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Crecimiento 2023: llegó el momento del núcleo duro del consumo privado

No todo el Consumo Privado es lo mismo y agotadas otras fuentes de impulso de la demanda agregada, el mercado de trabajo será el protagonista del crecimiento a jugarse en 2023, advierte Ramón Pampín, de PwC..

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Consumo privado
Consumo privado
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Al momento que el lector entra en contacto con este texto ya corrieron ríos de tinta sobre las cifras de las cuentas nacionales del cuarto trimestre de 2022.

Cuarto trimestre de 2022: la sequía trae recesión

La actividad económica cayó en los últimos tres meses del pasado año, y eso tanto lo refleja la comparación interanual (-0,13%) como la desestacionalizada (-1,3%), tal como se señala en el gráfico 1.

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Que estas dos comparaciones sean negativas (la primera es respecto a un año atrás y la segunda respecto a un trimestre inmediatamente anterior) nos permite obtener una primera conclusión: la caída del cuarto trimestre resultó lo suficientemente grande para que el nivel de actividad fuera precisamente menor a un trimestre inmediatamente anterior y también inferior a un año atrás. ¿La explicación? La sequía. La actividad del sector agropecuario resultó 21,5% menor a la de un año atrás, y la producción de electricidad resultó 5,7% menor a la de un año atrás. Para un caso —el agro — ya se proyecta un menor valor de producción esperado de los cultivos de verano (especialmente soja) y para el otro caso ya se refleja el impacto de no producir electricidad con una de las fuentes de producción de menor costo asociado: la hidráulica.

Por tanto, con este impacto de un fenómeno extra-económico y que ha sido destacado como de los más graves de las últimas décadas, la economía ingresó en una recesión técnica en tanto se adhiera a la definición —que la hemos utilizado en otras columnas de este espacio— de dos trimestres consecutivos de caída del PIB.

Pero como también plantemos en aquellas columnas, cuando hablamos de recesión, tenemos que avanzar hacia un análisis más profundo que el de la definición de “dos-trimestres-consecutivos”. En este caso, el shock de la sequia es extraordinario y no económico, y por tanto circunstancial. Aunque tengamos un panorama desalentador para el primer semestre de 2023 en cuanto al crecimiento del PIB e incluso podamos ver algún trimestre más de caída.

Sin embargo, esta dinámica señalada no puede ser valorada como una señal de mediano plazo; no obstante, para el sector agropecuario sí represente daños que en varios casos sean permanentes y deban ser incorporados “económicamente” en un sector tan importante para el país.

Avancemos, y veamos por dónde va el impulso de mediano plazo que lleva adelante la actividad económica. Para ello utilicemos el instrumental de la oferta y demanda agregada.

Las señales de mediano plazo: una demanda que se debilita y cambia sus factores de impulso

Recordemos: una economía ofrece bienes a partir de la producción local (PIB) y las importaciones, y esta oferta se destina a una demanda que es utilizada por motivo de consumo privado, consumo público, inversión o exportaciones. Esta es la identidad de oferta y demanda agregada.

No todo aumento de la demanda agregada se satisface con un aumento del PIB: por ejemplo, que el consumo privado aumente, se puede satisfacer tanto con mayor producción local (PIB) como por importaciones.

Veamos como ha sido impulsada la demanda en estos últimos trimestres. Para ellos estimamos el crecimiento de la demanda, y cuanto ha aportado (incidido) cada uno de los principales factores; omitimos la variación de existencias, que tienen una lógica algo más difícil de interpretar e incluso de medir.

Como lo indica el gráfico 2, la demanda agregada desaceleró su crecimiento a lo largo de 2022, para desplomarse en el último trimestre: pasó de crecer a una tasa de dos dígitos en el primer trimestre del pasado año a crecer 7,6% en el tercer trimestre y un magro 1,5% en el último trimestre de 2022.

¿Qué explica esta desaceleración? La reducción de las barras del gráfico lo señalan de forma clara: las Exportaciones pierden fuerza e incluso tienen incidencia negativa al final del año (caen -5,6% de acuerdo con el informe del Banco Central), la Inversión en Activo Fijo se desacelera (crece un débil 3,9% en el cuarto trimestre frente a tasas de dos dígitos a comienzo del año pasado) y el Consumo Privado, que aun desacelerándose, sigue manteniendo la base del crecimiento de la demanda agregada.

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Por tanto, la siguiente pregunta es tratar de conjeturar —e interpretar esa conjetura— acerca de lo que se viene para 2023.

2023: el año del Consumo Privado, ¿pero cuál Consumo Privado?

Para 2023, la inversión seguirá perdiendo fuerza del impulso que tuvo la mega obra de la planta de celulosa, y las exportaciones de bienes podrán tener un ajuste al alza hacia el segundo semestre, en tanto China consolide su demanda de carne, pero el gran protagonista debería ser el Consumo Privado. Por tanto, es necesario ver qué sucede con sus fundamentos, el empleo y el salario real, que en cierta forma se sintetizan en lo que sucede con el ingreso: el gráfico 3 da cuenta de esto, y a partir de lo estimado por el INE, se puede ver cómo se ha venido consolidando una suba de este en el segundo semestre de 2022, en especial asociado a la suba del salario real. Para ello, será clave se mantenga el proceso desinflacionario (aun con la presión de la sequía sobre el IPC) y será clave lo que suceda con la negociación colectiva, que siempre juega un delicado equilibrio entre la doble cara de la moneda de recomponer el poder de compra del asalariado —que es consumidor— y acompasar la productividad de la empresa y/o el sector.

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Ahora bien, qué puede suceder con el Consumo Privado es una pregunta que usualmente respondemos, como si este importante componente de la Demanda Agregada fuera un homogéneo. Pero dentro del ese rubro se releva desde el consumo de servicios de gobierno, educación, salud, a restaurantes, vestimenta y supermercados.

De hecho, una parte importante del crecimiento del Consumo Privado de 2022 se explicó por el “efecto rebote” sobre el consumo de servicios de educación y salud que en la primera mitad de 2021 estaban limitados por las restricciones impuestas por la pandemia y sí comenzaron a producirse (más días de escuela y de atención médica) en la primera mitad de 2022.

Es dable esperar que para 2023, y en función de los fundamentos ya mencionados, se reactive la parte del consumo vinculada al retail y a los servicios privados, su núcleo duro.

De acuerdo con estimaciones propias y como se señala en el gráfico 4, el Consumo vinculado a productos de retail representa alrededor de un 45% del Consumo Privado total, a la vez que el Consumo vinculado a servicios privados (financieros, profesionales, inmobiliarios, doméstico, cultura) representa un 35%.

Para que crezca esta parte de la demanda agregada vinculada al consumo “de retail” no hay otra forma que se consolide el proceso de desinflación y que los salarios reales crezcan a la vez que el empleo siga fuerte.

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(*) Ramón Pampín, Gerente de Consultoría económica de PwC

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