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El debate fiscal

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Foto: Pixabay

OPINIÓN

En el debate entre Daniel Martínez y Luis Lacalle Pou de la semana pasada, el bloque económico fue dedicado casi por entero a la política fiscal. No es casual, allí está el principal problema macro que deberá enfrentar rápidamente el próximo gobierno.

La reinauguración de los debates presidenciales en nuestro país es una noticia que todos debemos celebrar. Sabemos además que, por ley, necesariamente tendremos otro debate de cara a la segunda vuelta electoral, que esperamos vaya conformando un nuevo panorama en que estas instancias sean más naturales y no acontecimientos históricos. De los cuatro bloques temáticos acordados entre los comandos de los candidatos el primero fue para economía y, como era de esperarse, se centró fundamentalmente en el frente fiscal.

El dato actual de déficit, 4,8% del PIB, así como la proyección de que puede estar encima del 5% hacia fin de año, sumado a una evolución de la deuda bruta del 65% actual a la proyección de 70% del PIB en 2020, son suficientemente elocuentes de la gravedad de la situación. Más allá de lo esperable y razonable desde la perspectiva de cada candidato, Daniel Martínez exhibiendo las cifras positivas de 2005 a la fecha y Luis Lacalle Pou criticando las cifras negativas, es absolutamente fundamental tratar de desbrozar lo accesorio para intentar comprender las propuestas concretas.

Existe un amplio consenso entre los especialistas y también entre los candidatos presidenciales y sus equipos técnicos acerca de que es necesario bajar el déficit fiscal. El asunto, entonces, es cómo hacerlo. Daniel Martínez sostiene que debe bajar en 2 puntos del PIB de su nivel actual, algo más rápido en los primeros dos años y a un ritmo menor en los siguientes. Para ello señala que el crecimiento de la economía será suficiente si se aplica una especie de regla fiscal (aunque en general ha rehuido del término) en que el gasto debe crecer a la mitad de lo que crezca la economía.

Por su parte, Luis Lacalle Pou plantea que es necesario reducir el gasto público a través de una serie de medidas detalladas en su programa (que es en este aspecto el más específico) que incluye desde la no reposición de un porcentaje de empleados públicos, mejor gestión de las compras estatales y mejor gobernanza y resultado de las empresas públicas. Se estima que la suma de estos rubros alcanza los 900 millones de dólares al año. Con estas cifras, entonces, la principal herramienta para la disminución del déficit sería la reducción del gasto, aunque lógicamente también se apunta al aporte del crecimiento de la economía para el incremento de los ingresos.

La suba de impuestos para reducir el déficit fiscal es vista con recelo por ambos candidatos, pero con actitudes diferentes. Mientras Lacalle Pou ha sido enfático al descartar el aumento de la presión tributaria Martínez ha señalado que no está en sus planes pero no lo descarta ante cambios en la coyuntura. A esto debe agregarse que las bases programáticas del Frente Amplio sí señalan opciones para la suba de impuestos, como el de la categoría 1 del IRPF, el aporte tributario que realiza el capital, según describe el mismo documento.

Sobre los caminos señalados por ambos candidatos se pueden plantear preguntas: Sobre el de Martínez ¿será posible disminuir el déficit a la velocidad y monto requerido solo con crecimiento de la economía? Sobre el de Lacalle Pou ¿será posible disminuir el gasto en la dimensión señalada para reducir el déficit?

La opción de Martínez requiere una tasa de crecimiento económico casi imposible de lograr en los próximos años, y en particular el año próximo según las estimaciones disponibles. En este sentido es que la propuesta aparece como de difícil cumplimiento, y deberá reforzarse con otras medidas.

La alternativa de Lacalle Pou no luce sencilla, pero depende fundamentalmente de la voluntad política y de la capacidad de gestión para implementar el recorte de gasto propuesto. No es un camino sencillo, la historia demuestra que la reducción del gasto encuentra dificultades y resistencias, pero, en todo caso, responde a una opción sobre como actuar sobre el déficit fiscal.

A 20 días de las elecciones nacionales todo lo que pueda profundizarse en la materia por estos candidatos y los restantes será bienvenido. Es una de las disyuntivas más relevantes de corto plazo para evitar los males que estamos viendo en la vecina orilla, derivados fundamentalmente de su imprudencia fiscal.

(*) Director ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED)

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