“El margen que tiene el gobierno es muy estrecho desde el punto de vista presupuestal, por lo tanto, y dados los objetivos anunciados por la administración, es imperiosa una reasignación de recursos”, afirma al economista Tamara Schandy, socia de la consultora Exante. La firma realizó una presentación a propósito de un conjunto de reformas estructurales que el país necesita en conjunto –no hay una “madre de todas las reformas”, hay que cada hacer una de ellas, sostiene- y donde estacan “el imperativo de incrementar la inversión”, como el camino posible para crecer a mayores tasas. Schandy sostiene que es necesario construir “una nueva estrategia de captación de inversiones” y en el plano de la inserción internacional tener en cuenta “una agenda de apertura unilateral”, más allá de la búsqueda de tratados de comercio. A corto plazo, advierte acerca de la necesaria coordinación de política monetaria con la fiscal y salarial, como forma de preservar el proceso desinflacionario “sin costos adicionales” en materia de competividad. A continuación un resumen de la entrevista.
-En una reciente presentación de Exante, pusieron énfasis en el “imperativo de crecer más”. ¿Cuál es la receta para el Uruguay de hoy para crecer más?
-En el corazón del proceso de crecer más, está invertir más. Si comparamos nuestra tasa de inversión respecto al tamaño de la economía, con los 170 países que están en la base de estadísticas internacionales del Fondo Monetario, Uruguay está en el último quinto de la tabla con una tasa de inversión de 16- 17 puntos del PIB; es imprescindible aumentar esos niveles de inversión para que la economía logre crecer en productividad y eso alimente un proceso de crecimiento sostenido de la economía.
-El ministro Gabriel Oddone destacó que el país necesita una inversión de por lo menos 20% para poder crecer a una tasa del 2% anual…
-De hecho, 20% sobre PIB es el percentil 30 de la distribución de las tasas de inversión a nivel global, o sea llegar a invertir 20 puntos del PIB igual nos dejaría en el tercio inferior de la tabla. Sin asegurarnos tampoco un crecimiento económico muy alto.
-¿Hay espacio para superar esos guarismos sin que “nos salve” una mega inversión por período?
- Si pensamos en las palancas de crecimiento para Uruguay, el incremento de la población y la población ocupada no lo podemos tomar en cuenta, porque nuestra demografía no nos ayuda; por lo tanto la contribución del factor capital y la productividad son los dos ingredientes claves del proceso de crecimiento. Nuestra visión en Exante de incrementar la tasa de inversión requiere de varios elementos.
-¿Cuáles son?
-Por un lado el cuidado de los equilibrios macro es absolutamente fundamental, pero a eso hay que sumarle una serie de transformaciones más estructurales de la economía uruguaya. Llevamos demasiado tiempo creciendo a razón de 1% anual, y hay un conjunto de frentes en los que Uruguay tiene que avanzar si quiere destrabar su proceso de crecimiento, que a esta altura están sobre diagnosticados. Nuestra visión es que lo que tenemos es un problema de generar consenso para avanzar en esa agenda de reformas.
El título de la presentación que hacíamos la semana pasada con nuestros clientes apunta a eso: la agenda de reformas estructurales, nuevo contexto, viejas materias pendientes. Probablemente ninguno de los temas que están en esa lista es nuevo o son una materia que sorprenda desde el punto de vista del debate.
-¿Qué es lo realizable en el contexto actual?
-Además del cuidado de los equilibrios macro, que es fundamental, la otra pieza del problema hace a las reformas estructurales. Parte de la dificultad es que no existe algo que podamos visualizar como “la madre de todas las reformas” en la que si nos embarcamos todos cambie la realidad. Tenemos un conjunto de reformas que hacen a la inserción internacional de Uruguay, a la sofisticación de la matriz productiva, a cambios que tienen que ver con el marco de relaciones laborales, con regulación y competencia, con educación, con la calidad y asignación del gasto público. Uruguay está inmerso en la trampa del ingreso medio, no es ni tan pobre ni tan barato como para que eso sea un elemento de atracción de inversión, pero sin cambios en todas estas dimensiones que mencionaba tampoco tenemos demasiadas chances de atracción de inversiones en volúmenes significativos. Entonces, avanzar en estas reformas es costoso. Aquello del Uruguay estable y predecible, que tanto destacamos, tiene una contracara que es “el Uruguay a media marcha”, en donde se terminan haciendo avances relativamente cortos en tiempos que son excesivamente largos. Hay una gran dificultad de construir acuerdos para apuntar a reformas que son costosas en el corto plazo pero que tienen réditos a mediano y largo plazo.
-Dar un salto de 4 o 5 puntos del PIB en materia de inversión, parece muy lejano, salvo cuando surge un proyecto extraordinario por su tamaño…
-En los últimos años, solo tuvimos picos de inversión en el eje de los 20 puntos del PIB cuando tuvimos la construcción de la tercera planta de celulosa al mismo tiempo que la construcción de la infraestructura del ferrocarril. Muy puntual.
En nuestra visión también tenemos que construir una nueva estrategia de captación de inversiones que se apoye en algunas fortalezas de Uruguay, como son típicamente la estabilidad económica, política, social, el menor riesgo país de la región, pero también hay algunas fortalezas o elementos nuevos de esa agenda de captación de inversión que se han ido fortaleciendo a lo largo de estos últimos años y que creo que tienen que cobrar protagonismo.
-¿Por ejemplo?
-Las cadenas de valor que han logrado un estado de madurez muy interesante y que pueden ser polos de atracción de más inversiones, como la cadena forestal celulósica; el ecosistema de la industria de TI es otro ejemplo; también tenemos para capitalizar una oferta de energías renovables muy significativa. Uruguay tiene en esos rubros una serie de palancas para impulsar la estrategia de atracción de inversiones, pero también necesita catalizadores, y los catalizadores van por el mejor acceso a mercados.
-Para ello, se necesita avanzar en una estrategia de inserción internacional…
-Desde Exante tenemos una visión muy fuerte de que la estrategia de inserción internacional de Uruguay no se puede reducir a la búsqueda de tratados o acuerdos de libre comercio, sino que existe toda una agenda de apertura unilateral que Uruguay podría perseguir.
Tenemos que apuntar, entonces, a un mejor acceso a mercados, mejor asignación de recursos públicos, la eficacia en la ejecución de las políticas públicas, los regímenes de promoción de inversión, la simplificación de procesos, el desempapelamiento del Estado del que habla Oddone, la articulación academia-empresa-sector público, todos esos son catalizadores para que la inversión fluya mejor, pero es necesario construir esa estrategia de atracción renovada.
-En cuanto a las condiciones macroeconómicas, ¿cuán condicionado está el gobierno por el marco fiscal actual?
-Hay un tema muy importante y creo que hoy es de consenso: un déficit fiscal de 4 puntos del PIB o más, no es sostenible. Puede ocurrir en un año u otro año. Uruguay, afortunadamente no ha tenido dificultades para financiar déficits de esa magnitud, pero no se pueden repetir en el tiempo porque implica que la carga de la deuda pública va a seguir subiendo. Entonces, se necesita apuntar a estabilizar al menos el ratio de deuda sobre PIB. El nuevo gobierno ha tomado un concepto que se empezó a trabajar ya hace algunos años, el de “deuda prudente”, cuál debería ser la deuda pública a la que Uruguay desea aspirar y allí anclar las metas fiscales.
A nuestro juicio, lo importante no es necesariamente el resultado fiscal de este año y cómo eso esté condicionado por los gastos que fueron dilatados de la administración anterior, sino cuál será el norte que se traza en la ley de presupuesto para el conjunto del periodo. Déficits del orden de 2-2,5 puntos del PIB son los necesarios para estabilizar la deuda pública y eso plantea un gran desafío para esta administración, porque implica una corrección importante para el quinquenio, en el eje de 2 puntos del PIB, desde los niveles que tenemos actualmente.
-Con una estructura de gasto que es bastante rígida…
-Sí, de hecho, si miramos el gasto del sector público no financiero y quitamos los intereses, todo lo que es gasto primario en 2024 sumó más o menos 29 puntos del PIB. Si lo miramos a lo largo del tiempo, en los últimos 10, 15 años, viene subiendo de manera sostenida. Incluso en la pasada administración, que asumió con una vocación muy explícita, y de hecho así lo plasmó en el presupuesto, de bajar el gasto en relación al PIB y que esa fuera una palanca definitiva de ajuste fiscal.
El gobierno pasado, muy alineado políticamente para bajar el gasto, terminó el periodo con un desvío de aproximadamente dos puntos del PIB, de lo que había sido el objetivo de gasto que se trazó en el principio de la administración. Y eso habla de la dificultad que existe en Uruguay de generar consensos de dónde están los lugares de reducción del gasto público que construir acuerdos para bajar el gasto público es costoso y a veces cuando hay acuerdos es más bien para no modificar cosas.
-El margen es muy estrecho para incrementar el gasto…
-Definitivamente, margen para incrementar el gasto no hay. Por lo tanto, es absolutamente fundamental la tarea de reasignación de recursos dentro de una estructura de gasto que ha probado ser difícil de ajustar.
El margen que tiene el gobierno es muy estrecho, y no en vano el Ministro de Economía ha colocado este tema como una de sus prioridades. Poder hacer un presupuesto robusto que le encuentre lugar a los compromisos asumidos por el Frente Amplio durante la campaña, pero que al mismo tiempo sea juicioso en el cuidado de las cuentas públicas. Y el actual contexto internacional refuerza la necesidad de ser muy cuidadoso con los equilibrios macroeconómicos.
-¿También los lineamientos de las pautas salariales deben ser muy cuidadosos?
-Sin dudas; así como la economía ha crecido poco en el último tiempo, si miramos la productividad media del trabajo, el ratio de PIB sobre ocupados lleva 8 años prácticamente en el mismo lugar. Y eso condiciona el espacio para que el salario real pueda crecer. Si no crece la productividad media del trabajo, difícilmente pueda crecer de una manera saludable el salario real.
-Eso es importante para el objetivo de inflación
-Primera vez en más de 20 años en la que Uruguay ha mantenido la inflación dentro del rango meta y tiene una oportunidad de perseguir niveles más bajos de inflación como ha propuesto este nuevo equipo económico. Ahora, no perdamos de vista que la reducción de la inflación en los últimos años tuvo al dólar bajo como una palanca muy importante.
Entonces, si bien el nuevo gobierno ha hecho mucho énfasis en que es necesario fortalecer todos los mecanismos de transmisión de la política monetaria para que no sea solamente el dólar el que traccione, sepamos que el mecanismo del canal crediticio de transmisión de la política monetaria es acotado, por las características que tiene el crédito en Uruguay, y que el canal de expectativas tiene que luchar contra 20 años de incumplimiento de las metas de inflación. Por lo tanto, los efectos de la política monetaria sobre el dólar se van a notar.

-¿Qué se necesita para profundizar la baja de la inflación sin dañar el tipo de cambio?
-Para preservar y profundizar el logro desinflacionario sin costos adicionales en materia de competitividad, es clave que haya coordinación entre la política monetaria, la fiscal y la salarial, porque si la política fiscal y salarial no están plenamente alineadas con la monetaria, esta tendría que trabajar más de la cuenta y si eso pasa, lo vamos a ver en el valor del dólar y la competitividad.
Esa profundización del logro desinflacionario solo tendrá sentido sin costos excesivos en términos de actividad, si la política fiscal y la salarial acompañan. Si tenemos al Banco Central solo en el combate con la inflación, probablemente va a tener que subir la tasa de interés más de lo que podría hacerlo si las otras políticas macroeconómicas estuvieran alineadas. De allí la importancia porque los costos en materia de competitividad van a depender fundamentalmente de cuánta fuerza tenga que hacer la política monetaria y cuánto le ayuden la política fiscal y salarial.
-A pesar de lograrse buenas tasas de empleo, el desempleo no baja lo suficiente; ¿cuál es el motivo?
-Es cierto que estos últimos años no fueron malos desde el punto de vista de la creación de empleo. Pero aun así Uruguay tiene tasas de desocupación en el eje del 7%, 8% que no debemos naturalizar.
A su vez el INE empezó a publicar una serie de indicadores complementarios del mercado de trabajo y si uno suma los desocupados propiamente dichos y las personas en situación de subempleo, la fuerza de trabajo potencial, que son personas que deberían estar en condiciones de trabajar pero por distintos motivos optan por no hacerlo, estamos hablando del 18%, casi un quinto de la población con insuficiencia de empleo de algún tipo y con el agravante de que los problemas de empleo están particularmente arraigados en la franja de población más joven. Eso es un problema hoy y en la perspectiva intertemporal de cómo crece la economía a medida que esta población más joven madura.
-¿Qué hacer para incidir en esa realidad?
-Hay todo un conjunto de cosas en la agenda de la política laboral que a nuestro juicio deberían estar sobre la mesa a partir de esta evidencia: tiene que ver con el funcionamiento de los consejos de salarios en los asuntos no salariales, en lo que hace a la propia atomización de las negociaciones, cuáles son los grupos, en qué orden negocian, cómo funcionan las cláusulas de descuelgue para las empresas más chicas que no pueden absorber las pautas generales. Es válido preguntarse también si los consejos de salarios tienen que fijar incrementos obligatorios u ocuparse solo de fijar laudos mínimos por categoría. Y también está el tema por demás discutido de la indexación salarial.
-¿Dónde ubica los principales riesgos derivados de la política de aranceles de Trump?
-Si miramos los anuncios de Trump, implican en términos de protección efectiva de Estados Unidos, de nivel medio de aranceles, una situación que no se veía desde el principio del 1900. Ese solo dato refleja la magnitud del cambio. Hemos visto en estos días una reacción sumamente violenta en los mercados, que habla de los riesgos recesivos que implican estas medidas para Estados Unidos y también eventualmente para el resto del mundo. Este nuevo escenario internacional redobla el imperativo de Uruguay de trabajar sobre sus equilibrios macroeconómicos cuando el mundo está revuelto.
-¿Puede eventualmente abrir algún tipo de oportunidad?
-Esas son cosas que nuestros clientes nos preguntan en estos momentos. Y bueno, desde el momento en que Uruguay entra en la lista de aranceles de Trump, en el escalón mínimo y otros países entran con más, puede reducir alguna desventaja para algunos sectores, pero no es una buena noticia para nuestro país y los efectos indirectos de un mundo de menos crecimiento económico, con una economía global que ya se esperaba que creciera por debajo de sus parámetros históricos promedio.
-¿Cuál es el análisis respecto de la coyuntura que atraviesan nuestros vecinos?
-Brasil tiene el desafío de poder encauzar las cuentas públicas hacia un lugar donde el mercado crea que hay sostenibilidad, con poco espacio político para implementar cambios drásticos en materia de gasto público y por lo tanto, el tema fiscal pesando sobre las expectativas y generando una depreciación de su moneda, más importante que la que tuvieron otras monedas de la región el año pasado, con incremento de tasas de interés, cosas que complican un panorama de crecimiento en Brasil.
Argentina, un arranque del gobierno de Milei, que logró hacer un conjunto de ajustes probablemente más significativos en lo fiscal de lo que era la expectativa de muchos de nosotros para un tiempo tan corto; eso permitió desactivar el financiamiento monetario del déficit, permitió una desinflación que fue rápida y muy exitosa, pero todavía dista de Argentina de estar en un lugar de estabilidad de precios. Probablemente este año vamos a ver un crecimiento importante de la economía, pero aun así Argentina no ha trascendido todavía el nivel de actividad que tenía 10, 12 años atrás, con lo cual no hay que confundir rebote cíclico con capacidad de crecimiento sostenido de la economía.