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Creciente desigualdad educativa en la pandemia

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Fabrizio Zilibotti

ENTREVISTA A FABRICIO ZILIBOTTI

"Los efectos de la crisis denderán del capital humano y la cohesión social", dijo Fabrizio Zilibotti, profesor de macroeconomía y economía política de la Universidad de Yale.

Si bien la pandemia del coronavirus ha desencadenado una crisis generalizada, los efectos negativos no han golpeado de la misma forma a todos los sectores económicos. De la misma forma, las consecuencias de un año marcado por casi nula presencialidad escolar, también refleja impactos disímiles en las distintas clases sociales. El economista de Yale, Fabrizio Zilibotti estudió junto a otros profesionales de esa universidad los efectos desiguales de los cierres de escuelas relacionados con la pandemia en los niños en Estados Unidos y alertó sobre la pérdida de conocimientos en los estudiantes de barrios y localidades más carenciadas. Zilibotti comentó su trabajo en una conferencia virtual de la Sociedad de Economistas del Uruguay semanas atrás, y luego explicó a El País los fundamentos de su trabajo. A continuación, un resumen de la entrevista.

-¿Cómo observa la salida de la crisis generada por la emergencia sanitaria?

-La pandemia ha tenido un impacto muy fuerte en el nivel de actividad económica y especialmente en el empleo, para mucha gente devastador, es evidente. Si bien todavía hay una gran incertidumbre sobre la extensión de la emergencia, diferentes agentes económicos coinciden en que en seis u ocho meses podemos tener señales de recuperación económica, en la medida en que avance la vacunación y recobremos cierta normalidad en la actividad. Pero tendremos algunas consecuencias de esta pandemia que nos llevarán mucho tiempo más para recuperarnos. Un año casi perdido en materia de educación tendrá efectos a largo plazo. Y puede ser aún más complejo, si tenemos en cuenta que este 2021 también puede presentar severas dificultades para la vuelta a clases con normalidad.

-Usted estudió junto a otros colegas los efectos de la pérdida de la presencialidad en las escuelas. ¿Cuáles fueron sus conclusiones?

-Tratamos de comprender las consecuencias del cierre de escuelas para los niños, pero sobre todo, de qué forma se manifiesta en los diferentes niveles socioeconómicos. No poder estar en una clase donde habitualmente los niños reciben la enseñanza tiene un efecto directo sobre el aprendizaje. Más allá de lo que pueda realizarse a través de clases virtuales. La educación en línea es un sustituto imperfecto del aprendizaje en persona, especialmente para los niños de familias de bajos ingresos..

Pero hay otros efectos, vinculados más a lo sicológico, que al día de hoy no podemos aquilatar totalmente. Tenemos que tener en cuenta aspectos como la pérdida de contacto entre adolescentes que han dejado de compartir esas horas al día en que estaban juntos; eso tiene consecuencias en el aprendizaje. Nuestro trabajo se enfocó en cómo, esos efectos negativos de la pérdida de clases, inciden de distinta manera en los diferentes segmentos socioeconómicos.

-¿Se refiere al acceso a otras alternativas que pueden tener los adolescentes de familias con mayor nivel económico?

-La pandemia no afecta de igual forma la educación de los niños de diferentes clases sociales. Las condiciones de trabajo desde el hogar son absolutamente diferentes. Más profundo aún, conozco casos en que familias de alto poder económico han contratado a los mismos docentes que sus hijos tenían en la escuela para que les den clases en su casa. Por otra parte, al cerrarse las escuelas, la interacción entre los niños tiende a ser más local, en un entorno muy acotado. Hay estudios que han demostrado que la interacción de los niños entre pares más allá de localización geográfica y clase social, tiene gran incidencia en su formación. Y sin las escuelas, los niños ven restringido su campo de acción y contactos. Eso es claramente perjudicial. En nuestro caso, tratamos de observar todos los efectos de la interrupción de las clases y compararlos con lo que ocurría antes de la pandemia.

-¿Lo cuantificaron?

-Primero, junto a otros colegas, investigamos anteriormente hasta qué punto la instrucción adicional durante el verano puede ayudar a cerrar las brechas en el aprendizaje. Los resultados fueron bastante interesantes. Cada verano, los niños pierden una parte de lo que habían aprendido durante el año escolar. Los niños que tienen dificultades en la escuela pueden retener más de la mitad del conocimiento que de otro modo perderían si recibieran el apoyo adecuado durante el verano. Creemos que esto podría ser relevante para las políticas en las circunstancias actuales.

Ahora, nuestro análisis sugiere que, un año después de las dificultades que ha causado la pandemia con el cierre escolar en la mayoría de los países, si un niño con una nota de “B” -nos basamos en el sistema de educación de Estados Unidos- de promedio, de los barrios más pobres, pasaría a tener un “C” en el 50% de las asignaturas. Es como una pérdida del 60% de su aprendizaje adquirido después del primer año de high school. Los estudios sugieren que más o menos la mitad de ese nivel se podrá recuperar en los años subsiguientes. Por tanto, habrá un 30% de conocimiento no adquirido. Y eso redundará, a su vez, en un acceso a salario un 20% por debajo del que podría acceder si no hubiese pasado por las condiciones generadas en la pandemia. En cambio, para niños de un nivel socioeconómico mayor, no se vislumbra una reducción en sus notas ni una pérdida de formación. Esto remite a una sociedad como la de Estados Unidos, donde las desigualdades son bastante menores que en otros países, donde en término medio, la pérdida de conocimientos y habilidades por efecto de la pandemia puede ser mayor para los más desfavorecidos y, por consiguiente, la brecha aún mayor.

-Estos efectos surgen después de un año de afectación a nivel educativo. En caso de tener que tomarse nuevas medidas de corte de clases presenciales debido a la pandemia, el daño puede ser aún mayor…

-Claramente. Es de esperar que no haya nuevas interrupciones en la asistencia a clase de los niños y adolescentes. Al mismo tiempo, es indispensable que se tomen medidas por parte de los gobiernos, destinando recursos a buscar la forma de atender a aquellos niños que han sufrido más fuertemente el cierre de las escuelas. Es necesario tener una intervención, porque sino el daño será muy importante. Aquí en Estados Unidos, el trabajo durante el verano con niños más desfavorecidos buscando reducir esa brecha de aprendizaje dio buenos resultados. No todos los países aprovecharon el período de cierta tranquilidad que tuvieron después de la primera ola de la pandemia, que hubiera sido importante para trabajar con los niños más afectados. Lo concreto es que no puede dejarse todo como está, porque las consecuencias serán muy duras para mucha gente a corto plazo.

-Hay países donde un buen acceso a la tecnología a nivel universal redujo las diferencias a la hora de las clases virtuales, es el caso de Uruguay.

-Puede ser, pero seguramente hay diferencias que no se pueden disimular totalmente. Por otra parte, entiendo que la virtualidad no es una modalidad que pueda sustituir la clase presencial, aunque sí la complemente. Todo lo bueno que genera la escuela en términos de socialización y maduración del individuo no puede ser sustituido a distancia. Y de nuevo, nuestro estudio ha demostrado que el efecto es diferente de acuerdo a las condiciones que rodean a cada niño.

-Usted también ha trabajado con otros economistas en la definición de un modelo predictivo para guiar a los responsables políticos en su intento de reiniciar las economías de forma segura…

-Porque es clave identificar bien a los sectores o grupos de población que se han visto afectados; en lo personal no creo que sea buena elección distribuir una ayuda indiscriminada, que a todos les llegue un cheque. No se trata de un problema que se arregle con una renta básica universal. Creo que como principio general que es una buena idea, pero a veces se traduce en números que no son reales. Debe haber instrumentos para las personas que han tenido una dificultad específica puedan acceder a condiciones de dignidad sin que se convierta en un instrumento de la demagogia. En esta coyuntura, no deberíamos pensar en una ayuda universal de ese tipo, hoy tenemos una situación extraordinaria que requiere intervenciones rápidas e, insisto, con el mayor foco posible.

El efecto negativo de la pandemia es amplio, pero muy desigual y los recursos son limitados. Los países deben ser muy precisos, también, a la hora de repartir los costos de la crisis, que no caigan solamente sobre los empleos que han desaparecido o las empresas al borde de la quiebra. Los países necesitan un contrato social que disminuya la tensión y distribuya las responsabilidades para poder salir adelante. Las medidas macro pueden ser una solución hoy, pero de última, el capital humano, las instituciones y una mayor integración social definirán el futuro.

-¿Cómo se podrían mitigar las consecuencias económicas?

-Las preocupaciones sobre la disciplina fiscal deben dejarse de lado temporalmente para dar a los gobiernos el margen de maniobra necesario para hacer frente a la emergencia. Es momento en que los países deben llevar adelante políticas expansivas desde el punto de vista fiscal, pero los límites no son los mismos, cada país tiene su propia realidad, debido a los niveles de gasto y deuda preexistentes. Por otro lado, no hay mucho para hacer con la política monetaria, dado que las tasas de interés están tan bajas que no existe margen para tomar medidas de reactivación económica por esa vía.

El gran problema detrás de esta crisis es la pérdida de puestos de trabajo; en ese contexto, pensar en todas las alternativas que permitan mantener la fuente laboral, desde posturas más flexibles, con trabajo a distancia y medidas focalizadas, deben ser bienvenidas. Buena parte de la inversión pública debe estar destinada a esa realidad.

Hemos aprendido también, a partir de esta crisis que los recortes en áreas sensibles, como la salud, deben evitarse. Un sistema sanitario debilitado puede tener consecuencias gravísimas para el país en medio de la pandemia. Los países que habían tomado con anterioridad decisiones en ese sentido, hoy lo sufren.

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