¿Alguna vez tuvo sentido la historia de Tesla?

Es difícil explicar la enorme valoración que el mercado dio a la fábrica de autos eléctricos de Elon Musk antes de la caída o incluso en su valor actual

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Autos eléctricos, Tesla
Getty Images

Si eres una de esas personas que compró bitcoin u otra criptodivisa en su punto álgido el otoño pasado, perdiste mucho dinero. ¿Te consuela saber que hubieras perdido una cantidad similar si en lugar de eso hubieras comprado acciones de Tesla?

Bueno, tal vez no. Aun así, la caída de las acciones de Tesla es una oportunidad para hablar de lo que hace que las empresas tengan éxito en la era de la información. Y al final, Tesla y bitcoin pueden tener más en común de lo que crees.

Es natural atribuir el reciente declive de Tesla (que, sin duda, es parte de una caída general de las acciones tecnológicas, pero un ejemplo excepcionalmente pronunciado) a la compra de Twitter por parte de Elon Musk y a la autoinmolación de su reputación que vino después. De hecho, dado lo que hemos visto del comportamiento de Musk, no confiaría en él ni para alimentar a mi gato, mucho menos para dirigir una gran empresa. Además, es casi seguro que las ventas de Tesla hayan dependido, al menos en parte, de la percepción de que el propio Musk es un tipo genial. ¿Quién, además de los seguidores de Trump que de todos modos no comprarían Tesla, lo ve ahora de esa manera?

Por otra parte, siendo alguien que ha pasado gran parte de su vida profesional en el mundo académico, estoy familiarizado con el fenómeno de las personas que son muy brillantes en algunas áreas, pero unos completos tontos en otras. Por lo que sé, Musk es o era un líder muy eficaz en Tesla y en SpaceX.

Pero incluso si ese fuera el caso, es difícil explicar la enorme valoración que el mercado dio a Tesla antes de la caída o incluso su valor actual. Al fin y al cabo, para ser tan valiosa, Tesla tendría que generar enormes beneficios, no solo durante unos cuantos años, sino de una forma que podría esperarse que continuara durante muchos años.

Ahora bien, algunas empresas tecnológicas sí han sido máquinas de hacer dinero a largo plazo. Apple y Microsoft siguen encabezando la lista de las empresas estadounidenses más rentables, cuatro décadas después del surgimiento de las computadoras personales.

Pero entendemos más o menos la durabilidad del dominio de Apple y Microsoft y es difícil ver cómo Tesla podría lograr algo similar, por muy brillante que sea su liderazgo. Apple y Microsoft se benefician de fuertes externalidades de red: en términos generales, todo el mundo utiliza sus productos porque todos los demás utilizan sus productos.

En el caso de Microsoft, la historia tradicional ha sido que las empresas siguieron comprando el software de la compañía, incluso cuando muchos en el mundo de la tecnología lo criticaban, porque era lo que ya estaban preparadas para usar: puede que productos como Word y Excel no fueran fantásticos, pero todo el mundo en una empresa determinada y en otras con las que hacía negocios estaba preparado para utilizarlos, tenía departamentos de informática que sabían cómo manejarlos, etcétera. Hoy en día, Microsoft tiene mejor reputación que antes, pero por lo que sé, su fuerza en el mercado sigue reflejando comodidad y hábito empresarial más que una percepción de excelencia.

La historia de Apple es diferente en los detalles: más usuarios individuales que instituciones, más productos físicos que software. Además, Apple era considerada una empresa genial, algo que Microsoft nunca ha sido. Pero a nivel económico es similar. Puedo atestiguar por experiencia personal que una vez que estás en el ecosistema iPhone/iPad/MacBook, no vas a renunciar a su comodidad a menos que te ofrezcan algo mucho mejor.

Se pueden contar historias similares sobre algunas otras empresas, como Amazon, con su infraestructura de distribución. La pregunta es: ¿dónde están las poderosas externalidades de red en el negocio de los vehículos eléctricos?

Los coches eléctricos pueden ser el futuro del transporte personal. De hecho, más vale que lo sean, ya que la electrificación de todo, impulsada por energías renovables, es la única forma plausible de evitar la catástrofe climática. Pero es difícil ver qué le daría a Tesla una ventaja a largo plazo en el negocio de los autos eléctricos.

¿Qué podría hacer Tesla para conseguirla? Podríamos imaginarnos un mundo en el que las únicas estaciones de carga disponibles fueran las de Tesla o en el que los Tesla fueran los únicos autos eléctricos que los mecánicos supieran reparar. Pero con los grandes fabricantes de automóviles entrando en el negocio de los vehículos eléctricos, la posibilidad de un mundo así ya ha desaparecido. De hecho, yo diría que la Ley de Reducción de la Inflación, con sus fuertes incentivos para la electrificación, en realidad perjudicará a Tesla. ¿Por qué? Porque pronto los autos eléctricos serán tan comunes que los Tesla dejarán de parecer especiales.

En resumen, la producción de vehículos eléctricos no parece un negocio de externalidades de red. De hecho, ¿saben cuál sí lo sería? Twitter, una plataforma que muchos de nosotros seguimos utilizando porque muchas personas la usan. Pero, al parecer, el uso de Twitter es difícil de monetizar, por no mencionar el hecho de que Musk parece decidido a averiguar cuánta degradación de la experiencia del usuario será necesaria para romper sus externalidades de red y ahuyentar a la clientela.

Lo que nos lleva de nuevo a la pregunta de por qué Tesla llegó a valer tanto. La respuesta, hasta donde yo sé, es que los inversionistas se enamoraron de una historia sobre un innovador brillante y genial, a pesar de la ausencia de un buen argumento sobre cómo este tipo, incluso si realmente era quien parecía ser, podría fundar una máquina de dinero duradera.

Y como he dicho, aquí hay un paralelismo con el bitcoin. A pesar de años de esfuerzo, nadie ha conseguido todavía encontrar un uso serio para la criptodivisa que no sea el lavado de dinero. Sin embargo, los precios se dispararon por el revuelo y todavía se mantienen gracias a un grupo de fieles creyentes. Sin duda, algo parecido ha ocurrido con Tesla, aunque la empresa realmente fabrica cosas útiles.

Supongo que al final veremos qué pasa. Pero definitivamente no le confiaría mi gato a Elon Musk.

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