Los desafíos del nuevo modelo de crecimiento de la economía de China

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Foto: Getty Images

TEMA DE ANÁLISIS

Un cambio estratégico que procura la prosperidad común, autosuficiencia de la alta tecnología y neutralidad de carbono

Tras la pandemia de Covid-19, las autoridades chinas promulgaron este año una serie de iniciativas políticas que marcarán el comienzo de una nueva época en el desarrollo económico y social consistente con las tendencias y desafíos de los tiempos que corren.

El gigante asiático perseguirá un nuevo modelo de crecimiento económico (1) en la próxima década, basado en tres directrices: prosperidad común, autosuficiencia de alta tecnología en el marco de la estrategia de "doble circulación" y neutralidad del carbono. Estos tres pilares, relacionados entre sí, son sus estrategias para gestionar una serie de retos que configurarán el panorama global en la era post-Covid-19.

La estrategia de priorizar el crecimiento condujo a la polarización entre ricos y pobres durante la década pasada, y la falta de regulaciones en algunos sectores en auge determinó una expansión desordenada del capital por encima de la igualdad social. Se entiende, entonces, la necesidad e importancia de medidas que apunten a la "prosperidad común" para complementar dicho crecimiento económico. Con este fin, estas nuevas iniciativas políticas, de naturaleza progresista, intentan abordar una serie de retos comunes a todos los países, como el monopolio del mercado inducido por la tecnología, la brecha de riqueza cada vez mayor y la asequibilidad de la vivienda.

Sin embargo, las recientes regulaciones que persiguen la “prosperidad común” pueden tener efectos secundarios no deseados, como aumentar el tamaño del sector público o generar incertidumbre en inversores y empresas. Por esto, en lugar de mayores regulaciones (difíciles de comunicar y que tienden a asustar a los inversores), la reforma del régimen fiscal debería convertirse en uno de los instrumentos más importantes para avanzar hacia la prosperidad común. En este sentido, es importante señalar que el esquema fiscal chino es más "capitalista" que el de muchos otros países, permitiendo utilizar fuentes de ingreso provenientes del impuesto sobre las ganancias de capital, del impuesto sobre la propiedad y del impuesto sobre las herencias para redistribuir la riqueza de las personas y reducir la brecha de riqueza.

Además de los problemas planteados por las formas de generar la “prosperidad común”, aparece un dilema, porque estas iniciativas políticas son a costa del crecimiento, justo en un momento en que China no puede abandonarlo por cuestiones domésticas y externas. En el plano local, porque la legitimidad de las autoridades se basa, en gran medida, en un progreso económico continuo, y a nivel global porque la competencia con Estados Unidos exige también un rendimiento notable de la economía. Así, pues, China debe caminar sobre una fina línea entre el crecimiento y las nuevas políticas orientadas a la prosperidad común.

Para lograr que esta nueva fase de crecimiento alcance a toda la sociedad, será desplegada la estrategia que tiene dos partes indispensables: "Circulación interna" y "Circulación externa" (2). Además de la autosuficiencia tecnológica, que apunta a profundizar el desacople con Estados Unidos, la "circulación interna" tiene otros significados importantes: (i) "circulación interna del consumo", que indica que China debe centrarse en estimular la demanda interna a corto plazo en medio de la pandemia, cuando otros países aún están luchando contra el virus, y (ii) "circulación interna del mercado de factores", que indica que debe continuar la reforma del mercado de factores para promover su movilidad a nivel interno.

Para implementar la “doble circulación” China necesita resolver el "cuello de botella" en tecnología y tratar de ser autosuficiente en sectores tecnológicos clave que están particularmente relacionados con la seguridad nacional y la independencia de la cadena de suministro. La autosuficiencia tecnológica no significa volver a la política de "puertas cerradas" para ser autosuficientes en todo ya que la historia ha demostrado que esto es poco eficaz. En lugar de desacoplarse con el resto del mundo, la tecnología "autosuficiente" indica que China sólo requiere emplear algún plan B en sectores tecnológicos muy específicos, como los chips, el 5G y la nueva tecnología energética, para garantizar la seguridad de su cadena de suministro y la seguridad nacional en un intento de prepararse mejor para la guerra tecnológica a largo plazo con Estados Unidos.

El abordaje global y contemporáneo del nuevo modelo de desarrollo chino queda también plasmado en el agresivo compromiso ambiental. Si bien, China se encuentra en la frontera de la lucha contra el cambio climático, es el país con mayores emisiones de carbono y ha sufrido enormes consecuencias económicas por el cambio climático y la contaminación. Debido a su gran tamaño económico, tiene la mayor cantidad de emisiones fósiles de CO2 entre las economías asiáticas, y también duplica las emisiones totales de CO2 de Estados Unidos. Por esto, el gobierno se comprometió a alcanzar el pico de emisiones de carbono en 2030 y la neutralidad de carbono en 2060. Las cuatro áreas clave que están sujetas a un mayor desarrollo verde incluyen el sector industrial, las estructuras energéticas, el transporte y las infraestructuras agrícolas. Para lograr este ambicioso objetivo se persigue reducir la capacidad de las industrias tradicionales de altas emisiones de carbono y desarrollar de forma acelerada las nuevas energías limpias. Las autoridades prevén que para 2060, cuando China logre la neutralidad del carbono, 47% de la electricidad provendrá de la energía solar y 31% de la eólica, objetivo que luce muy desafiante dada la estructura energética actual

La reciente escasez de electricidad en muchas provincias de China y la ralentización económica provocada por la reducción de la capacidad de las industrias contaminantes, mostraron que no es fácil encontrar el equilibrio entre la mayor utilización de las nuevas energías y mantener el impulso del crecimiento. En comparación con las economías avanzadas, que ya han alcanzado alto nivel de prosperidad económica permitiendo a sus responsables políticos dedicar más esfuerzos a la protección medioambiental, China tiene que mantener el ritmo de crecimiento en ciertos niveles para promover continuamente el nivel de vida de su población y salvaguardar la prosperidad económica al tiempo que impulsa la economía de bajas emisiones de carbono.

Los desafíos son enormes. Con el nuevo modelo de crecimiento y la transformación del "crecimiento primero" a la sostenibilidad social, prevemos que el crecimiento potencial a largo plazo de China disminuirá gradualmente del 6% actual al 4% en 2035, dependiendo más del progreso de la productividad total de los factores más que del capital y la población.

Si bien el éxito de estos enfoques sigue siendo una cuestión abierta, al menos una consecuencia es previsible a medio plazo: las intervenciones gubernamentales serán más frecuentes que antes y habrá nuevos ganadores y perdedores a nivel sectorial, tanto locales como globales.

Habrá vientos en contra en materia de regulación para los sectores asociados a las crecientes tensiones de desigualdad social, sostenibilidad medioambiental, la seguridad de los datos y los riesgos para la seguridad nacional; mientras que el nuevo marco político ofrecerá apoyo a las empresas productoras de bienes de alta calidad en particular tecnología y energías limpias.

Dada la relevancia de China en la economía mundial, estos cambios tendrán múltiples impactos que a Uruguay en particular le pueden generar muy buenos dividendos comerciales. En primer lugar, porque China es el principal cliente y un importante proveedor que ya es muy conocido por sus pares uruguayos y segundo por el tipo de productos transados. Valgan de ejemplo carne y soja, a medida que aumenta el nivel de ingreso de la población, que se puede traducir como mayor “prosperidad común”, se incrementa el consumo de proteína animal aumentando así la demanda de carne o de soja uruguaya que es usada como alimento de ganado. En el mismo sentido a mayor ingreso de la demanda china aumentará luego la posibilidad de incrementar las exportaciones de mayor valor agregado con ese destino.

A nivel estratégico, para el mediano y largo plazo, interpretar los cambios que implica el nuevo modelo de crecimiento emprendido por China es una buena referencia de la agenda que tendrán los países desarrollados en el futuro mediato y que Uruguay debe aprovechar para incorporar en el diseño de sus políticas, de manera de anticiparse y estar a la altura de los tiempos cuando los desafíos lo requieran.

(*) Jinyue Dong, Shark Xia, Adriana Haring y Juan Manias.

gráficos

1) China | El nuevo modelo de crecimiento de la economía china
2) Véase nuestro reciente informe: China | Entender el 14º Plan Quinquenal y el objetivo de desarrollo a largo plazo de 2035

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