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Los bancos centrales salen al cruce de las criptomonedas y avanzan en el mundo de las divisas digitales

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Alexandre Tombini - Alto Representante de la Oficina para las Américas del Banco de Pagos Internacionales.
Governor of the Central Bank of Brazil Alexandre Tombini attends a session at the World Economic Forum in Davos, Switzerland, Friday, Jan. 24, 2014. Leaders gathered in the Swiss ski resort of Davos have made it a top priority to push to reshape the global economy and cut global warming by shifting to cleaner energy sources. (AP Photo/Michel Euler)
Michel Euler/AP

ENTREVISTA

La posible sustitución de una moneda local por una moneda digital de otro país es uno de los grandes desafíos a atender.

El doctor Alexandre Tombini (1), Alto Representante de la Oficina para las Américas del Banco de Pagos internacionales (BIS), defendió el surgimiento de monedas digitales de los bancos centrales, conocidas como CBDC (Central Bank Digital Currency), al tiempo que cuestionó la calidad y transparencia de las criptomonedas surgidas en el ámbito privado.

En una reciente charla con periodistas del diario El País de España (corresponsalía en México), Portafolio de Colombia, El Mercurio de Chile y El País (Economía & Mercado), Tombini —ex Presidente del Banco Central de Brasil y ex Director Ejecutivo del FMI— sostuvo que el desarrollo tecnológico podría traer grandes beneficios, pero las consecuencias finales para el bienestar de las personas en la sociedad dependen de la estructura del mercado y los arreglos de gobernanza que lo sustentan. En una entrevista posterior con Economía & Mercado, el experto explicó que las CBDC son una respuesta, no a la aparición de monedas digitales privadas, sino a los cambios de hábitos de los usuarios acelerados por la pandemia y a cuestiones competitivas, dado lo oneroso que resulta a los usuarios el sistema tradicional.

Opinó que considera “poco probable” que una moneda digital se convierta en una moneda de reserva global únicamente por su naturaleza digital. Pero advirtió que la posible sustitución de la moneda local por una moneda digital de otro país es uno de los desafíos de las monedas digitales de bancos centrales. El BIS (2), una institución que tiene como objetivo la estabilidad monetaria y financiera de los bancos centrales, a través de la cooperación internacional, presentó recientemente su Informe Económico Anual, con un capítulo dedicado enteramente a las monedas digitales de los bancos centrales. A continuación, un resumen del intercambio y posterior entrevista.

Tombini fundamentó la posición del BIS en torno a la irrupción de monedas digitales respaldadas por los bancos centrales en distintos países del mundo: “defendemos la iniciativa de muchos bancos centrales de tener una moneda de alta calidad, en un ambiente de economía digital. El futuro será de las monedas digitales, pero de monedas fiduciarias, soberanas, de los bancos centrales”, subrayó.

Al describir las características que debe cumplir una moneda digital, sostuvo que las divisas de los bancos centrales “tienen que tener como foco específico el interés del público. Debe ser neutral, es decir, proporcionarse en igualdad de condiciones a todas las partes comerciales con un compromiso de equidad competitiva, y además promover el acceso, proteger los datos individuales de los usuarios y contar con un nivel de identificación que evite su utilización en actividades ilícitas”.

Señaló que las CBDC pueden impulsar aún más las innovaciones que promueven la eficiencia, conveniencia y seguridad del sistema de pago. Si bien los proyectos y las pruebas piloto de CBDC han estado en marcha desde 2014, los esfuerzos se han acelerado recientemente.

“Pero además, en un mundo de moneda digital, se debe respetar la arquitectura del sistema financiero, donde el banco central provea la moneda y el sistema privado haciendo lo que mejor hace, que es innovar, usar su infraestructura para ofrecer servicios a los hogares y las empresas. Es importante no perder de vista eso”, precisó.

El informe del BIS establece que el interés de los bancos centrales en las CBDC “llega en un momento crítico. Varios desarrollos recientes han colocado una serie de innovaciones potenciales que involucran monedas digitales en un lugar destacado de la agenda. El primero de ellos es la creciente atención recibida por Bitcoin y otras criptomonedas; el segundo es el debate sobre las monedas estables; y el tercero es la entrada de grandes empresas de tecnología (grandes tecnologías) en los servicios de pago y los servicios financieros en general. La preocupación es que cuando las grandes empresas de tecnología ingresan al pago mercado, su acceso a los datos de los usuarios de las líneas de negocio digitales asociadas puede permitirles alcanzar una posición dominante, lo que lleva a tarifas que son incluso más altas que las que cobran actualmente las empresas de tarjetas de crédito y débito”.

El informe advierte, además, sobre lo que califica como “debilidades” de las monedas digitales privadas. “A estas alturas, está claro que las criptomonedas son activos especulativos en lugar de dinero, y en muchos casos se utilizan para facilitar el lavado de dinero, los ataques de ransomware y otros delitos financieros.

“No las consideramos como monedas, sino como activos —afirmó Tombini—, le llamamos criptoactivos, ya que no cumplen con las características de una moneda, básicamente unidad de cuenta, instrumento de intercambio y reserva de valor”.

E insistió con la diferenciación: “las monedas digitales de los bancos centrales son una divisa digital “envasada” en una cuenta y no en un token, debidamente registrada, y respaldada por la autoridad monetaria. En cualquier caso, en la medida en que el respaldo involucra dinero convencional, las monedas digitales estables son, en última instancia, solo un apéndice del sistema monetario convencional y no un cambio de juego”.

Y añadió: “el desarrollo tecnológico en dinero y pagos podría traer grandes beneficios, pero las consecuencias finales para el bienestar de las personas en la sociedad dependen de la estructura del mercado y los arreglos de gobernanza que lo sustentan”.

BIS

Lo que sigue, es un resumen de la entrevista de Economía & Mercado con Alexandre Tombini:

—¿La divisa digital de los bancos centrales es una reacción a la irrupción de monedas digitales privadas?

—En realidad, no es una respuesta rápida a la aparición de los criptoactivos. No se trata de una carrera de 100 metros, es una maratón; ofrecer la moneda digital debe ser algo bien hecho, que genere tranquilidad y confianza. En definitiva, detrás está la reputación del Banco Central.
El principal impulso ha sido la propia digitalización de la economía en general y el cambio de hábito de los consumidores. Están surgiendo cambios de mayor alcance en el sistema monetario existente. Las demandas sobre los pagos minoristas están cambiando, con menos transacciones en efectivo y orientadas hacia los pagos digitales, en particular desde el inicio de la pandemia Covid-19. Hay varios ejemplos en la región que ya trabajan en modelos de innovación en los sistemas de pago, como ser los bancos centrales de Uruguay, Brasil, México o Colombia.
Pero además, hay presiones competitivas, porque los sistemas de pago tradicionales resultan muy onerosos para las familias y las empresas; en ese sentido, un tema muy especial es el de las remesas transfronterizas que resultan muy importantes para muchas familias en varios países de América latina. Eso obliga a que las autoridades monetarias busquen la forma de ofrecer mejores alternativas.

—Parece haber un desafío muy importante de soberanía. ¿Con una moneda digital de libre acceso internacional, no corre riesgo la independencia de la política monetaria de los países?

—El estatus de moneda internacional de reserva depende de varios factores que incluyen la profundidad, eficiencia y apertura de los mercados financieros respecto a esa moneda y la confianza en su valor en el largo plazo y en su infraestructura legal e institucional.
Es poco probable que una moneda digital se convierta en una moneda de reserva global únicamente por su naturaleza digital. Dicho eso, la posible sustitución de la moneda local por una moneda digital de otro país es uno de los desafíos de las monedas digitales de bancos centrales.

—¿Y cómo afrontar ese desafío?

—Puede enfrentarse si se cumplen dos condiciones: la primera, un diseño basado en la identificación digital, ya que el banco central emisor tendría que aceptar a los usuarios como parte de la red de CBDC y tendría discreción a través de la regulación nacional; la segunda, hacer más atractiva la moneda local es un elemento importante para reducir el problema. Esto pasa por reforzar la estabilidad de la moneda y del sistema financiero local, algo que está en el centro de las tareas del banco central. Incluye también asegurar que un sistema de pagos eficiente y económico.

—Otro escenario de incertidumbre pasa por las dificultades que se pueden generar en materia de estabilidad financiera: ¿cómo evitar corridas bancarias y crisis externas en forma inmediata, gracias a la facilidad tecnológica?

—Hay maneras de reducir este riesgo. Una sería limitar los montos que un individuo puede tener en moneda digital. Los bancos centrales y reguladores también pueden recurrir a otros métodos para disuadir a los bancos comerciales de recurrir a los CBDC en momentos de tensión. Los bancos centrales están analizando con cuidado los posibles riesgos y buscando las mejores soluciones.

—¿La banca minorista tradicional corre el riesgo de supervivencia? Con una billetera digital al alcance de los usuarios, ¿es útil mantener depósitos en un banco?

—Esto dependerá del diseño de las CBDC. Estos incluyen la remuneración de las monedas digitales y los montos máximos que un individuo puede tener. En general, los depósitos bancarios deberían verse menos afectados en un sistema de dos niveles, con una remuneración baja de los CBDC y topes reducidos.
En el capítulo tres del Reporte Económico Anual que acabamos de presentar aborda distintos aspectos a considerar con respecto a la futura relación de los bancos centrales y los bancos comerciales. Creemos que hay espacio para aprovechar las fortalezas de todas las partes.

—Por otro lado, la tecnología puede generar dificultades vinculadas con posturas monopólicas y prácticas anticompetitivas. ¿Cómo se observan esos riesgos?

—Es cierto que la misma tecnología que puede dar beneficios sustanciales también puede ser usada para fines adversos, como reducir la competencia. Por ejemplo, sabemos bien que los datos generados por los clientes se pueden usar para mejorar los servicios que reciben, pero también pueden reducir su capacidad de cambiar de proveedor.
En este caso, asegurar que los datos son propiedad del cliente y son “portables” a otra entidad puede reestablecer la competencia. Por razones como esta es importante tener una moneda de banco central en forma digital, basada en el interés público, desarrollada en una plataforma abierta y esencialmente neutral, que promueva el acceso de todos los participantes de forma amplia y resguarde la seguridad de los datos personales.

(1) Alexandre Tombini es el Representante Jefe de la Oficina del BIS para las Américas desde septiembre de 2019; anteriormente fue Director Ejecutivo del Directorio del Fondo Monetario Internacional (2001-2005), y Presidente del Banco Central de Brasil (2011-2016). También fue responsable entre 1991 y 1995 de las negociaciones por el Arancel Externo Comùn del Mercosur, en representación del Ministerio de Finanzas de su país. Tombini es economista por la Universidad de Brasilia y tiene un doctorado en economía de la Universidad de Illinois, Urbana-Champaign.
?(2) BIS es una organización internacional, dedicada a estimular la cooperación monetaria y financiera a nivel mundial, que asiste a los bancos centrales en la promoción de la estabilidad monetaria y financiera. Funciona bajo la administración de los bancos centrales de Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Estados Unidos de América y Reino Unido y tiene su sede central en Basilea, Suiza. Establecido en 1930, el BPI es propiedad de 63 bancos centrales, que representan a países de todo el mundo que juntos representan alrededor del 95% del PIB mundial.

 

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