Cómo potenciar la inversión en Actividades de Ciencia y Tecnología

La encuesta de Actividades de Innovación de la ANII y el INE permite dimensionar y evidenciar algunas de las características que vinculan al ecosistema innovador con el sector productivo.

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Sede de CAF, Montevideo
Sede de CAF, Montevideo
El País

En un país en el cual la demografía no ayuda, el crecimiento potencial está condicionado por el crecimiento de la productividad. Promover las actividades de ciencia y tecnología (ACT) es un requisito clave para estimular la productividad, la competitividad y el crecimiento sostenible. Las actividades de ciencia y tecnología son precisamente esas actividades sistemáticas, estrechamente relacionadas con la producción, promoción, difusión y aplicación de los conocimientos científicos y técnicos en todos los campos de la ciencia y la tecnología[1]. Entre ellas se destaca la investigación y desarrollo científico (I+D), por ser la actividad principal de los procesos de generación de conocimiento.

Uruguay invierte en actividades de ciencia y tecnología menos del 1% de su Producto Interno Bruto (PIB); 0,96% para ser más precisos en 2022. La inversión en I+D asciende a aproximadamente 0,63% del PIB. Si bien este porcentaje ha sido creciente y supera a otros países de la región como Argentina o Chile, se ubica muy por debajo del promedio invertido por países de mayor desarrollo relativo. En Alemania, por ejemplo, la inversión en I+D supera el 3% del PIB; en tanto en EE.UU. asciende al 3,5% y en Israel se ubica en torno a 5,6% del producto[2].

Casi la mitad de esta actividad es realizada por el sector privado (47% en 2022), el 29% tiene lugar en la educación superior, en tanto el 23% restante es realizado por el gobierno. Si bien la participación del sector privado en la inversión ha crecido en los últimos años, este crecimiento ha estado guiado por pocas empresas y no ha derramado aún en el entramado productivo.

La encuesta de Actividades de Innovación de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación y el Instituto Nacional de Estadísticas (ANII-INE) permite dimensionar y evidenciar algunas de las características que vinculan al ecosistema innovador con el sector productivo. Lo primero a destacar es que el porcentaje de empresas que realizan actividades de innovación en el periodo comprendido entre 2019 y 2021 no llega al 15% del total de empresas. Este es levemente mayor en la industria (19%) que en el sector servicios (13%). Dentro de estas actividades, prima la adquisición de bienes de capital, seguida por la adquisición de software y bases de datos. La inversión en I+D interna se ubica en tercer lugar; en tanto en I+D externa se ubica entre los últimos lugares, junto a la gestión de innovación. La mayor parte de la inversión se hace para innovar en procesos empresariales, en tanto la innovación en productos ocupa un lugar menor.

Independientemente de si son o no empresas innovativas, los factores que obstaculizan la innovación en el país son comunes para las empresas. La encuesta realizada por ANII destaca sin reflejar el orden de importancia: (i) factores vinculados al mercado, como su reducido tamaño y la incertidumbre sobre la demanda de los bienes o servicios innovados; (ii) factores de costos, como el elevado costo de innovar, la falta de fondos propios, el elevado periodo de retorno de la inversión y los riesgos que implica la innovación; (iii) factores vinculados al conocimiento, como la escasez de personal capacitado, la falta de información y la dificultad para encontrar cooperación y (iv) factores de política pública, como el insuficiente apoyo para la innovación.

A estos se pueden agregar factores de coordinación, como la oportunidad de mejora de la articulación de los actores del ecosistema y esquemas de gobernanza que contribuyan al intercambio de buenas prácticas, la evaluación y seguimiento de programas de innovación.

ciencia y Tecnología
Ciencia y Tecnología
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¿Qué se requiere entonces para impulsar el desarrollo del sector?

Los requisitos son varios y están determinados por el sector público, el sector privado, el sistema de educación e investigación y la interacción entre estos. Sobre todos estos factores puede actuar la política pública promoviendo la colaboración intersectorial, garantizando el desarrollo de talento humano calificado y la creación de incentivos que propicien un entorno favorable para el emprendimiento y la innovación. Es necesario fijar prioridades, rectorías, y ordenar y evaluar el set de instrumentos disponibles para estimular el sector. También fomentar la formación de recursos humanos en estas áreas y crear cultura sobre el valor de las actividades de innovación e investigación. Se requiere profundizar la articulación entre ciencia, empresas y política, poniendo una en función de la otra y generar consciencia a nivel de la sociedad toda sobre la necesidad de avanzar y apoyar al sistema innovador, reforzando su articulación.

Aquí CAF, como banca de desarrollo, tiene un rol clave que jugar. A modo de ejemplos, podemos citar su experiencia en la transformación de cadenas productivas en clústeres agropecuarios en Perú y en clústeres de textil, calzado y logística en Ecuador. Estos ejemplos evidencian su capacidad para guiar el desarrollo de hojas de ruta y garantizar su implantación efectiva. Además, CAF ha apoyado proyectos tecnológicos clave en Argentina, como el telescopio Llama en la provincia de Salta, que fortalece la infraestructura de investigación astronómica; el Ciimar en Mar del Plata, que impulsa la investigación marina; y la creación del Polo Tecnológico de Medicina Traslacional en La Matanza, que integra empresas tecnológicas con la formación de recursos humanos y la investigación clínica. También ha financiado proyectos emblemáticos en el ámbito satelital, tanto de telecomunicaciones como de observación de ecosistemas marinos, que han generado derrames significativos sobre el ecosistema de PYMES en el clúster aeroespacial de Bariloche.

Asimismo, CAF se encuentra avanzando de forma contundente en el acompañamiento a los países de la región en la definición de política pública y hojas de ruta para la inteligencia artificial, así como en el desarrollo de su infraestructura digital habilitante. Estos ejemplos concretos, demuestran cómo CAF puede contribuir a resolver desafíos de coordinación mediante el fortalecimiento institucional, la coordinación multisectorial, la generación de habilidades para el siglo XXI y el despliegue de infraestructuras físicas y digitales que apalanquen el desarrollo del ecosistema regional de ciencia, tecnología e innovación.

-Nicole Perelmuter, Economista Senior Con la colaboración de Eduardo Chomali, Ejecutivo Principal en Transformación Digital y Diego Barril, Economista Principal.

[1] Prisma.uy
[2] https://prisma.uy/indicadores/ciencia-y-tecnologia/inversion-por-actividad-y-sector

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