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El rendimiento económico de las habilidades blandas

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Foto: Getty Images

OPINIÓN

Empleo aumenta más, y los salarios crecen más rápido, en las ocupaciones que demandan habilidades sociales.

En 20 años, se duplicó el retorno económico de invertir en habilidades blandas (por ejemplo, capacidad de liderazgo y trabajo en equipo). En cambio, descendió el retorno de las habilidades cognitivas (capacidad de abstracción, comprensión, memoria, etc.).

Tres investigadores de la Universidad de Uppsala (Suecia) acaban de mostrar este descubrimiento en el American Economic Journal: Applied Economics. Su estudio se titula The Rising Return to Non Cognitive Skill. Emplean datos de miles de personas que hicieron el servicio militar obligatorio cuando tenían 18 años. Estas personas fueron allí evaluadas en sus habilidades cognitivas y no cognitivas (también conocidas como “habilidades blandas”).

Los investigadores de Uppsala consiguieron el acceso a los datos de empleo y salario de cada una de estas personas veinte años después.

Cómo medir las habilidades

El puntaje asignado a cada persona en términos de habilidades cognitivas viene de medir cuatro aspectos del individuo: el razonamiento, la comprensión verbal, la capacidad espacial y la comprensión técnica.

La evaluación de las habilidades no cognitivas se basa en entrevistas de 25 minutos a cargo de psicólogos. Estas entrevistas se realizaban periódicamente, durante veinte años, haciéndole seguimiento a cada persona. Los temas abarcan la madurez social, la perseverancia, la estabilidad emocional. Una parte importante de la entrevista es identificar a los individuos que son incapaces de trabajar en equipo.

Tecnología y globalización

El empleo aumentó más, y los salarios crecieron más rápido, en las ocupaciones que demandaban habilidades sociales.

Una explicación es que las computadoras cada vez pueden hacer más tareas cognitivas (cálculos, comparaciones, etc.) y las convierten en tareas automáticas. El aumento del poder computacional expande la dificultad de las tareas que puede acometer una computadora, termina haciendo tareas que antes sólo podía hacer un ser humano.

Otra explicación es la posibilidad de obtener esas tareas cognitivas en el exterior, de manera más barata (podemos contratar chinos o indios por Internet para que resuelvan problemas técnicos a distancia, pagándoles menores salarios por hora). Es más, esta globalización de los trabajos hace que se demanden personas que tengan habilidad para coordinar y liderar equipos internacionales (habilidades no cognitivas). En suma, baja el salario de los que tienen sólo habilidades cognitivas y sube el salario de los que tienen esas habilidades blandas de comunicarse, armar equipo y liderar personas dispersas por el planeta.

Descubrimientos suecos

En resumen, los investigadores nórdicos descubren cuatro tendencias en sus veinte años de observaciones. Primero, aumentó el retorno económico de las habilidades blandas. Segundo, cayó el retorno económico de las habilidades cognitivas. Tercero, si tomamos a todos los trabajadores de un país, y los ordenamos por el sueldo que tienen, el impacto positivo de las habilidades blandas se da especialmente entre los que tienen un sueldo más alto. En otras palabras, los trabajadores que tenían abundancia de habilidades blandas se movieron hacia ocupaciones que ofrecían sueldos altos. Cuarto, los sectores de actividad de la economía sueca que estaban más abiertos al comercio internacional aumentaron la demanda de habilidades blandas (es un sector que necesita gente con capacidad de coordinación y trabajo en equipo con personas de cualquier parte del mundo).

Mis clases en la UM

Hace unas semanas comenzó el curso de Fundamentos de Capital Humano que damos con Ana Balsa en la Maestría en Economía de la Universidad de Montevideo. Uno de los estudios que discutimos en clase es la investigación de Cornelissen (University of York) y Dustmann (University College London). Apareció en 2019, en la misma revista académica en la que publicaron los citados profesores suecos.

Cornelissen y Dustmann muestran los beneficios de que los niños se incorporen cuanto antes al sistema de educación formal. Encuentran que, ya a la edad de siete años, los niños que se incorporaron a la educación desde bien chicos muestran mayores habilidades tanto cognitivas como no cognitivas. Y este efecto positivo de unos meses más de educación se observa especialmente para los niños que vienen de contextos vulnerables.

A continuación, otros tres descubrimientos. Primero, a la edad de once años, el efecto positivo que se había conseguido en las habilidades cognitivas (razonamiento, etc.) gracias a empezar antes a estudiar, desaparece. Segundo, hay que afinar en la lectura de la frase anterior: la desaparición de ese efecto en las habilidades cognitivas se da en promedio, pero si tomamos sólo a los niños de contextos desfavorables, haber empezado la educación temprano sigue teniendo efecto positivo en las habilidades cognitivas aun cuando cumplen once años. Tercero, los logros que se obtuvieron en las habilidades no cognitivas —para todos los niños, tanto pobres como no pobres— siguen presentes, pasado los años.

En resumen, por un lado, los investigadores suecos encuentran que ha aumentado el retorno económico a las habilidades no cognitivas. Por otro lado, los investigadores ingleses señalan que una buena estrategia para desarrollar las habilidades no cognitivas es cuidar la educación de los más chicos. Entonces, estas habilidades blandas que se empiezan a construir ya en los primeros años de vida pueden tener un impacto enorme de largo plazo. Pero no es suficiente mandar a los niños al preescolar: tenemos que velar por la calidad de esos centros.

(*) Decano de Ciencias Empresariales, Universidad de Montevideo

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