—Habrá cambios notorios en el tono del gobierno. En políticas sociales, de derechos, política ambiental o relaciones internacionales, sin dudas tendremos otro discurso y una agenda diferente.
Precisamente en política exterior, indudablemente el presidente es un político de carrera, con apego a las instituciones y al diálogo, todo lo contrario del agresivo y prepotente Trump. Volver al acuerdo de París por cambio climático, decisiones multilaterales respecto a las sanciones a Irán, aflojar relativamente las medidas administrativas que volvieron a aislar a Cuba, entre otras. Ahora, llevarse bien con el mundo no va a significar que modifique totalmente las relaciones con China. Frenar a China es algo en que todos coinciden que habría que hacerlo, más allá de las formas. Veremos como lo encara Biden, pero no habrá una reversión absoluta en ese tema.
Biden tendrá una agenda que tendrá más en cuenta temas de derechos civiles, pero los cambios no serán absolutos. No va a ser transaccional con gobiernos como el de Corea del Norte, pero por ejemplo, no va a variar tampoco, en forma total, el control de la inmigración y abrir las fronteras.

—¿Qué pasará, en la actual coyuntura política, con el tercer paquete fiscal pendiente para hacer frente a la pandemia?

—Probablemente, de las primeras cosas que pueda hacer Biden destacaría el patrocinio en el Congreso de ese paquete de ayuda que quedó en el tintero, muy importante para varios sectores de actividad y gobiernos locales afectados por la emergencia sanitaria. Y ante el recrudecimiento de la pandemia, eso es fundamental. Trump le venía diciendo a la gente que lo peor había pasado, pero Biden se va a encargar de decirle a la gente que le mintieron y que la situación es muy delicada. Es más, creo que, en este contexto, contará con respaldo suficiente en el Congreso. La economía pierde velocidad y hay muchas empresas y comunidades extremadamente dañadas.

—¿Vislumbra una nueva caída en la economía?

—Es altamente probable que el comportamiento de la economía sea en “W”. Cabe recordar que la economía funcionaba bien antes de la pandemia y si las elecciones hubieran sido en febrero, Trump podía haber ganado la elección. E incluso si el control de la pandemia hubiera sido efectivo, posiblemente también. Pero optó por negar todo y mentirle a la gente. Veníamos con un buen comportamiento de la economía pre-COVID, luego tuvimos un golpe muy fuerte en la economía primero, una recuperación parcial y ahora, ante la eventualidad de una nueva ola de la enfermedad y la necesidad de retomar medidas drásticas con la movilidad, podríamos tener otra caída.

—¿Ese puede ser el inicio de un nuevo gobierno?, y seguramente con fuertes demandas de muchos sectores...

—La lista de demandas para el nuevo gobierno es extensa. Mucha gente importante apoyó a Biden porque buscaba un cambio en su propia situación. Las finanzas con que contó para esta campaña fueron abundantes y ahora habrá una larga lista de interés creados esperándole en la puerta de la Casa blanca.

—Los mercados financieros permitieron “leer” en las últimas semanas, qué preferencias tenían en esta disputa electoral. En la pasada semana de elecciones, se comportaron al alza…

—Los mercados están celebrando este resultado. Quienes operan o ahorran en los mercados de bonos o acciones, temían a un gobierno con todas las libertades y que pudiera descontrolarse con los dineros públicos. Ahora sabemos que vamos a tener una cara más bonita y humana en la Casa blanca, un presidente del que quizás podamos estar orgulloso en lugar de tener que cerrar los ojos y taparnos los oídos como con Trump, pero es bueno que tenga un Congreso que le controle. Si lo que ocurriera fuera diferente y los demócratas concentraran todo el poder, seguramente se revierta esa tendencia en los mercados.

—A Trump le quedan un par de meses en el poder; ¿puede haber sorpresas?

—No creo, quizás adelante el tratamiento del tercer paquete y se despida con ese mérito. No espero otra cosa. Y después de finalizar el gobierno, no sé qué hará Trump con su caudal político. No sé si será capaz de representar a la mitad más conservadora del país. Pero esa forma de ver las cosas existe claramente, y alguien deberá ponerse al frente, no podemos ignorarlo.

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