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Mentalidad artística para líderes económicos

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Foto: Pixabay

ARTE Y NEGOCIOS NO SON AJENOS

A los líderes económicos se les exige a menudo que apuesten por la innovación. De entrada parece una tarea sencilla, si bien llevarla a la práctica puede suponer un desafío para cualquiera.

Suelo encontrarme con empresarios que pretenden fomentar la innovación en base a los consejos de siempre: ofrecer talleres, emplear las últimas tecnologías o recurrir a un especialista externo. Por más que se esfuercen, resulta muy complicado alcanzar el éxito con ese planteamiento; ello se debe, según la Harvard Business Review, a que los líderes normalmente se limitan a aplicar una serie de políticas, pero no interiorizan la mentalidad adecuada.

La pregunta que surge inevitablemente es cómo cambiar de actitud para promover la innovación.

La respuesta a esta cuestión es, a mi juicio, la mentalidad artística: un conjunto de competencias que caracteriza a los creadores, pero que escasea en el mundo corporativo. Mucha gente piensa que el arte es totalmente ajeno a los negocios y, por consiguiente, llega a la conclusión de que no vale la pena aprender nada de esta disciplina.

A pesar de que, como muchos colegas empresarios, dudaba seriamente de la potencial contribución del arte al mundo de la empresa, no puedo estar menos de acuerdo con esa opinión. Gracias a todos los años que he pasado rodeado de artistas, inmerso en un ambiente de creatividad, me he dado cuenta de lo equivocado que estaba. Cuestionado por artistas en todos mis proyectos de emprendimiento, empecé a preguntarme cuál sería, en comparación con el nuestro, el rasgo distintivo del enfoque artístico hacia los asuntos empresariales.

Aprendí que su trabajo consiste en expresar y poner en marcha ideas imaginativas y conceptuales, lo que les obliga a pensar fuera de los esquemas establecidos y a adoptar nuevas perspectivas. ¡Eso hacemos los emprendedores! Pronto quedé fascinado por el enorme valor que podría aportar a la empresa esta mentalidad creativa. La conclusión, obvia, era que, mientras que los empresarios se han formado para ejecutar, los artistas lo han hecho para crear: requisito fundamental de los negocios. Los recursos que emplean sirven para abonar el terreno a la expansión de la innovación y todo gracias a una manera de pensar única: la mentalidad artística.

La primera competencia básica que los innovadores deben poseer es la observación.

Por paradójico que parezca, se nos exige que analicemos el comportamiento de los clientes con vistas a generar nuevas ideas, pero rara vez se nos ofrece la formación necesaria para ello. La observación es el factor clave para nutrirnos de conocimientos que nos permitirán avanzar. Con todo, el mero hecho de tener ojos no significa que «veamos», se trata más bien de una habilidad que hay que desarrollar y perfeccionar. Deberíamos fijarnos en los artistas, innovadores por naturaleza gracias a su capacidad para mirar y adoptar nuevas perspectivas. Como único medio para comprender en profundidad lo que tienen ante sí y establecer las pertinentes analogías, los artistas plásticos «escuchan» con los ojos y se toman su tiempo en examinar y registrarlo todo. Una investigación de la Universidad de Yale afirma que existe una correlación entre la gente que contempla obras de arte y una mejora en las aptitudes de observación de aproximadamente un 30%.

La segunda fase es el cuestionamiento de lo observado.

Tanto en el ámbito educativo como en el laboral solemos preocuparnos por encontrar respuestas, en vez de centrarnos en formular la pregunta correcta. Esta metodología podría explicar la costumbre general de ejecutar una acción sin ponerla en duda, que contrasta con la tendencia a cuestionarlo todo que habitualmente apreciamos en los artistas. Por simple que parezca un asunto, ellos pueden percibir su ambigüedad y, en consecuencia, analizan todos los aspectos confusos desde diferentes criterios en busca de la originalidad.

La observación y el cuestionamiento son solo dos de los componentes esenciales para la innovación que atesoran los artistas, aunque hay otros que podremos estudiar más adelante.

Así las cosas, ¿qué importancia tiene la mentalidad artística en el contexto corporativo del siglo XXI? En una era en la que el enfoque experimental y humanístico configura la economía, a los artistas les beneficia que su trabajo se concentre en esos aspectos, así que constituye un punto de vista único que podría incorporarse a los productos y servicios de una compañía.

De hecho, existe una multitud de ejemplos en los que fijarnos.

En mayo de 2019, Shutterstock se valoraba en el mercado en 1.430 millones de dólares, Snapchat en 15.000, Square en 28.650 y Airbnb en 35.000. Si nos preguntamos por el nexo común a estas empresas, seguramente pensaríamos en la tecnología. Sin embargo, aunque es cierto que este factor les haya permitido redefinir sus sectores y convertirlas en negocios multimillonarios, lo sorprendente es el bagaje creativo que une a todos sus fundadores, que proceden del mundo de las artes y el diseño.

Asimismo, cada vez más la mentalidad artística forma parte de las empresas tradicionales.
Un gran ejemplo es Unilever, que, a finales de la década de los noventa, puso en marcha en el Reino Unido el programa de formación Catalyst. La pérdida de cuota de mercado les llevó a fomentar la iniciativa y la creatividad entre los empleados.

Para ello, en lugar de recurrir a expertos en reorganización o a un consultor que les impartiera un curso sobre gestión del cambio, emprendieron un programa dedicado a integrar el arte en la empresa. Valiéndose de la pintura, la escultura, la poesía, la fotografía, el teatro, el jazz y otras manifestaciones artísticas, Catalyst fomentaba actitudes y comportamientos que pudieran repercutir en las actividades de la organización. Son estas iniciativas, que en ningún caso deben ser excepcionales, las que pueden impulsar el cambio y fomentar la creatividad.

Con todo, la lección más importante que he aprendido del arte es que este no puede definirse como un objeto, como un cuadro o una escultura, sino como una actitud vital. En una época marcada por el cambio constante, adoptar nuevas formas de pensar se hace indispensable. Por tanto, la próxima vez que corra a utilizar una herramienta de innovación no olvide que, por más importante que sea, solo logrará llevar a buen puerto sus propósitos si la conecta con una nueva actitud. Ese es el verdadero potencial de la mentalidad artística.

(*) Nir Hindi es mentor y profesor visitante en IE Business School y creador de los eventos Art & Tech en Madrid y Tokio.

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